/ martes 18 de agosto de 2020

Siguen las acusaciones entre AMLO y Felipe Calderón ¿Quién ganará?

El presidente López Obrador y el exmandatario Felipe Calderón Hinojosa escalaron su confrontación y cruzaron acusaciones, al ambos acusarse, uno al otro, que han apoyado a grupos del crimen organizado, cada uno en su periodo presidencial.

López Obrador afirmó en una de sus “mañaneras” que, debido a los presuntos nexos con grupos criminales que tuvo Genaro García Luna, cuando fue secretario de Seguridad en el sexenio de Calderón, se puede hablar de que en México hubo un narco-Estado en ese periodo.

AMLO asegura que, en ese periodo sexenal, el de Felipe Calderón, mandaba la delincuencia, pues, señala AMLO, quienes tenían que combatir a los criminales estaban al servicio de “ellos”, haciendo referencia a los presuntos acuerdos de García Luna con el Cartel de Sinaloa.

Y en lo personal yo no veo necesidad alguna de sacar a relucir lo ocurrido hace 14 años, cuando la gestión presidencial de Felipe Calderón, en comparación con la de que ahora ocurre con AMLO. Y sí, Calderón dejó ver algo que hasta la fecha nos deja atónitos a los mexicanos: el saludo más que cordial –podríamos decir que afectuoso –de AMLO a la señora madre del Chapo Guzmán, así como al hijo de esa persona a quien, por orden firmada y justificada de AMLO, escapó de la policía, pudimos observar no sólo un “dejar hacer y dejar pasar” sino hasta de cierta simpatía hacia esas personas.

Y por supuesto que podemos tener la simpatía que se nos dé la gana por quien sea, pero no en el caso de los altos funcionarios públicos, menos aun cuando se trata de un asunto de seguridad nacional. Pero, en fin, AMLO ataca, pero le disgusta que lo ataquen, o lo contraataquen. ¿De qué pensará AMLO que está hecha la gente, de dejarse sin más cuando se le embiste con torpe desmesura?

Debo manifestar a este respecto que ya dejé de ver las “mañaneras” por tanta contradicción, tanta dificultad de palabra de AMLO, que reburuja lo que quiere decir (se vale, siempre, llevar las notas pertinentes, más ahora con tanto dispositivo electrónico para hacerlo). Pero balbucea innecesariamente la idea que quiere expresar. Y eso, considero, se nos puede perdonar a quienes no detentamos poder, pero no al presidente de la república

A ese respecto, quiero recordar lo que dijo un muy buen amigo mío, Leonardo Valdés Zurita, quien también recordó que los partidos “presionaron” al Consejo General para adelantar la fiscalización de las campañas presidenciales y se encontró que sólo Andrés Manuel López Obrador había rebasado los topes de campaña, “por lo que se retractaron de su solicitud y los consejeros ‘de buena fe’ accedieron a profundizar en la revisión que trajo los mismos resultados…”

El presidente López Obrador y el exmandatario Felipe Calderón Hinojosa escalaron su confrontación y cruzaron acusaciones, al ambos acusarse, uno al otro, que han apoyado a grupos del crimen organizado, cada uno en su periodo presidencial.

López Obrador afirmó en una de sus “mañaneras” que, debido a los presuntos nexos con grupos criminales que tuvo Genaro García Luna, cuando fue secretario de Seguridad en el sexenio de Calderón, se puede hablar de que en México hubo un narco-Estado en ese periodo.

AMLO asegura que, en ese periodo sexenal, el de Felipe Calderón, mandaba la delincuencia, pues, señala AMLO, quienes tenían que combatir a los criminales estaban al servicio de “ellos”, haciendo referencia a los presuntos acuerdos de García Luna con el Cartel de Sinaloa.

Y en lo personal yo no veo necesidad alguna de sacar a relucir lo ocurrido hace 14 años, cuando la gestión presidencial de Felipe Calderón, en comparación con la de que ahora ocurre con AMLO. Y sí, Calderón dejó ver algo que hasta la fecha nos deja atónitos a los mexicanos: el saludo más que cordial –podríamos decir que afectuoso –de AMLO a la señora madre del Chapo Guzmán, así como al hijo de esa persona a quien, por orden firmada y justificada de AMLO, escapó de la policía, pudimos observar no sólo un “dejar hacer y dejar pasar” sino hasta de cierta simpatía hacia esas personas.

Y por supuesto que podemos tener la simpatía que se nos dé la gana por quien sea, pero no en el caso de los altos funcionarios públicos, menos aun cuando se trata de un asunto de seguridad nacional. Pero, en fin, AMLO ataca, pero le disgusta que lo ataquen, o lo contraataquen. ¿De qué pensará AMLO que está hecha la gente, de dejarse sin más cuando se le embiste con torpe desmesura?

Debo manifestar a este respecto que ya dejé de ver las “mañaneras” por tanta contradicción, tanta dificultad de palabra de AMLO, que reburuja lo que quiere decir (se vale, siempre, llevar las notas pertinentes, más ahora con tanto dispositivo electrónico para hacerlo). Pero balbucea innecesariamente la idea que quiere expresar. Y eso, considero, se nos puede perdonar a quienes no detentamos poder, pero no al presidente de la república

A ese respecto, quiero recordar lo que dijo un muy buen amigo mío, Leonardo Valdés Zurita, quien también recordó que los partidos “presionaron” al Consejo General para adelantar la fiscalización de las campañas presidenciales y se encontró que sólo Andrés Manuel López Obrador había rebasado los topes de campaña, “por lo que se retractaron de su solicitud y los consejeros ‘de buena fe’ accedieron a profundizar en la revisión que trajo los mismos resultados…”