/ martes 30 de abril de 2019

Otra “nueva” reforma educativa

Con el lema “Lo mejor de la educación está por venir”, se está impulsando otra reforma educativa (una más) en la educación pública de México. Así, como si se tratara de una campaña comercial, se anuncia el programa educacional para el nuevo sexenio. Sólo faltaría añadir, como en los viejos tiempos del PRI, que con AMLO ahora sí va a haber educación de calidad, aunque sean los mismos profesores y, sobre todo, los(as) mismos(as) programas, esquemas y políticas públicas ineficaces los que permanezcan en los engranes del aparato educativo público nacional.

La evaluación de los aprendizajes ha tenido también recientes reformas sustantivas. En 2013, el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, INEE (al que AMLO está empeñado en desaparecer) estudió la validez de las pruebas que se aplicaban hasta ese entonces: ENLACE, para conocer la eficiencia del sector educativo, es decir, qué tanto dominan los estudiantes los conocimientos y habilidades contenidos en los planes y programas de estudio; y EXCALE, Exámenes de la Calidad y el Logro Educativo.

Asimismo, a partir del ciclo escolar 2014-2015, se puso en operación el Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes (PLANEA), “una nueva generación de pruebas para medir y evaluar el logro de aprendizajes en educación básica y educación media superior”, según el INEE.

Pero por ahora, está ganando la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, CNTE por sus siglas, rival sindical a muerte del SNTE. Pero también no está necesariamente perdiendo el SNTE, fortalecido con la excarcelación de la profesora Elba Esther Gordillo, lideresa indiscutible del SNTE.

Y lejos de uno adherirse por completo a alguna de las dos corrientes sindicales mayoritarias de la educación, considero que sí, efectivamente, hace falta poner al día las carencias que se tienen, y las deficiencias que se arrastran en la formación docente, no sólo de la básica, sino de incluso la profesional y de posgrado, donde frecuentemente se improvisan profesores(as), por el mero hecho de tener títulos profesionales y de posgrado.

No, pienso y sostengo que uno puede pertenecer a la corriente sindical que más le convenza, pero se debe enfatizar en el nuevo régimen, en el de AMLO, en la mejora de los planes y programas de estudio, así como en la formación de profesores, sean ellas y ellos del nivel que sea.

En el caso de la educación superior pública el gobierno debería asimismo “ponerse las pilas” y promover la competencia en cuanto el mejoramiento educativo con la educación privada, frente a la que estamos perdiendo mercado no sólo en la diseminación de los saberes actuales, sino sobre todo en la misma influencia social y política. ¿Le interesará esto a AMLO? Por lo visto, no.

Con el lema “Lo mejor de la educación está por venir”, se está impulsando otra reforma educativa (una más) en la educación pública de México. Así, como si se tratara de una campaña comercial, se anuncia el programa educacional para el nuevo sexenio. Sólo faltaría añadir, como en los viejos tiempos del PRI, que con AMLO ahora sí va a haber educación de calidad, aunque sean los mismos profesores y, sobre todo, los(as) mismos(as) programas, esquemas y políticas públicas ineficaces los que permanezcan en los engranes del aparato educativo público nacional.

La evaluación de los aprendizajes ha tenido también recientes reformas sustantivas. En 2013, el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, INEE (al que AMLO está empeñado en desaparecer) estudió la validez de las pruebas que se aplicaban hasta ese entonces: ENLACE, para conocer la eficiencia del sector educativo, es decir, qué tanto dominan los estudiantes los conocimientos y habilidades contenidos en los planes y programas de estudio; y EXCALE, Exámenes de la Calidad y el Logro Educativo.

Asimismo, a partir del ciclo escolar 2014-2015, se puso en operación el Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes (PLANEA), “una nueva generación de pruebas para medir y evaluar el logro de aprendizajes en educación básica y educación media superior”, según el INEE.

Pero por ahora, está ganando la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, CNTE por sus siglas, rival sindical a muerte del SNTE. Pero también no está necesariamente perdiendo el SNTE, fortalecido con la excarcelación de la profesora Elba Esther Gordillo, lideresa indiscutible del SNTE.

Y lejos de uno adherirse por completo a alguna de las dos corrientes sindicales mayoritarias de la educación, considero que sí, efectivamente, hace falta poner al día las carencias que se tienen, y las deficiencias que se arrastran en la formación docente, no sólo de la básica, sino de incluso la profesional y de posgrado, donde frecuentemente se improvisan profesores(as), por el mero hecho de tener títulos profesionales y de posgrado.

No, pienso y sostengo que uno puede pertenecer a la corriente sindical que más le convenza, pero se debe enfatizar en el nuevo régimen, en el de AMLO, en la mejora de los planes y programas de estudio, así como en la formación de profesores, sean ellas y ellos del nivel que sea.

En el caso de la educación superior pública el gobierno debería asimismo “ponerse las pilas” y promover la competencia en cuanto el mejoramiento educativo con la educación privada, frente a la que estamos perdiendo mercado no sólo en la diseminación de los saberes actuales, sino sobre todo en la misma influencia social y política. ¿Le interesará esto a AMLO? Por lo visto, no.