/ lunes 25 de febrero de 2019

¿Qué ganó, el no a la huelga?

El jueves 20 de septiembre de 2018 el senado ratificó por unanimidad el Convenio 98 de la Organización Internacional del Trabajo enviado previamente por el todavía presidente Enrique Peña Nieto. Puede haber quien interprete que la OIT, esté preocupada por la suerte de los trabajadores a nivel internacional, pero esa no es nuestra interpretación. Todos los organismos internacionales de la ONU, o que giran en torno a ella, están atentos a que el sistema capitalista esté funcionando lo más posible de acuerdo a su propia normalidad. Vieron que la situación de México era delicada por que la acumulación capitalista se estaba dando en beneficio de muy pocos y su contra parte, el trabajo, estaba en una situación más que precaria; abundaba el desempleo, el que había estaba muy mal pagado, los jóvenes no tenían un presente y un futuro en condiciones favorables a su propia realización, crecía el crimen organizado y, por si fuera poco, allá un poco atrás de este panorama estaba un ejército zapatista que no había firmado la paz, ni había sido derrotado.
Estas condiciones se estaban conformando propicias para un escenario revolucionario y, entonces, si se interrumpiría el proceso de acumulación capitalista. México, como una olla de presión necesitaba un desfogue y emiten el convenio 98 con el que se pueden formar sindicatos democráticos, con elecciones periódicas de sus dirigentes mediante voto universal y secreto. Así, México llegaría a equilibrar las fuerzas siempre en pugna manifiesta o latente; hay que añadir que este convenio se aprueba en el senado con un gobierno diferente al neoliberal que hará las veces políticamente hablando, de un desfogue o distención de los conflictos políticos, sociales y criminales o cerrará las brechas sociales que en décadas se provocaron y profundizaron al máximo posible.

Los sindicatos emplazan a huelgas y paran la producción en empresas exportadoras, brotan los paros ilegales, se declaran huelgas inexistentes, se conceden aumentos del 20 por ciento y un bono de 23 mil pesos, otras empresas cierran y se van; el movimiento huelguístico y sindical tiene también muchos miles de despedidos. El análisis individualista muestra sus limitaciones y solo alcanza a ver que la culpa es del presidente por decretar los aumentos salariales en la zona fronteriza, algunos gerentes de las empresas solo alcanzan a ver agitadores sociales y otros ven como el causante a un dirigente minero controvertido.
El movimiento huelguístico no prospera en la universidad pública, ¿Por qué? No lo sabemos del todo, pero alcanzamos a ver algunas de sus causas. La universidad pública está a la defensiva, acusada de corrupción y de mala administración en miles de millones de pesos, en particular las diez mencionadas en los últimos meses; algunos de sus sindicatos están en descomposición como en Oaxaca, o han tenido dirigencias que llevan una vida rutinaria, y los emplazamientos a huelga son la rutina mayor; porque no se preparan para la huelga movilizando la conciencia y organización de susagremiados en las delegaciones y el entorno social del sindicato. No son pocos los docentes que tratan sus problemas al margen del sindicato, y otros hasta contratan abogado individual para una solución que tarda años. Hace varios periodos que los grupos sólo se preocupan por lograr pequeñas parcelas de poder y e ldesempeño mediocre no lo perciben o no les importa. Una mayoría de docentes no tienen ninguna esperanza en el sindicato y no se sienten convocados a ningunas de sus reuniones. En estas condiciones ganó el no a la huelga, pero con este triunfo del no ¿Qué ganaron los docentes de la universidad?

El jueves 20 de septiembre de 2018 el senado ratificó por unanimidad el Convenio 98 de la Organización Internacional del Trabajo enviado previamente por el todavía presidente Enrique Peña Nieto. Puede haber quien interprete que la OIT, esté preocupada por la suerte de los trabajadores a nivel internacional, pero esa no es nuestra interpretación. Todos los organismos internacionales de la ONU, o que giran en torno a ella, están atentos a que el sistema capitalista esté funcionando lo más posible de acuerdo a su propia normalidad. Vieron que la situación de México era delicada por que la acumulación capitalista se estaba dando en beneficio de muy pocos y su contra parte, el trabajo, estaba en una situación más que precaria; abundaba el desempleo, el que había estaba muy mal pagado, los jóvenes no tenían un presente y un futuro en condiciones favorables a su propia realización, crecía el crimen organizado y, por si fuera poco, allá un poco atrás de este panorama estaba un ejército zapatista que no había firmado la paz, ni había sido derrotado.
Estas condiciones se estaban conformando propicias para un escenario revolucionario y, entonces, si se interrumpiría el proceso de acumulación capitalista. México, como una olla de presión necesitaba un desfogue y emiten el convenio 98 con el que se pueden formar sindicatos democráticos, con elecciones periódicas de sus dirigentes mediante voto universal y secreto. Así, México llegaría a equilibrar las fuerzas siempre en pugna manifiesta o latente; hay que añadir que este convenio se aprueba en el senado con un gobierno diferente al neoliberal que hará las veces políticamente hablando, de un desfogue o distención de los conflictos políticos, sociales y criminales o cerrará las brechas sociales que en décadas se provocaron y profundizaron al máximo posible.

Los sindicatos emplazan a huelgas y paran la producción en empresas exportadoras, brotan los paros ilegales, se declaran huelgas inexistentes, se conceden aumentos del 20 por ciento y un bono de 23 mil pesos, otras empresas cierran y se van; el movimiento huelguístico y sindical tiene también muchos miles de despedidos. El análisis individualista muestra sus limitaciones y solo alcanza a ver que la culpa es del presidente por decretar los aumentos salariales en la zona fronteriza, algunos gerentes de las empresas solo alcanzan a ver agitadores sociales y otros ven como el causante a un dirigente minero controvertido.
El movimiento huelguístico no prospera en la universidad pública, ¿Por qué? No lo sabemos del todo, pero alcanzamos a ver algunas de sus causas. La universidad pública está a la defensiva, acusada de corrupción y de mala administración en miles de millones de pesos, en particular las diez mencionadas en los últimos meses; algunos de sus sindicatos están en descomposición como en Oaxaca, o han tenido dirigencias que llevan una vida rutinaria, y los emplazamientos a huelga son la rutina mayor; porque no se preparan para la huelga movilizando la conciencia y organización de susagremiados en las delegaciones y el entorno social del sindicato. No son pocos los docentes que tratan sus problemas al margen del sindicato, y otros hasta contratan abogado individual para una solución que tarda años. Hace varios periodos que los grupos sólo se preocupan por lograr pequeñas parcelas de poder y e ldesempeño mediocre no lo perciben o no les importa. Una mayoría de docentes no tienen ninguna esperanza en el sindicato y no se sienten convocados a ningunas de sus reuniones. En estas condiciones ganó el no a la huelga, pero con este triunfo del no ¿Qué ganaron los docentes de la universidad?