/ martes 29 de enero de 2019

Remembranza

En mi ya muy larga carrera en el ámbito docente, me ha tocado impartir clases a, entre otros, alumnados de grupos de educadoras y profesoras en general. Y en verdad ha sido un verdadero gusto hacerlo. Cuando he estado impartiendo clases he experimentado regresiones psicológicas de cuando, por ejemplo, yo mismo cursé el preescolar y la primaria. La educación que recibí en el desarrollo de mi esquema afectivo fue realmente muy satisfactorio, muy perceptivo, en especial con mi maestra Aurora en párvulos, y con la maestra Alicia y la madre Lupe en la primaria.

Y recuerdo muy bien, en ese mismo ámbito, ya yo como profesor, a una de mis alumnas de aquí de Zacatecas, profesora rural en servicio ella, que hacía un recorrido de más de dos horas, en parte a pie, en parte en camión rural de pasajeros, desde su comunidad serrana hasta la universidad aquí en Zacatecas, para estar en mi clase que iniciaba a las 9 de la mañana los sábados. Estoy en este caso hablando de hace más de 20 años. Me gratificaba sobremanera, además del reconocimiento que públicamente yo le hacía a ella, su forma siempre lucida de participar en las sesiones de clase, lo que de manera persistente y bien lograda hacía, además del esfuerzo físico tan encomiable que ella acometía para estar en clase.

En fin, yendo al grano, y teniendo como referencia esa vivencia que experimenté, quisiera hacer un comentario sobre una de las discusiones del momento, a propósito de la nominación de Yalitza Aparicio Martínez, docente mexicana y actriz de cine de origen indígena, reconocida por su participación en la cinta Roma. Esta obra –cabe agregar tomando como referencia a la prensa –ha sido dirigida por el notable cineasta Alfonso Cuarón, en el pasado 2018, y ha merecido que Yalitza sea nominada para el Oscar de la Academia de Estados Unidos de América por su destacada actuación.

Pero en el mundillo artístico, al igual que en el político, no faltan los pareceres discordantes si no es que de plano díscolos. En efecto, la actriz Patricia Reyes Spíndola discrepa de los integrantes de la Academia de Estados Unidos (¿y uno pregunta quién es ella para discrepar de un grupo de lo más refinado de especialistas?) y sostiene que no debe otorgársele el Oscar a Yalitza: “No es su vocación, no es lo que quiere. Si Cuarón la sigue jalando para trabajar, pues probablemente, pero no creo que sea su vocación. Creo que es un momento, como un flash”.

A Patricia Reyes, entonces, “hasta lo que no come le hace daño”, como reza el refrán mexicano.


P. D. Me uno al luto de la familia de Francisco Murillo Belmontes, destacado zacatecano y excelente persona. ¡Descanse en paz!

En mi ya muy larga carrera en el ámbito docente, me ha tocado impartir clases a, entre otros, alumnados de grupos de educadoras y profesoras en general. Y en verdad ha sido un verdadero gusto hacerlo. Cuando he estado impartiendo clases he experimentado regresiones psicológicas de cuando, por ejemplo, yo mismo cursé el preescolar y la primaria. La educación que recibí en el desarrollo de mi esquema afectivo fue realmente muy satisfactorio, muy perceptivo, en especial con mi maestra Aurora en párvulos, y con la maestra Alicia y la madre Lupe en la primaria.

Y recuerdo muy bien, en ese mismo ámbito, ya yo como profesor, a una de mis alumnas de aquí de Zacatecas, profesora rural en servicio ella, que hacía un recorrido de más de dos horas, en parte a pie, en parte en camión rural de pasajeros, desde su comunidad serrana hasta la universidad aquí en Zacatecas, para estar en mi clase que iniciaba a las 9 de la mañana los sábados. Estoy en este caso hablando de hace más de 20 años. Me gratificaba sobremanera, además del reconocimiento que públicamente yo le hacía a ella, su forma siempre lucida de participar en las sesiones de clase, lo que de manera persistente y bien lograda hacía, además del esfuerzo físico tan encomiable que ella acometía para estar en clase.

En fin, yendo al grano, y teniendo como referencia esa vivencia que experimenté, quisiera hacer un comentario sobre una de las discusiones del momento, a propósito de la nominación de Yalitza Aparicio Martínez, docente mexicana y actriz de cine de origen indígena, reconocida por su participación en la cinta Roma. Esta obra –cabe agregar tomando como referencia a la prensa –ha sido dirigida por el notable cineasta Alfonso Cuarón, en el pasado 2018, y ha merecido que Yalitza sea nominada para el Oscar de la Academia de Estados Unidos de América por su destacada actuación.

Pero en el mundillo artístico, al igual que en el político, no faltan los pareceres discordantes si no es que de plano díscolos. En efecto, la actriz Patricia Reyes Spíndola discrepa de los integrantes de la Academia de Estados Unidos (¿y uno pregunta quién es ella para discrepar de un grupo de lo más refinado de especialistas?) y sostiene que no debe otorgársele el Oscar a Yalitza: “No es su vocación, no es lo que quiere. Si Cuarón la sigue jalando para trabajar, pues probablemente, pero no creo que sea su vocación. Creo que es un momento, como un flash”.

A Patricia Reyes, entonces, “hasta lo que no come le hace daño”, como reza el refrán mexicano.


P. D. Me uno al luto de la familia de Francisco Murillo Belmontes, destacado zacatecano y excelente persona. ¡Descanse en paz!