/ martes 18 de enero de 2022

¿Quién tiene razón?

Tras varias instancias judiciales, y un considerable juicio mediático, el pasado lunes las autoridades australianas decidieron deportar y negar la visa al deportista serbio Novak Djokovic, luego de que el tenista incumpliera con las políticas sanitarias de aquel país, que prohíben el ingreso a extranjeros que no cumplan el esquema de vacunación correspondiente.

Sin lugar a dudas, fue una situación que ocasionó un gran debate por todas las implicaciones y la colisión de derechos que traen consigo las dos posturas en disputa. Por un lado, se encuentra el derecho a la libertad de elección que guarda el deportista serbio, para dirigir su vida según su voluntad y, en función de ello, tomar libremente la decisión de vacunarse o no, mientras que por otra parte, está el derecho a la salud que protege el Estado australiano, ante el riesgo de infección que entraña la presencia de Djokovic y su alteración al orden público, puesto que al ser un personaje altamente conocido, puede llegar a fomentar un sentimiento anti-vacunación que, de acuerdo a las autoridades, podría desencadenar efectos perjudiciales en los procesos de vacunación en Australia.

Aunque es un tema que a consideración de muchos, se politizó y, a consecuencia de ello, generó gran polarización entre quienes estaban a favor de una u otra postura, he de decir que es una situación que no significa que uno de ambos frentes no sea válido o legítimo y, que por ende, la decisión tomada por el Tribunal Federal de Australia anula de manera absoluta el derecho del serbio. Se trata de un caso que plantea un conflicto entre dos derechos debidamente reconocidos y protegidos, donde cada uno de ellos limita la posibilidad jurídica de cumplimiento del otro, por lo que su solución depende, más que de reglas generales establecidas en leyes, de un análisis especifico de las situaciones concretas que generan la tensión de los entre los derechos, para que a partir de eso las autoridades judiciales resuelvan por medio de la ponderación, es decir determinando cuál derecho debe predominar frente al otro.

Resulta evidente que el ejercicio de ponderación, en particular, la resolución del Tribunal, implican una restricción a los derechos de Novak Djokovic que le han impedido participar en la justa deportiva para la cual había ingresado a Australia, alterando así su condición migratoria en dicho país. Al final, el propósito de las medidas tomadas por las autoridades han pesado más que el interés personal de un individuo, pues aunque haya argumentos bastante justificables, ha quedado demostrado que los criterios tienden a considerar el derecho a la salud – y en cierta medida, a la vida – por encima de otros, más aún cuando estamos en medio de una crisis de salud mundial.

Tras varias instancias judiciales, y un considerable juicio mediático, el pasado lunes las autoridades australianas decidieron deportar y negar la visa al deportista serbio Novak Djokovic, luego de que el tenista incumpliera con las políticas sanitarias de aquel país, que prohíben el ingreso a extranjeros que no cumplan el esquema de vacunación correspondiente.

Sin lugar a dudas, fue una situación que ocasionó un gran debate por todas las implicaciones y la colisión de derechos que traen consigo las dos posturas en disputa. Por un lado, se encuentra el derecho a la libertad de elección que guarda el deportista serbio, para dirigir su vida según su voluntad y, en función de ello, tomar libremente la decisión de vacunarse o no, mientras que por otra parte, está el derecho a la salud que protege el Estado australiano, ante el riesgo de infección que entraña la presencia de Djokovic y su alteración al orden público, puesto que al ser un personaje altamente conocido, puede llegar a fomentar un sentimiento anti-vacunación que, de acuerdo a las autoridades, podría desencadenar efectos perjudiciales en los procesos de vacunación en Australia.

Aunque es un tema que a consideración de muchos, se politizó y, a consecuencia de ello, generó gran polarización entre quienes estaban a favor de una u otra postura, he de decir que es una situación que no significa que uno de ambos frentes no sea válido o legítimo y, que por ende, la decisión tomada por el Tribunal Federal de Australia anula de manera absoluta el derecho del serbio. Se trata de un caso que plantea un conflicto entre dos derechos debidamente reconocidos y protegidos, donde cada uno de ellos limita la posibilidad jurídica de cumplimiento del otro, por lo que su solución depende, más que de reglas generales establecidas en leyes, de un análisis especifico de las situaciones concretas que generan la tensión de los entre los derechos, para que a partir de eso las autoridades judiciales resuelvan por medio de la ponderación, es decir determinando cuál derecho debe predominar frente al otro.

Resulta evidente que el ejercicio de ponderación, en particular, la resolución del Tribunal, implican una restricción a los derechos de Novak Djokovic que le han impedido participar en la justa deportiva para la cual había ingresado a Australia, alterando así su condición migratoria en dicho país. Al final, el propósito de las medidas tomadas por las autoridades han pesado más que el interés personal de un individuo, pues aunque haya argumentos bastante justificables, ha quedado demostrado que los criterios tienden a considerar el derecho a la salud – y en cierta medida, a la vida – por encima de otros, más aún cuando estamos en medio de una crisis de salud mundial.