/ miércoles 17 de octubre de 2018

¿Qué importa más: las destrezas laborales o el capital social de los funcionarios públicos?

Seguramente en el caso de los funcionarios públicos se está, en general, en la misma situación que con nosotros, los profesores: se paga más por los títulos que se ostenten que por las destrezas didácticas, el conocimiento que se posea de las materias que se imparten y los aprendizajes novedosos y relevantes que se enseñen.

Generalmente, y esto es, considero, parte de nuestro subdesarrollo profesional, se piensa más en el ámbito del servicio público en la confianza personal, o incluso en el vínculo con familiares y parientes poderosos e influyentes, así como –hay que decirlo –las hermandades que se tengan entre el funcionariado, que las habilidades, destrezas y competencias profesionales.

Así, por ejemplo, ahora que el gobierno de AMLO pretende rebajar los salarios, sobre todo el de los altos y medianos funcionarios públicos, se está provocando una especie de pánico dentro de las filas de ese funcionariado, buena parte de ellos con alto capital social,es decir, con vínculos visibles entre segmentos delpúblico o con parientes poderosos, más que con conocimientos específicos de las materias complejas en los diversos ámbitos de la gestión pública, y con escaso desempeño efectivo comprobado en un campo específico del sector gubernativo.

Se está observando que de entre todo el amplio grupo de altos y medianos funcionarios públicos vigentes en la gestión de Enrique Peña Nieto buena parte de ellos están “chapulineando”, es decir buscando acomodo en el emblema triunfador, en este caso el de Morena, más que resignarse a pasar buen tiempo sin ingresos holgados. Ciertamente, en ese sentido vale recalcar que el gobierno de Peña Nieto, en su conjunto, ha sido desaprobado por la mayor porción de la población mexicana (consúltese por ejemplo a https://www.proceso.com.mx/503168/pena-nieto-reprobado-69-mexicanos-72-repudia-al-pri-pew-research-center, escrito de esa revista crítica fundamentado con encuesta del PEW Research Center)

Creo en ese sentido que el presidente electo, AMLO, debe actuar con pragmatismo extremo en lo que corresponde a la designación de, sobre todo, los altos funcionarios públicos; es decir, examinando quienes de ellas y ellos (especialmente en lo que toca a los oficiales del antiguo régimen) son verdaderamente competentes. Así de simple.

He conocido personas sin título universitario alguno, pero con un trato personal sobresaliente, que pueden, sin inmutarse o acobardarse, capotear a turbas a punto de linchar a alguien. De este tipo de personas, por ejemplo, hay pocas y no se deben desperdiciar en el enfrentamiento del actual problema principal del país: el de la seguridad pública.

No, no se deben buscar funcionarios “baratos”, que acepten ganar cualquier cantidad por el desempeño del cargo, sino sobre todo funcionarias y funcionarios competentes, con conocimiento y destrezas profesionalesprobadas en el tratamiento de las ingentes problemáticas a las que deben de enfrentarse con denuedo, como son, sobradamente, la inseguridad pública y el desempleo, problemas insistentemente señalados por el grueso de la población mexicana, de acuerdo no sólo al muy confiable INEGI, sino a la plática de todos los días con nuestras amistades más cercanas.

“Lo barato sale caro”, reza con apabullante certeza la conseja popular.



Seguramente en el caso de los funcionarios públicos se está, en general, en la misma situación que con nosotros, los profesores: se paga más por los títulos que se ostenten que por las destrezas didácticas, el conocimiento que se posea de las materias que se imparten y los aprendizajes novedosos y relevantes que se enseñen.

Generalmente, y esto es, considero, parte de nuestro subdesarrollo profesional, se piensa más en el ámbito del servicio público en la confianza personal, o incluso en el vínculo con familiares y parientes poderosos e influyentes, así como –hay que decirlo –las hermandades que se tengan entre el funcionariado, que las habilidades, destrezas y competencias profesionales.

Así, por ejemplo, ahora que el gobierno de AMLO pretende rebajar los salarios, sobre todo el de los altos y medianos funcionarios públicos, se está provocando una especie de pánico dentro de las filas de ese funcionariado, buena parte de ellos con alto capital social,es decir, con vínculos visibles entre segmentos delpúblico o con parientes poderosos, más que con conocimientos específicos de las materias complejas en los diversos ámbitos de la gestión pública, y con escaso desempeño efectivo comprobado en un campo específico del sector gubernativo.

Se está observando que de entre todo el amplio grupo de altos y medianos funcionarios públicos vigentes en la gestión de Enrique Peña Nieto buena parte de ellos están “chapulineando”, es decir buscando acomodo en el emblema triunfador, en este caso el de Morena, más que resignarse a pasar buen tiempo sin ingresos holgados. Ciertamente, en ese sentido vale recalcar que el gobierno de Peña Nieto, en su conjunto, ha sido desaprobado por la mayor porción de la población mexicana (consúltese por ejemplo a https://www.proceso.com.mx/503168/pena-nieto-reprobado-69-mexicanos-72-repudia-al-pri-pew-research-center, escrito de esa revista crítica fundamentado con encuesta del PEW Research Center)

Creo en ese sentido que el presidente electo, AMLO, debe actuar con pragmatismo extremo en lo que corresponde a la designación de, sobre todo, los altos funcionarios públicos; es decir, examinando quienes de ellas y ellos (especialmente en lo que toca a los oficiales del antiguo régimen) son verdaderamente competentes. Así de simple.

He conocido personas sin título universitario alguno, pero con un trato personal sobresaliente, que pueden, sin inmutarse o acobardarse, capotear a turbas a punto de linchar a alguien. De este tipo de personas, por ejemplo, hay pocas y no se deben desperdiciar en el enfrentamiento del actual problema principal del país: el de la seguridad pública.

No, no se deben buscar funcionarios “baratos”, que acepten ganar cualquier cantidad por el desempeño del cargo, sino sobre todo funcionarias y funcionarios competentes, con conocimiento y destrezas profesionalesprobadas en el tratamiento de las ingentes problemáticas a las que deben de enfrentarse con denuedo, como son, sobradamente, la inseguridad pública y el desempleo, problemas insistentemente señalados por el grueso de la población mexicana, de acuerdo no sólo al muy confiable INEGI, sino a la plática de todos los días con nuestras amistades más cercanas.

“Lo barato sale caro”, reza con apabullante certeza la conseja popular.