/ miércoles 3 de julio de 2019

¿Redefinir o no?

En estos días estamos viendo gran polarización en Zacatecas por el tema de los matrimonios igualitarios. Es triste ver que el mero hecho de opinar, a favor o en contra, se tome a mal. Quizá estas líneas salgan sobrando, pues al parecer ya nadie puede expresarse, y eso no es buena señal. ¿Por qué nos da miedo escuchar al que piensa diferente? Es probable que no nos pongamos de acuerdo, pero eso no significa que podemos ofendernos.

Toda persona tiene derecho a vivir de la manera que crea más conveniente, siempre y cuando respete a los demás. Habría que aprender a juzgarnos menos. Hoy nuestras sociedades son más plurales, y tenemos que encontrar las formas de vivir juntos. El estado laico debe garantizar que todos, a pesar de tener ideas diferentes, encontremos un espacio en la sociedad.

Los derechos humanos hoy son una prioridad. Ya nos hemos atacado mucho en el pasado. Creo que en esto estamos todos de acuerdo. El problema surge cuando tenemos que reconocer, definir y plasmar en la ley dichos derechos. Hay nuevas realidades que, nos guste o no, ahí están. Conocer personas concretas, con historias reales, nos sensibiliza, nos hace ver las cosas diferente.

Una de esas nuevas realidades son las parejas de personas del mismo sexo. Alguno puede no estar de acuerdo, pero eso no autoriza para tratar mal a nadie. Es necesario que encuentre un sustento legal la exigencia de que dichas uniones sean reconocidas, con ciertos derechos y obligaciones.

Por otro lado, existe el matrimonio que en lo sustancial se define como la unión entre el varón y la mujer, el cual ha tenido su proceso de reconocimiento a lo largo de la historia. De hecho la misma palabra tiene su origen en la idea de madre, de maternidad, de proteger a los hijos. Y no es una opinión personal, es una cuestión histórica, la cual no depende de que yo lo afirme o no.

Me parece un poco paradójico, que hoy día cuando se nos invita a respetar la diversidad, algo por supuesto necesario, se quiera por otro lado anclar nuevas realidades a un término antiguo con sabor a tradición, a conservadurismo, incluso con una gran carga religiosa como lo es la palabra matrimonio. ¿Cuál es el fin de redefinirlo? Si hablamos de diversidad, usemos términos diversos. Querer homogeneizar en el lenguaje la realidad, que de por sí es diversa, crea confusión. No creo que esto sea considerar que hay ciudadanos de primera y de segunda, sólo quiero distinguir lo diverso. Estoy a favor del respeto a todos, y también de encontrar maneras diversas de llamar a lo que es diverso. ¡Gracias!

En estos días estamos viendo gran polarización en Zacatecas por el tema de los matrimonios igualitarios. Es triste ver que el mero hecho de opinar, a favor o en contra, se tome a mal. Quizá estas líneas salgan sobrando, pues al parecer ya nadie puede expresarse, y eso no es buena señal. ¿Por qué nos da miedo escuchar al que piensa diferente? Es probable que no nos pongamos de acuerdo, pero eso no significa que podemos ofendernos.

Toda persona tiene derecho a vivir de la manera que crea más conveniente, siempre y cuando respete a los demás. Habría que aprender a juzgarnos menos. Hoy nuestras sociedades son más plurales, y tenemos que encontrar las formas de vivir juntos. El estado laico debe garantizar que todos, a pesar de tener ideas diferentes, encontremos un espacio en la sociedad.

Los derechos humanos hoy son una prioridad. Ya nos hemos atacado mucho en el pasado. Creo que en esto estamos todos de acuerdo. El problema surge cuando tenemos que reconocer, definir y plasmar en la ley dichos derechos. Hay nuevas realidades que, nos guste o no, ahí están. Conocer personas concretas, con historias reales, nos sensibiliza, nos hace ver las cosas diferente.

Una de esas nuevas realidades son las parejas de personas del mismo sexo. Alguno puede no estar de acuerdo, pero eso no autoriza para tratar mal a nadie. Es necesario que encuentre un sustento legal la exigencia de que dichas uniones sean reconocidas, con ciertos derechos y obligaciones.

Por otro lado, existe el matrimonio que en lo sustancial se define como la unión entre el varón y la mujer, el cual ha tenido su proceso de reconocimiento a lo largo de la historia. De hecho la misma palabra tiene su origen en la idea de madre, de maternidad, de proteger a los hijos. Y no es una opinión personal, es una cuestión histórica, la cual no depende de que yo lo afirme o no.

Me parece un poco paradójico, que hoy día cuando se nos invita a respetar la diversidad, algo por supuesto necesario, se quiera por otro lado anclar nuevas realidades a un término antiguo con sabor a tradición, a conservadurismo, incluso con una gran carga religiosa como lo es la palabra matrimonio. ¿Cuál es el fin de redefinirlo? Si hablamos de diversidad, usemos términos diversos. Querer homogeneizar en el lenguaje la realidad, que de por sí es diversa, crea confusión. No creo que esto sea considerar que hay ciudadanos de primera y de segunda, sólo quiero distinguir lo diverso. Estoy a favor del respeto a todos, y también de encontrar maneras diversas de llamar a lo que es diverso. ¡Gracias!