/ domingo 17 de noviembre de 2019

¿Qué trae aparejado un golpe de Estado?

Violencia, irracionalidad, quebranto a derechos humanos, a principios elementales de derecho internacional y una profunda animadversión al estado constitucional de Derecho y sus instituciones. La democracia, la que se ha edificado por años, termina por desdibujarse. Esto sucedió precisamente el pasado fin de semana en Bolivia y, como antaño se hacía en Latinoamérica, el golpe de Estado fue fraguado desde la derecha y ejecutado por la milicia.

Este perjuicio trasciende a niveles de racismo, clasismo, discriminación y arrogancia colonial e imperialista, porque Evo Morales resulta ser el primer presidente indígena electo democráticamente en un país de mayoría indígena, y ha demostrado su entereza sacando de la pobreza a su gente, respetando sus raíces culturales milenarias y su tierra, la Pachamama.

Las estadísticas no mienten, Bolivia con Evo, año con año progresó, se desarrolló; hubo bienestar, paz. Su Constitución Política se volvió pieza clave para entender y replantear temas tan trascendentes como el medio ambiente, desarrollo sostenible, respeto a derechos humanos, amor a la otredad, democracia deliberativa, grupos en situación de vulnerabilidad, diversidad y pluralidad.

El otrora presidente de Bolivia, con la entereza que le caracteriza, no permitió que el baño de sangre llegara a su país que tanto ama. Decidió renunciar a la presidencia antes de permitir que la violencia se hiciera general y ocasionara estragos en su pueblo. Dimitir antes de que su gente sufriera en carne propia las atrocidades de la represión.

El golpe de Estado perpetrado en Bolivia nos hace reafirmar las palabras de Boaventura de Sousa Santos: esto es un acto más de colonialismo en la continuidad de una larga y dolorosa historia de opresión, violencia y supremacía racial y religiosa.

Por eso mismo se debe destacar y celebrar la decisión del presidente Andrés Manuel López Obrador y del Canciller Marcelo Ebrard Casaubón al brindarle asilo político a Evo Morales Ayma. México, históricamente, ha actuado bajo este noble parámetro.

El asilo es un derecho humano inquebrantable que México siempre ha sabido disponer en tiempos difíciles; es una de las tradiciones más humanas de la diplomacia mexicana. Esa es nuestra esencia, los mexicanos sabemos recibir con el más cálido de los abrazos a españoles, libaneses, guatemaltecos, chilenos, argentinos, bolivianos… cualquiera que se encuentre vulnerable ante las circunstancias. Somos un país pacífico que privilegia el diálogo y la conciliación por encima de la fuerza y la violencia. Debemos sentirnos orgullosos porque esa es una de nuestras grandes virtudes.

Violencia, irracionalidad, quebranto a derechos humanos, a principios elementales de derecho internacional y una profunda animadversión al estado constitucional de Derecho y sus instituciones. La democracia, la que se ha edificado por años, termina por desdibujarse. Esto sucedió precisamente el pasado fin de semana en Bolivia y, como antaño se hacía en Latinoamérica, el golpe de Estado fue fraguado desde la derecha y ejecutado por la milicia.

Este perjuicio trasciende a niveles de racismo, clasismo, discriminación y arrogancia colonial e imperialista, porque Evo Morales resulta ser el primer presidente indígena electo democráticamente en un país de mayoría indígena, y ha demostrado su entereza sacando de la pobreza a su gente, respetando sus raíces culturales milenarias y su tierra, la Pachamama.

Las estadísticas no mienten, Bolivia con Evo, año con año progresó, se desarrolló; hubo bienestar, paz. Su Constitución Política se volvió pieza clave para entender y replantear temas tan trascendentes como el medio ambiente, desarrollo sostenible, respeto a derechos humanos, amor a la otredad, democracia deliberativa, grupos en situación de vulnerabilidad, diversidad y pluralidad.

El otrora presidente de Bolivia, con la entereza que le caracteriza, no permitió que el baño de sangre llegara a su país que tanto ama. Decidió renunciar a la presidencia antes de permitir que la violencia se hiciera general y ocasionara estragos en su pueblo. Dimitir antes de que su gente sufriera en carne propia las atrocidades de la represión.

El golpe de Estado perpetrado en Bolivia nos hace reafirmar las palabras de Boaventura de Sousa Santos: esto es un acto más de colonialismo en la continuidad de una larga y dolorosa historia de opresión, violencia y supremacía racial y religiosa.

Por eso mismo se debe destacar y celebrar la decisión del presidente Andrés Manuel López Obrador y del Canciller Marcelo Ebrard Casaubón al brindarle asilo político a Evo Morales Ayma. México, históricamente, ha actuado bajo este noble parámetro.

El asilo es un derecho humano inquebrantable que México siempre ha sabido disponer en tiempos difíciles; es una de las tradiciones más humanas de la diplomacia mexicana. Esa es nuestra esencia, los mexicanos sabemos recibir con el más cálido de los abrazos a españoles, libaneses, guatemaltecos, chilenos, argentinos, bolivianos… cualquiera que se encuentre vulnerable ante las circunstancias. Somos un país pacífico que privilegia el diálogo y la conciliación por encima de la fuerza y la violencia. Debemos sentirnos orgullosos porque esa es una de nuestras grandes virtudes.