/ martes 16 de abril de 2019

Pugna por el poder y reforma educativa

Desde nuestra independencia la educación es elemento fundamental para la construcción de un modelo de nación deseable, pero también en ejercer poder político y tomar decisiones presupuestales, de ahí que diferentes fuerzas y grupos pretendan su control.

En la Constitución de 1824 por su importancia la educación quedó en el Artículo Tercero pues nuestro país requería personas con cierto nivel educativo que contribuyeran a la cimentación de un México libre y en desarrollo; similarmente con la reforma juarista y su Constitución de 1857; posterior a la revolución en 1917 se precisó repensar y reconstruir nuestro país donde la educación era fundamental para la nueva nación requerida y por ende quedó en el Artículo Tercero, pero al cual se la han realizado cambios en su filosofía e implementación como fue la educación socialista y nacionalista durante Lázaro Cárdenas o la del enfoque de capital humano (equiparable al capital contable) en la reestructuración administrativa del régimen de Peña Nieto que atendió al modelo económico neoliberal aplicando las recomendaciones de organismos internacionales como la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), al respecto ver el documento titulado “Acuerdo de cooperación México-OCDE para mejorar la calidad de la educación de las escuelas mexicanas” (https://www.oecd.org/education/school/46216786.pdf).

En las últimas décadas del siglo XX y primera del XXI, fuerzas y grupos políticos magisteriales tuvieron control sobre la asignación de plazas para contratar a nuevos profesores y personal administrativo, cambiar de niveles y puestos. Es conocido que profesores con cargos sindicales vendían plazas docentes y administrativas o se heredaban a familiares cuando jubilaba o fallecía algún trabajador de la educación. Calcule usted la multimillonaria transferencia monetaria que implicaba esta práctica. Agreguemos el dominio político que se ejerce en el magisterio al grado de incursionar en procesos electorales para obtener beneficios personales y grupales.

Cuando dicho capital político y económico se traslada de grupos magisteriales y partidistas a otro contexto como al Estado-Nación rector de la educación en México, resulta natural la resistencia al cambio, a la transformación. Como también que personas opinen sobre cómo debe ser el papel de la educación en la formación integral de ciudadanos, opinan acorde a su visión gubernamental tipo empresarial o pública, conservadora o de cambio, de derecha o izquierda.

Veremos si el Poder Ejecutivo Federal avanza en su curva de aprendizaje y sabe salir avante en el tema reforma educativa ante presiones de poderosos grupos económicos internacionales y secciones magisteriales (SNTE y CNTE).

Desde nuestra independencia la educación es elemento fundamental para la construcción de un modelo de nación deseable, pero también en ejercer poder político y tomar decisiones presupuestales, de ahí que diferentes fuerzas y grupos pretendan su control.

En la Constitución de 1824 por su importancia la educación quedó en el Artículo Tercero pues nuestro país requería personas con cierto nivel educativo que contribuyeran a la cimentación de un México libre y en desarrollo; similarmente con la reforma juarista y su Constitución de 1857; posterior a la revolución en 1917 se precisó repensar y reconstruir nuestro país donde la educación era fundamental para la nueva nación requerida y por ende quedó en el Artículo Tercero, pero al cual se la han realizado cambios en su filosofía e implementación como fue la educación socialista y nacionalista durante Lázaro Cárdenas o la del enfoque de capital humano (equiparable al capital contable) en la reestructuración administrativa del régimen de Peña Nieto que atendió al modelo económico neoliberal aplicando las recomendaciones de organismos internacionales como la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), al respecto ver el documento titulado “Acuerdo de cooperación México-OCDE para mejorar la calidad de la educación de las escuelas mexicanas” (https://www.oecd.org/education/school/46216786.pdf).

En las últimas décadas del siglo XX y primera del XXI, fuerzas y grupos políticos magisteriales tuvieron control sobre la asignación de plazas para contratar a nuevos profesores y personal administrativo, cambiar de niveles y puestos. Es conocido que profesores con cargos sindicales vendían plazas docentes y administrativas o se heredaban a familiares cuando jubilaba o fallecía algún trabajador de la educación. Calcule usted la multimillonaria transferencia monetaria que implicaba esta práctica. Agreguemos el dominio político que se ejerce en el magisterio al grado de incursionar en procesos electorales para obtener beneficios personales y grupales.

Cuando dicho capital político y económico se traslada de grupos magisteriales y partidistas a otro contexto como al Estado-Nación rector de la educación en México, resulta natural la resistencia al cambio, a la transformación. Como también que personas opinen sobre cómo debe ser el papel de la educación en la formación integral de ciudadanos, opinan acorde a su visión gubernamental tipo empresarial o pública, conservadora o de cambio, de derecha o izquierda.

Veremos si el Poder Ejecutivo Federal avanza en su curva de aprendizaje y sabe salir avante en el tema reforma educativa ante presiones de poderosos grupos económicos internacionales y secciones magisteriales (SNTE y CNTE).