/ martes 3 de agosto de 2021

Refinería Dos Bocas

A un mes de haberse cumplido la primera mitad del sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador, comienzan a tomar relevancia los proyectos y estrategias que habrán de consolidar la 4T en el territorio nacional.

Luego de tres años bajo un nuevo esquema de gobernanza, son muchas las situaciones que obligan a realizar un análisis sobre las políticas de bienestar empleadas, así como de los proyectos con los que se culminará el ejercicio del Poder Ejecutivo Federal y que significarán, un triunfo o fracaso –condición precipitada puesto que para tasar los resultados es necesario el transcurso de varios años–, para la presente administración.

Uno de los proyectos más ambiciosos en el marco de la 4T, es la construcción de la refinería de Dos Bocas en el Estado de Tabasco. Al respecto, son en su mayoría negativos los comentarios que giran a su alrededor, gran parte de ellos sustentados por la desinformación caótica que se transmite en las distintas redes sociales. Sin embargo, contrario a lo que se suele decir, la refinería representa una gran oportunidad para que México recupere su autosuficiencia en materia energética, explotando los beneficios colaterales que esto implica, como el desarrollo tecnológico, el fomento a la inversión, la industrialización, el impulso a los empleos, así como la seguridad en la producción y suministro de los combustibles.

No solamente México está apostando por la construcción de nuevas refinerías, se trata de una tendencia global que han adoptado los países en vías de desarrollo, para potenciar sus economías, utilizando nuevos y mejores procesos que permitan generar productos del crudo, de mayor calidad, con el menor daño al medio ambiente posible. Actualmente, nuestro país cuenta con 6 refinerías que operan al 50% o menos de su capacidad. El tiempo las ha hecho obsoletas y, por esa y otras razones, son incapaces de cubrir las necesidades de abastecimiento que requiere el país, sin mencionar el escaso aprovechamiento al petróleo crudo por la falta de los procesos novedosos que brindan las refinerías en el contexto vigente.

Al día de hoy, el avance total de la refinería ya rebasa el 50% en lo que respecta a obra y financiamiento, y mantiene una expectativa de incrementar, en los meses que restan, un 25% más, para que al término del año se registre un progreso aproximado del 75% y con ello, en el segundo semestre de 2022, pueda comenzar a operar.

La política energética de las economías más avanzadas apunta a la producción de petroquímicos y biocombustibles; en México, simplemente no existen las mismas condiciones, pero primero lo primero, Dos Bocas es un paso importante para garantizar la seguridad energética. Si todo marcha como hasta ahora, el proyecto de Dos Bocas se convertirá en una realidad: significa la materialización de una de las cartas más fuertes en el presente gobierno, que podría generar una cascada de resultados tangibles y favorables, si éste y los demás proyectos se logran cristalizar tal y como se prometieron.

A un mes de haberse cumplido la primera mitad del sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador, comienzan a tomar relevancia los proyectos y estrategias que habrán de consolidar la 4T en el territorio nacional.

Luego de tres años bajo un nuevo esquema de gobernanza, son muchas las situaciones que obligan a realizar un análisis sobre las políticas de bienestar empleadas, así como de los proyectos con los que se culminará el ejercicio del Poder Ejecutivo Federal y que significarán, un triunfo o fracaso –condición precipitada puesto que para tasar los resultados es necesario el transcurso de varios años–, para la presente administración.

Uno de los proyectos más ambiciosos en el marco de la 4T, es la construcción de la refinería de Dos Bocas en el Estado de Tabasco. Al respecto, son en su mayoría negativos los comentarios que giran a su alrededor, gran parte de ellos sustentados por la desinformación caótica que se transmite en las distintas redes sociales. Sin embargo, contrario a lo que se suele decir, la refinería representa una gran oportunidad para que México recupere su autosuficiencia en materia energética, explotando los beneficios colaterales que esto implica, como el desarrollo tecnológico, el fomento a la inversión, la industrialización, el impulso a los empleos, así como la seguridad en la producción y suministro de los combustibles.

No solamente México está apostando por la construcción de nuevas refinerías, se trata de una tendencia global que han adoptado los países en vías de desarrollo, para potenciar sus economías, utilizando nuevos y mejores procesos que permitan generar productos del crudo, de mayor calidad, con el menor daño al medio ambiente posible. Actualmente, nuestro país cuenta con 6 refinerías que operan al 50% o menos de su capacidad. El tiempo las ha hecho obsoletas y, por esa y otras razones, son incapaces de cubrir las necesidades de abastecimiento que requiere el país, sin mencionar el escaso aprovechamiento al petróleo crudo por la falta de los procesos novedosos que brindan las refinerías en el contexto vigente.

Al día de hoy, el avance total de la refinería ya rebasa el 50% en lo que respecta a obra y financiamiento, y mantiene una expectativa de incrementar, en los meses que restan, un 25% más, para que al término del año se registre un progreso aproximado del 75% y con ello, en el segundo semestre de 2022, pueda comenzar a operar.

La política energética de las economías más avanzadas apunta a la producción de petroquímicos y biocombustibles; en México, simplemente no existen las mismas condiciones, pero primero lo primero, Dos Bocas es un paso importante para garantizar la seguridad energética. Si todo marcha como hasta ahora, el proyecto de Dos Bocas se convertirá en una realidad: significa la materialización de una de las cartas más fuertes en el presente gobierno, que podría generar una cascada de resultados tangibles y favorables, si éste y los demás proyectos se logran cristalizar tal y como se prometieron.