/ lunes 18 de febrero de 2019

Mujeres científicas y amor por la ciencia

El pasado jueves 14 de febrero celebramos el Día de San Valentín, sin duda una fiesta significativa para miles de enamorados. Menos conocido pero también muy importante es el 11 de febrero, Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia.

Esta fecha, establecida por la ONU en 2015, tiene un doble objetivo: impulsar el acceso y la participación plena y equitativa en la ciencia para las mujeres y niñas, y contribuir al empoderamiento de las mujeres y niñas.

En esta iniciativa se ven reflejados diversos Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda ONU 2030, como educación de calidad, igualdad de género, e impulso a la industria e innovación. Sólo mediante la inclusión efectiva de las mujeres en todas las áreas sociales, científicas, tecnológicas e industriales será posible aprovechar el potencial humano de cada país, acelerar el crecimiento socioeconómico, y brindar a mujeres y niñas mejores oportunidades de crecimiento laboral, profesional y personal. Por el contrario, una nación que no apoya a sus mujeres es sólo la mitad de lo que podría llegar a ser.

La cuestión es compleja: de acuerdo a cifras de la SEP, en México existe una notable paridad de género en el número de estudiante desde nivel básico hasta nivel superior, incluso en posgrado; el organismo contabiliza 36 millones de estudiantes en todos los niveles, con la misma participación de hombres y mujeres (50%). Sin embargo, las cifras cambian bruscamente en el número de mujeres científicas e investigadoras: de los cerca de 28 mil investigadores Conacyt, menos de una tercera parte son mujeres.

Esta situación no es exclusiva de nuestro país. La ONU calcula que sólo el 28% de todos los científicos en el mundo son mujeres. Otro dato revelador: desde su fundación en 1900, se han otorgado más de 600 premios Nobel en ciencias para hombres, y sólo 20 para mujeres (dos de ellas en 2018: Donna Strickland en física, y Frances Arnold en química).

Las razones de esta marcada brecha son meramente sociales y culturales: cuando tienen acceso a las mismas oportunidades de educación y trabajo, las mujeres han demostrado con creces sus innumerables capacidades a la par de cualquier científico hombre. Esto aplica en todas las ciencias y profesiones, incluyendo aquellas que tradicionalmente se han considerado “masculinas” como las ingenierías, física y matemáticas.

Por eso, además de regalos y chocolates, en este mes de febrero es pertinente reflexionar que el verdadero amor también significa el reconocimiento pleno de las capacidades de las mujeres, y que también es necesario inculcar desde pequeños el amor por las ciencias en nuestros hijos e hijas, alentarlos a seguir su vocación en cualquier área, pues cada uno de ellos representa el futuro de nuestro país.

*Vicepresidente Nacional de Innovación y Desarrollo Tecnológico – CANACINTRA

El pasado jueves 14 de febrero celebramos el Día de San Valentín, sin duda una fiesta significativa para miles de enamorados. Menos conocido pero también muy importante es el 11 de febrero, Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia.

Esta fecha, establecida por la ONU en 2015, tiene un doble objetivo: impulsar el acceso y la participación plena y equitativa en la ciencia para las mujeres y niñas, y contribuir al empoderamiento de las mujeres y niñas.

En esta iniciativa se ven reflejados diversos Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda ONU 2030, como educación de calidad, igualdad de género, e impulso a la industria e innovación. Sólo mediante la inclusión efectiva de las mujeres en todas las áreas sociales, científicas, tecnológicas e industriales será posible aprovechar el potencial humano de cada país, acelerar el crecimiento socioeconómico, y brindar a mujeres y niñas mejores oportunidades de crecimiento laboral, profesional y personal. Por el contrario, una nación que no apoya a sus mujeres es sólo la mitad de lo que podría llegar a ser.

La cuestión es compleja: de acuerdo a cifras de la SEP, en México existe una notable paridad de género en el número de estudiante desde nivel básico hasta nivel superior, incluso en posgrado; el organismo contabiliza 36 millones de estudiantes en todos los niveles, con la misma participación de hombres y mujeres (50%). Sin embargo, las cifras cambian bruscamente en el número de mujeres científicas e investigadoras: de los cerca de 28 mil investigadores Conacyt, menos de una tercera parte son mujeres.

Esta situación no es exclusiva de nuestro país. La ONU calcula que sólo el 28% de todos los científicos en el mundo son mujeres. Otro dato revelador: desde su fundación en 1900, se han otorgado más de 600 premios Nobel en ciencias para hombres, y sólo 20 para mujeres (dos de ellas en 2018: Donna Strickland en física, y Frances Arnold en química).

Las razones de esta marcada brecha son meramente sociales y culturales: cuando tienen acceso a las mismas oportunidades de educación y trabajo, las mujeres han demostrado con creces sus innumerables capacidades a la par de cualquier científico hombre. Esto aplica en todas las ciencias y profesiones, incluyendo aquellas que tradicionalmente se han considerado “masculinas” como las ingenierías, física y matemáticas.

Por eso, además de regalos y chocolates, en este mes de febrero es pertinente reflexionar que el verdadero amor también significa el reconocimiento pleno de las capacidades de las mujeres, y que también es necesario inculcar desde pequeños el amor por las ciencias en nuestros hijos e hijas, alentarlos a seguir su vocación en cualquier área, pues cada uno de ellos representa el futuro de nuestro país.

*Vicepresidente Nacional de Innovación y Desarrollo Tecnológico – CANACINTRA