/ miércoles 7 de octubre de 2020

Rayos de sol │ Ciencia y desarrollo

Asignación.- Existen tres posibilidades de observar las asignaciones presupuestarias que el gobierno federal hace a la ciencia y la tecnología: la primera y más directa, el presupuesto al Ramo 38 Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt); la segunda, conforme a la clasificación funcional, los recursos destinados a la función ciencia, tecnología e innovación, y la tercera, a través del programa transversal del mismo nombre.

Recursos.- Según el Índice de Desarrollo Humano (IDH, 2019)1, dentro de los once países con los mayores valores de este, siete son también países que destinan altos recursos a la investigación y desarrollo, con promedios superiores al 2 por ciento de su ingreso (PIB). Mientras que los países con menor desarrollo y de IDH bajo o medio (menores a 0.634) destinan en general menos de 0.60 por ciento del PIB a ciencia y tecnología.

Asignaciones.- Así, hay países como Noruega que destinan el 2.61 por ciento de su gasto a ciencia y tecnología, Suiza un 3.37, Alemania 3.09, Islandia el 2.03, Suecia 3.34, Países Bajos 2.16, Dinamarca 3.10, Irlanda 1.15, Singapur 1.94, Australia el 1.87, Reino Unido 1.72, Estados Unidos 2.84, Japón 3.26, Israel 4.95 y la República de Corea (Sur) 4.81.

México.- México, por su parte, se situó en 2018 en la posición 76 del IDH con un valor de 0.767; y destina 0.41 por ciento del PIB a Ciencia y Tecnología. Este contexto sugiere la necesidad de fortalecer las políticas públicas en la materia.

Políticas.- Aunque las políticas en materia de ciencia, tecnología e innovación representan un campo específico de las políticas públicas, estas se instrumentan en función de las demandas del propio Estado, de los intereses de los académicos y de la misma ciudadanía de cada país, en virtud de que este tipo de políticas involucra a la sociedad entera.

Inconsistente.- En el caso de México, se observa que la instrumentación de las políticas públicas en materia de ciencia y tecnología no ha sido consistente, ni participativa y ha carecido de una visión de largo plazo. En consecuencia, el desarrollo de la ciencia y la tecnología en el país ha sido aleatorio y ha carecido de una definición de alta prioridad para el desarrollo nacional, por lo cual se identifican áreas de oportunidad, particularmente en la implementación de políticas de largo plazo, y en la vinculación real con los sectores académicos y productivos.

Desarrollo.- Con base en la revisión de los dos últimos Planes Nacionales de Desarrollo, el de 2013-2018 y 2019-2024, se observa la ausencia de políticas de Estado en el ámbito de la ciencia y la tecnología con las características específicas.

Gasto.- De hecho, destaca que la previsión de gasto para 2021 en la Función Ciencia, Tecnología e Innovación es inferior en 2.1 por ciento en términos reales, respecto a lo aprobado en 2020. En tanto que los recursos estimados para Conacyt (Ramo 38) para 2021 son superiores solo en 0.1 por ciento a lo aprobado en 2020.

Los recursos destinados a Ciencia y Tecnología se encuentran lejos de cumplir con el precepto, señalado en el artículo 119 de la ley General de Educación, de destinar al menos uno por ciento del PIB al gasto para la educación superior y la investigación científica y humanística, así como al desarrollo tecnológico y la innovación, en las instituciones públicas de educación superior; y reiterado en el artículo 9 bis de la Ley de Ciencia y Tecnología, “el monto anual que el Estado, Federación, entidades federativas y municipios-destinen a las actividades de investigación científica y desarrollo tecnológico, deberá ser tal que el gasto nacional en este rubro no podrá ser menor al 1 por ciento del producto interno bruto del país mediante los apoyos, mecanismos e instrumentos previstos en la Ley”.


Asignación.- Existen tres posibilidades de observar las asignaciones presupuestarias que el gobierno federal hace a la ciencia y la tecnología: la primera y más directa, el presupuesto al Ramo 38 Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt); la segunda, conforme a la clasificación funcional, los recursos destinados a la función ciencia, tecnología e innovación, y la tercera, a través del programa transversal del mismo nombre.

Recursos.- Según el Índice de Desarrollo Humano (IDH, 2019)1, dentro de los once países con los mayores valores de este, siete son también países que destinan altos recursos a la investigación y desarrollo, con promedios superiores al 2 por ciento de su ingreso (PIB). Mientras que los países con menor desarrollo y de IDH bajo o medio (menores a 0.634) destinan en general menos de 0.60 por ciento del PIB a ciencia y tecnología.

Asignaciones.- Así, hay países como Noruega que destinan el 2.61 por ciento de su gasto a ciencia y tecnología, Suiza un 3.37, Alemania 3.09, Islandia el 2.03, Suecia 3.34, Países Bajos 2.16, Dinamarca 3.10, Irlanda 1.15, Singapur 1.94, Australia el 1.87, Reino Unido 1.72, Estados Unidos 2.84, Japón 3.26, Israel 4.95 y la República de Corea (Sur) 4.81.

México.- México, por su parte, se situó en 2018 en la posición 76 del IDH con un valor de 0.767; y destina 0.41 por ciento del PIB a Ciencia y Tecnología. Este contexto sugiere la necesidad de fortalecer las políticas públicas en la materia.

Políticas.- Aunque las políticas en materia de ciencia, tecnología e innovación representan un campo específico de las políticas públicas, estas se instrumentan en función de las demandas del propio Estado, de los intereses de los académicos y de la misma ciudadanía de cada país, en virtud de que este tipo de políticas involucra a la sociedad entera.

Inconsistente.- En el caso de México, se observa que la instrumentación de las políticas públicas en materia de ciencia y tecnología no ha sido consistente, ni participativa y ha carecido de una visión de largo plazo. En consecuencia, el desarrollo de la ciencia y la tecnología en el país ha sido aleatorio y ha carecido de una definición de alta prioridad para el desarrollo nacional, por lo cual se identifican áreas de oportunidad, particularmente en la implementación de políticas de largo plazo, y en la vinculación real con los sectores académicos y productivos.

Desarrollo.- Con base en la revisión de los dos últimos Planes Nacionales de Desarrollo, el de 2013-2018 y 2019-2024, se observa la ausencia de políticas de Estado en el ámbito de la ciencia y la tecnología con las características específicas.

Gasto.- De hecho, destaca que la previsión de gasto para 2021 en la Función Ciencia, Tecnología e Innovación es inferior en 2.1 por ciento en términos reales, respecto a lo aprobado en 2020. En tanto que los recursos estimados para Conacyt (Ramo 38) para 2021 son superiores solo en 0.1 por ciento a lo aprobado en 2020.

Los recursos destinados a Ciencia y Tecnología se encuentran lejos de cumplir con el precepto, señalado en el artículo 119 de la ley General de Educación, de destinar al menos uno por ciento del PIB al gasto para la educación superior y la investigación científica y humanística, así como al desarrollo tecnológico y la innovación, en las instituciones públicas de educación superior; y reiterado en el artículo 9 bis de la Ley de Ciencia y Tecnología, “el monto anual que el Estado, Federación, entidades federativas y municipios-destinen a las actividades de investigación científica y desarrollo tecnológico, deberá ser tal que el gasto nacional en este rubro no podrá ser menor al 1 por ciento del producto interno bruto del país mediante los apoyos, mecanismos e instrumentos previstos en la Ley”.