/ domingo 13 de septiembre de 2020

Partidos y legitimidad

“Si la democracia es el gobierno del pueblo sobre el pueblo, será en parte gobernada y en parte gobernante”, escribe Giovanni Sartori. El vínculo entre ciudadanía y autoridades, necesariamente tiene que ser a través de los partidos políticos. El pasado 7 de septiembre inició oficialmente el proceso electoral, por lo que es pertinente reflexionar sobre el papel que deben jugar tanto militantes, candidatos y electorado.

Se estima que podrán acudir a las urnas el próximo 6 de junio del 2021, más de 94 millones de mexicanos donde se elegirán al total de los integrantes de la Cámara de Diputados, la renovación de 15 gubernaturas, 30 congresos locales y mil 900 ayuntamientos. En estas elecciones intermedias se gastarán 7 mil 226 millones de pesos. Este monto representa una cuarta parte del presupuesto anual del estado de Zacatecas.

Estas elecciones se avizoran complejas, competitivas y no exentas de polémica. Por lo pronto, ni Felipe Calderón, ni Elba Esther Gordillo, obtuvieron su registro. Por otro lado, el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, insiste en que los partidos aporten de manera voluntaria el 50% de sus prerrogativas, lo que equivale entre 25 y 30 millones de pesos que serían destinados para la producción y aplicación de la vacuna contra el Covid-19.

Solo el Partido del Trabajo y Morena, han propuesto la reducción de las prerrogativas. En este escenario, debemos de preguntarnos si ha llegado el momento en que le entren a la austeridad.

En las últimas décadas, los partidos que estuvieron ligados a los gobiernos, fueron instrumentos para el clientelismo, estructuras para generar cotos de poder y oscuros andamios para perpetuar fraudes electorales. Por suerte, la participación y la voluntad ciudadana han sido factores determinantes para consolidar la democracia en nuestro país.

Sin lugar a dudas, es vital el pleno respeto a la autonomía y decisión de la vida interna de todos los partidos políticos, sin embargo, por ser entes públicos, se deben tener mecanismos más claros en la rendición de cuentas y un vínculo más estrecho con el electorado.

La máxima publicidad y transparencia de todo lo que realizan abona a la democracia, una mayor participación ciudadana y al final de cuentas, genera legitimidad a todos los institutos políticos. Dejemos que la ciudadanía deposite el destino del país a través de las urnas.


“Si la democracia es el gobierno del pueblo sobre el pueblo, será en parte gobernada y en parte gobernante”, escribe Giovanni Sartori. El vínculo entre ciudadanía y autoridades, necesariamente tiene que ser a través de los partidos políticos. El pasado 7 de septiembre inició oficialmente el proceso electoral, por lo que es pertinente reflexionar sobre el papel que deben jugar tanto militantes, candidatos y electorado.

Se estima que podrán acudir a las urnas el próximo 6 de junio del 2021, más de 94 millones de mexicanos donde se elegirán al total de los integrantes de la Cámara de Diputados, la renovación de 15 gubernaturas, 30 congresos locales y mil 900 ayuntamientos. En estas elecciones intermedias se gastarán 7 mil 226 millones de pesos. Este monto representa una cuarta parte del presupuesto anual del estado de Zacatecas.

Estas elecciones se avizoran complejas, competitivas y no exentas de polémica. Por lo pronto, ni Felipe Calderón, ni Elba Esther Gordillo, obtuvieron su registro. Por otro lado, el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, insiste en que los partidos aporten de manera voluntaria el 50% de sus prerrogativas, lo que equivale entre 25 y 30 millones de pesos que serían destinados para la producción y aplicación de la vacuna contra el Covid-19.

Solo el Partido del Trabajo y Morena, han propuesto la reducción de las prerrogativas. En este escenario, debemos de preguntarnos si ha llegado el momento en que le entren a la austeridad.

En las últimas décadas, los partidos que estuvieron ligados a los gobiernos, fueron instrumentos para el clientelismo, estructuras para generar cotos de poder y oscuros andamios para perpetuar fraudes electorales. Por suerte, la participación y la voluntad ciudadana han sido factores determinantes para consolidar la democracia en nuestro país.

Sin lugar a dudas, es vital el pleno respeto a la autonomía y decisión de la vida interna de todos los partidos políticos, sin embargo, por ser entes públicos, se deben tener mecanismos más claros en la rendición de cuentas y un vínculo más estrecho con el electorado.

La máxima publicidad y transparencia de todo lo que realizan abona a la democracia, una mayor participación ciudadana y al final de cuentas, genera legitimidad a todos los institutos políticos. Dejemos que la ciudadanía deposite el destino del país a través de las urnas.