/ lunes 2 de diciembre de 2019

Qué sé de justicia electoral

El pasado 25 de noviembre, se conmemoró el día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer.

Esta fecha se eligió homenaje a las hermanas Mirabal, quienes fueron activistas por los derechos políticos en República Dominicana, y se ha declarado efeméride por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución 54/134.

Esto viene a colación por los hechos que recientemente han ocurrido en México.

En el contexto actual de nuestro país, se ha dado el caso de diversas protestas encabezadas por mujeres, quienes exigen al estado y a la sociedad el respeto a su integridad física, psicológica y sexual, dado que, se ha visibilizado que la violencia contra las mujeres es una conducta sistemática y generalizada.

Resultaría difícil sostener lo contrario, día a día a través de los medios de comunicación e incluso a través de las redes sociales tenemos conocimiento sobre algún feminicidio, violación y desaparición forzada de alguna mujer, también, existen estadísticas oficiales, sin embargo, la información formal e informal sólo permite ver una porción del problema, pues, tales registros únicamente reflejan los casos publicitados y denunciados, pero eso no excluye que otros tantos pueden existir.

Aunado a lo anterior, tenemos que las autoridades también son participes en la violencia, primero, por el desconocimiento de los tipos penales y administrativos en los temas de violencia de género, cuestión que en muchas ocasiones conduce a la impunidad, luego, porque desafortunadamente las fuerzas de seguridad pueden incurrir en prácticas encaminadas a afectar la dignidad de la mujer como persona, como las torturas de carácter sexual, y sobre el caso, existen diversos testimonios documentados sobre el hecho, e incluso, se ha condenado a México por ello.

Ante este panorama, es claro que algunas mujeres protestarían e incluso, harían uso de la violencia para hacer escuchar su voz, la cual, no habría sido escuchada cuando se expresó de forma pacífica, de ahí que, no es extraño que hayan cometido conductas que se consideren vandálicas, pero, aun con ello, no es posible cuestionar la legitimidad de su reclamo, ni tampoco podemos hacer oídos sordos ante el mismo y mucho menos voltear hacia otro lado.

La violencia de género es una realidad, y está tan normalizada que incluso convive con nosotros día a día, y tristemente, no nos es posible identificarla como tal.

Es deber de la sociedad y del estado, tomar cartas en el asunto y desde sus respectivos ámbitos generar las condiciones suficientes para que, el hecho de ser mujer deje de representar un riesgo, una limitación, una carga.


Debemos como personas, ser muy analíticos y críticos de la forma en que nos conducimos para identificar aquellas conductas que perpetúen y acentúen la violencia contra la mujer, y así, tomar camino para generar un trato equitativo, justo y respetuoso.

En efecto, han existido algunos avances en materia legislativa, como la reforma constitucional en materia de paridad de género, el reconocimiento del tipo penal de feminicidio, por señalar algunos, pero, si su observancia y cumplimiento no están garantizados, solo representan enunciados de buenas intenciones, por ello, debemos implementar las acciones necesarias para su observancia plena, y más importante, para que las mujeres tengan condiciones de vida y oportunidades adecuadas para su autorealización.

No queda mas que reiterar la solidaridad y respeto a todas las mujeres, e insistir que, estado y sociedad debemos ser participes en la lucha por el respeto irrestricto a sus derechos.

*Magistrado del Tribunal Electoral, Sala Monterrey.

El pasado 25 de noviembre, se conmemoró el día internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer.

Esta fecha se eligió homenaje a las hermanas Mirabal, quienes fueron activistas por los derechos políticos en República Dominicana, y se ha declarado efeméride por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución 54/134.

Esto viene a colación por los hechos que recientemente han ocurrido en México.

En el contexto actual de nuestro país, se ha dado el caso de diversas protestas encabezadas por mujeres, quienes exigen al estado y a la sociedad el respeto a su integridad física, psicológica y sexual, dado que, se ha visibilizado que la violencia contra las mujeres es una conducta sistemática y generalizada.

Resultaría difícil sostener lo contrario, día a día a través de los medios de comunicación e incluso a través de las redes sociales tenemos conocimiento sobre algún feminicidio, violación y desaparición forzada de alguna mujer, también, existen estadísticas oficiales, sin embargo, la información formal e informal sólo permite ver una porción del problema, pues, tales registros únicamente reflejan los casos publicitados y denunciados, pero eso no excluye que otros tantos pueden existir.

Aunado a lo anterior, tenemos que las autoridades también son participes en la violencia, primero, por el desconocimiento de los tipos penales y administrativos en los temas de violencia de género, cuestión que en muchas ocasiones conduce a la impunidad, luego, porque desafortunadamente las fuerzas de seguridad pueden incurrir en prácticas encaminadas a afectar la dignidad de la mujer como persona, como las torturas de carácter sexual, y sobre el caso, existen diversos testimonios documentados sobre el hecho, e incluso, se ha condenado a México por ello.

Ante este panorama, es claro que algunas mujeres protestarían e incluso, harían uso de la violencia para hacer escuchar su voz, la cual, no habría sido escuchada cuando se expresó de forma pacífica, de ahí que, no es extraño que hayan cometido conductas que se consideren vandálicas, pero, aun con ello, no es posible cuestionar la legitimidad de su reclamo, ni tampoco podemos hacer oídos sordos ante el mismo y mucho menos voltear hacia otro lado.

La violencia de género es una realidad, y está tan normalizada que incluso convive con nosotros día a día, y tristemente, no nos es posible identificarla como tal.

Es deber de la sociedad y del estado, tomar cartas en el asunto y desde sus respectivos ámbitos generar las condiciones suficientes para que, el hecho de ser mujer deje de representar un riesgo, una limitación, una carga.


Debemos como personas, ser muy analíticos y críticos de la forma en que nos conducimos para identificar aquellas conductas que perpetúen y acentúen la violencia contra la mujer, y así, tomar camino para generar un trato equitativo, justo y respetuoso.

En efecto, han existido algunos avances en materia legislativa, como la reforma constitucional en materia de paridad de género, el reconocimiento del tipo penal de feminicidio, por señalar algunos, pero, si su observancia y cumplimiento no están garantizados, solo representan enunciados de buenas intenciones, por ello, debemos implementar las acciones necesarias para su observancia plena, y más importante, para que las mujeres tengan condiciones de vida y oportunidades adecuadas para su autorealización.

No queda mas que reiterar la solidaridad y respeto a todas las mujeres, e insistir que, estado y sociedad debemos ser participes en la lucha por el respeto irrestricto a sus derechos.

*Magistrado del Tribunal Electoral, Sala Monterrey.