/ domingo 25 de agosto de 2019

Nuestra lucha

¿Qué país es aquel donde a las mujeres se les arrebata la vida? ¿Dónde su intimidad es ultrajada y su dignidad es sometida? ¿Qué país es aquel donde la justicia es imposible y la impunidad una infamia?

En el primer semestre del año se registraron 448 feminicidios y mil 364 homicidios dolosos, lo que significa que diez mujeres son asesinadas diariamente. A estas estadísticas hay que sumar los 3 mil 200 feminicidios en los últimos cuatro años.

En este mismo lapso, más de 56 mil mujeres han sido violentadas, es decir, diariamente 313 mujeres han sido víctimas de violencia física y sexual, secuestro, tráfico de menores, extorsión o trata de personas de acuerdo con datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

La magnitud de las anteriores cifras representa el oprobio al pueblo mexicano. Urge reorientar las políticas sobre violencia de género. Urge redefinir los protocolos para proteger este sector. Urge eficientar las Alertas de Género contra Mujeres. Urge que las autoridades atiendan nuestras demandas.

A una semana de la Marcha Contra la Violencia de Género bajo el lema #NoMeCuidanMeViolan, es pertinente hacer algunas reflexiones.

Será comprensible que ante la indignación social y ante el clamor colectivo, existan excesos, más nunca serán justificables.

La historia nos ha enseñado que cuando un movimiento social es legítimo, tarde o temprano abre las puertas al cambio. Además, estos cambios son más profundos y significativos cuando se logran a través de la resistencia o desobediencia pacífica.

Es legítimo salir a las calles por los 62 millones de mujeres que habitan nuestro país y más legítimo alzar la voz por aquellas mexicanas que sufren de violencia y claman justicia.

El nivel de nuestra manifestación debe ser acorde a la dimensión de nuestras demandas. En tal sentido, no podemos exigir el alto a la violencia si actuamos de la misma manera.

La fuerza de las mujeres radica en la tolerancia, la prudencia, la ecuanimidad, la inteligencia, la solidaridad. Por supuesto que nuestra voz no simboliza la pasividad o la sumisión. Nuestra voz proviene de una lucha individual y colectiva.

¿Cómo visibilizar nuestra lucha?

La violencia de género no había sido considerada uno de los temas prioritario y de atención por las anteriores administraciones.

Por ello, no sólo es importante hablar del tema, sino que resulta imperativo hacerlo desde un debate plural, abierto, objetivo, crítico y propositivo.

Es necesario repensar y reflexionar sobre la información que circula y los discursos y prácticas que reproducimos. Es urgente que nos mostremos empáticos con el mensaje de las mujeres que luchan por una vida libre de violencia.


¿Qué país es aquel donde a las mujeres se les arrebata la vida? ¿Dónde su intimidad es ultrajada y su dignidad es sometida? ¿Qué país es aquel donde la justicia es imposible y la impunidad una infamia?

En el primer semestre del año se registraron 448 feminicidios y mil 364 homicidios dolosos, lo que significa que diez mujeres son asesinadas diariamente. A estas estadísticas hay que sumar los 3 mil 200 feminicidios en los últimos cuatro años.

En este mismo lapso, más de 56 mil mujeres han sido violentadas, es decir, diariamente 313 mujeres han sido víctimas de violencia física y sexual, secuestro, tráfico de menores, extorsión o trata de personas de acuerdo con datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

La magnitud de las anteriores cifras representa el oprobio al pueblo mexicano. Urge reorientar las políticas sobre violencia de género. Urge redefinir los protocolos para proteger este sector. Urge eficientar las Alertas de Género contra Mujeres. Urge que las autoridades atiendan nuestras demandas.

A una semana de la Marcha Contra la Violencia de Género bajo el lema #NoMeCuidanMeViolan, es pertinente hacer algunas reflexiones.

Será comprensible que ante la indignación social y ante el clamor colectivo, existan excesos, más nunca serán justificables.

La historia nos ha enseñado que cuando un movimiento social es legítimo, tarde o temprano abre las puertas al cambio. Además, estos cambios son más profundos y significativos cuando se logran a través de la resistencia o desobediencia pacífica.

Es legítimo salir a las calles por los 62 millones de mujeres que habitan nuestro país y más legítimo alzar la voz por aquellas mexicanas que sufren de violencia y claman justicia.

El nivel de nuestra manifestación debe ser acorde a la dimensión de nuestras demandas. En tal sentido, no podemos exigir el alto a la violencia si actuamos de la misma manera.

La fuerza de las mujeres radica en la tolerancia, la prudencia, la ecuanimidad, la inteligencia, la solidaridad. Por supuesto que nuestra voz no simboliza la pasividad o la sumisión. Nuestra voz proviene de una lucha individual y colectiva.

¿Cómo visibilizar nuestra lucha?

La violencia de género no había sido considerada uno de los temas prioritario y de atención por las anteriores administraciones.

Por ello, no sólo es importante hablar del tema, sino que resulta imperativo hacerlo desde un debate plural, abierto, objetivo, crítico y propositivo.

Es necesario repensar y reflexionar sobre la información que circula y los discursos y prácticas que reproducimos. Es urgente que nos mostremos empáticos con el mensaje de las mujeres que luchan por una vida libre de violencia.