/ miércoles 29 de julio de 2020

Panem et circenses

Pan y circo. Al pueblo.

Ya lo esbozaba Desmond Morris en su magistral obra “El Mono Desnudo”: el actual hombre (y mujer, para no ofender y trasgredir el llamado lenguaje de género, vaya usted a saber qué adefesio será eso) sigue siendo el mismo desde la época de las cavernas, hará de eso hace unos cien mil años o más. Continuamos siendo idénticos desde entonces.

Panem et circenses, literalmente “pan y circo”, es una locución latina que describe en lo fundamental las prácticas indebidas de un gobierno que, para mantener tranquila a la población y ocultar hechos controvertidos o que quiere que no se conozcan, provee a las masas de alimento y entretenimiento de baja calidad y con criterios asistenciales (Wikipedia).

El famoso poeta latino Juvenal, en una de sus sátiras anotaba: “…desde hace tiempo –exactamente desde que no tenemos a quién vender el voto-, este pueblo ha perdido su interés por la política, y si antes concedía mandos, haces, legiones, en fin todo, ahora deja hacer y sólo desea con avidez dos cosas: pan y juegos de circo” (Sátiras X, 77-81).

Este escritor romano hace referencia a la práctica, en aquéllos cesáreos tiempos, de proveer trigo gratis a los ciudadanos romanos, así como fastuosas representaciones en el circo y otras formas de entretenimiento, como eran las carreras de caballos o cuadrigas, las luchas de gladiadores y los teatros, como instrumentos que utilizaban los políticos para ganarse el favor del pueblo y así hacerse de poder a través de esta histórica forma de populismo. Sólo habrá que asomarse a la historia de los Gracos, Julio César, Aureliano y otros que ganaron el favor de las masas a través de estos truculentos medios.

De esta forma, los gobernantes y políticos romanos obtenían la obediencia del pueblo, su confianza, y, sobre todo, el alejarlo de los asuntos importantes del momento que consideraban no era necesario que se conocieran de manera generalizada, o que se olvidasen los problemas realmente importantes.

En la actualidad, de manera fundamentalmente idéntica, esta atinada frase es una metáfora peyorativa que refiere a estrategias políticas para calmar y distraer a una nación, desviando su atención de fracasos evidentes en la gestión gubernamental. La maniobra se centra en utilizar programas de bienestar más o menos generalizado y espectáculos mediáticos para desviar la atención de una ciudadanía poco preparada e informada. En este contexto, el apoyo de la población se fomenta no a partir de la eficiencia y eficacia de un gobierno para administrar un país, sino del patrocinio populista, la desatención de los problemas reales y la desviación del interés hacia telenovelas montadas desde las oficinas del poder.

Ante la pandemia del Covid – 19 y sus consecuencias, la debacle económica, el agravamiento de la inseguridad pública, los nuevos decenas de millones de pobres, el desmantelamiento del incipiente estado en vías de desarrollo democrático y otros etcéteras, la próxima serie televisiva de Lozoya & Compañía está por comenzar.

¿Y el pan?

Pan y circo. Al pueblo.

Ya lo esbozaba Desmond Morris en su magistral obra “El Mono Desnudo”: el actual hombre (y mujer, para no ofender y trasgredir el llamado lenguaje de género, vaya usted a saber qué adefesio será eso) sigue siendo el mismo desde la época de las cavernas, hará de eso hace unos cien mil años o más. Continuamos siendo idénticos desde entonces.

Panem et circenses, literalmente “pan y circo”, es una locución latina que describe en lo fundamental las prácticas indebidas de un gobierno que, para mantener tranquila a la población y ocultar hechos controvertidos o que quiere que no se conozcan, provee a las masas de alimento y entretenimiento de baja calidad y con criterios asistenciales (Wikipedia).

El famoso poeta latino Juvenal, en una de sus sátiras anotaba: “…desde hace tiempo –exactamente desde que no tenemos a quién vender el voto-, este pueblo ha perdido su interés por la política, y si antes concedía mandos, haces, legiones, en fin todo, ahora deja hacer y sólo desea con avidez dos cosas: pan y juegos de circo” (Sátiras X, 77-81).

Este escritor romano hace referencia a la práctica, en aquéllos cesáreos tiempos, de proveer trigo gratis a los ciudadanos romanos, así como fastuosas representaciones en el circo y otras formas de entretenimiento, como eran las carreras de caballos o cuadrigas, las luchas de gladiadores y los teatros, como instrumentos que utilizaban los políticos para ganarse el favor del pueblo y así hacerse de poder a través de esta histórica forma de populismo. Sólo habrá que asomarse a la historia de los Gracos, Julio César, Aureliano y otros que ganaron el favor de las masas a través de estos truculentos medios.

De esta forma, los gobernantes y políticos romanos obtenían la obediencia del pueblo, su confianza, y, sobre todo, el alejarlo de los asuntos importantes del momento que consideraban no era necesario que se conocieran de manera generalizada, o que se olvidasen los problemas realmente importantes.

En la actualidad, de manera fundamentalmente idéntica, esta atinada frase es una metáfora peyorativa que refiere a estrategias políticas para calmar y distraer a una nación, desviando su atención de fracasos evidentes en la gestión gubernamental. La maniobra se centra en utilizar programas de bienestar más o menos generalizado y espectáculos mediáticos para desviar la atención de una ciudadanía poco preparada e informada. En este contexto, el apoyo de la población se fomenta no a partir de la eficiencia y eficacia de un gobierno para administrar un país, sino del patrocinio populista, la desatención de los problemas reales y la desviación del interés hacia telenovelas montadas desde las oficinas del poder.

Ante la pandemia del Covid – 19 y sus consecuencias, la debacle económica, el agravamiento de la inseguridad pública, los nuevos decenas de millones de pobres, el desmantelamiento del incipiente estado en vías de desarrollo democrático y otros etcéteras, la próxima serie televisiva de Lozoya & Compañía está por comenzar.

¿Y el pan?