/ miércoles 4 de julio de 2018

Patria para todos

Gandhi es el más grande genio político de nuestra época…

Albert Einstein

Después de la pasión electoral, todo triunfalismo es retrógrada, inútil, irresponsable. Festejar esperando que nos caiga un cambio desde Palacio Nacional es la peor de las actitudes posibles. Todo logro conlleva la enorme responsabilidad de consolidarlo. El cambio, si se produce, apenas inicia y pasa por la transformación de cada uno.

Leer irreflexivamente los porcentajes de votación en la pasada jornada electoral es un error que puede pagarse muy caro. Ese 54%, poco más o menos, tiene diversos orígenes y explicaciones en tres bloques.

La izquierda vitalicia es el primer bloque. Es ella la responsable de politizar al resto, conduciéndose con un ejemplo digno de ser imitado.

Otro sector, seguramente el más nutrido, se compone de la ciudadanía harta de ser vejada, engañada, corrompida; lo integran también quienes siendo pobres, no tienen la expectativa de dejar de serlo, salvo por dádivas esporádicas; quienes sin educación, cultura y acceso al deporte, necesitan un México nuevo, vigoroso y sano; aquellos que cansados de llorar a sus muertos añoran un territorio pacífico, donde se privilegie el respeto por la vida y la calidad de ella; los que no aguantan más que se les regateé el disfrute de los recursos nacionales que se entregan sin rubor a otros: la energía, los minerales, la fauna, la flora, y hasta el agua.

En este segundo bloque debe trabajarse, hasta hacerles claro que la riqueza nacional se defiende día con día, con trabajo e identidad nacional; que todo nacionalismo, como el de Trump o Hitler son retrógradas y dañinos, altamente tóxicos. Que somos mexicanos y ciudadanos del planeta.

El tercer gran bloque es el más engañoso: el de los oportunistas. Éste se compone de revolucionarios de café, de priistas y panistas que leyeron correctamente el escenario político, y buscan mantener sus privilegios arropados ahora por Morena. Eso son los peligrosos, los que intentarán a toda costa detener todo avance democrático. Los acostumbrados a ser acarreados, manipulados, a no pensar.

Quiero interpretar, aunque no ciegamente, que las mayorías en el congreso no son cheques blancos, que se componen de ciudadanos que fueron críticos y seguirán siéndolo desde la curul. De no ser así. Nada se habrá ganado. Quien pretenda ver al presidente electo como propietario del Congreso de la Unión, se ha quedado anclado en las viejas prácticas del régimen que tanto y por tanto tiempo nos ha lastimado tan profundamente.

Nadie se libra de los síntomas de una enfermedad, sin erradicarla. Por ello, cada uno de nosotros debemos extirparnos ese individual tumor del México corrupto, que nos aniquila como nación. Todos somos México, es la hora de ponerse la verde.


Gandhi es el más grande genio político de nuestra época…

Albert Einstein

Después de la pasión electoral, todo triunfalismo es retrógrada, inútil, irresponsable. Festejar esperando que nos caiga un cambio desde Palacio Nacional es la peor de las actitudes posibles. Todo logro conlleva la enorme responsabilidad de consolidarlo. El cambio, si se produce, apenas inicia y pasa por la transformación de cada uno.

Leer irreflexivamente los porcentajes de votación en la pasada jornada electoral es un error que puede pagarse muy caro. Ese 54%, poco más o menos, tiene diversos orígenes y explicaciones en tres bloques.

La izquierda vitalicia es el primer bloque. Es ella la responsable de politizar al resto, conduciéndose con un ejemplo digno de ser imitado.

Otro sector, seguramente el más nutrido, se compone de la ciudadanía harta de ser vejada, engañada, corrompida; lo integran también quienes siendo pobres, no tienen la expectativa de dejar de serlo, salvo por dádivas esporádicas; quienes sin educación, cultura y acceso al deporte, necesitan un México nuevo, vigoroso y sano; aquellos que cansados de llorar a sus muertos añoran un territorio pacífico, donde se privilegie el respeto por la vida y la calidad de ella; los que no aguantan más que se les regateé el disfrute de los recursos nacionales que se entregan sin rubor a otros: la energía, los minerales, la fauna, la flora, y hasta el agua.

En este segundo bloque debe trabajarse, hasta hacerles claro que la riqueza nacional se defiende día con día, con trabajo e identidad nacional; que todo nacionalismo, como el de Trump o Hitler son retrógradas y dañinos, altamente tóxicos. Que somos mexicanos y ciudadanos del planeta.

El tercer gran bloque es el más engañoso: el de los oportunistas. Éste se compone de revolucionarios de café, de priistas y panistas que leyeron correctamente el escenario político, y buscan mantener sus privilegios arropados ahora por Morena. Eso son los peligrosos, los que intentarán a toda costa detener todo avance democrático. Los acostumbrados a ser acarreados, manipulados, a no pensar.

Quiero interpretar, aunque no ciegamente, que las mayorías en el congreso no son cheques blancos, que se componen de ciudadanos que fueron críticos y seguirán siéndolo desde la curul. De no ser así. Nada se habrá ganado. Quien pretenda ver al presidente electo como propietario del Congreso de la Unión, se ha quedado anclado en las viejas prácticas del régimen que tanto y por tanto tiempo nos ha lastimado tan profundamente.

Nadie se libra de los síntomas de una enfermedad, sin erradicarla. Por ello, cada uno de nosotros debemos extirparnos ese individual tumor del México corrupto, que nos aniquila como nación. Todos somos México, es la hora de ponerse la verde.


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