El viejo paradigma de la adolescencia está cambiando. Han advertido que la educación de la adolescencia es la que asegura el progreso. Debemos de conseguir que el adolescente tome las riendas de su aprendizaje, se haga cargo de los mandos. ¡Pero si eso es vio que nos está pidiendo a todas horas! La búsqueda de la propia identidad, la necesidad de independencia, la negociación con la propia infancia, el establecimiento de nuevas relaciones familiares, no son sino manifestaciones del cambio neuronal del que les he hablado.
También lo es la asunción de responsabilidades, cosa que nos resulta difícil de comprender.
La primera responsabilidad es definir su personalidad. El nuevo paradigma -más exigente pero más optimista- a los adolescentes. Hacerles conscientes de que es la época en que pueden ampliar sus posibilidades. Saber que pueden mejorar su inteligencia, gestionar mejor sus sentimientos, cambiar aspectos de su personalidad, produce en los alumnos una productiva euforia. Su ansia de libertad se concreta entonces en liberarse de limitaciones y miedos personales injustificados.