/ lunes 14 de mayo de 2018

Sistema político ¿en crisis o transición?

El prestigiado pensador Immanuel Wallerstein en su libro “Impensar las ciencias sociales” escribe respecto a crisis de un sistema derivado la polarización de intereses entre grupos que buscan el poder económico y político “El resultado ha sido el surgimiento gradual y un tanto espectacular de movimientos contrarios al sistema” (pág. 29).

El proceso electoral de este 2018 se repite el mismo mecanismo donde cada partido o grupos de gran poder coaligados se ponen de acuerdo para designar candidatos a puestos clave, pero por resultados gubernamentales la visión de crecimiento político-electoral y la interacción entre clase política con el electorado vemos no es la misma en campo y ciudad que en elegantes oficinas gubernamentales o empresariales. El problema para el ciudadano común es que la visión de desarrollo regional o político no es la misma de las élites del poder real y ello genera crisis de legitimación electoral ante población pues la disparidad de intereses políticos y económicos entre la élite y clase gobernante respecto a la ciudadanía no tienen el mismo horizonte de llegada ni los mismos tiempos, por ejemplo la política económica de inversión privada extranjera en extracción de recursos naturales no renovables (petróleo, minería o agua) o que el pueblo de México desmantele el modelo económico neoliberal que nos genera tanta pobreza material e inmaterial para en su lugar se implantar otro modelo económico alternativo basado en el verdadero bienestar de la gente y en lo local.

El desplazamiento de un grupo político de las instancias gubernamentales y sobre todo realizar cambios substanciales, de fondo y constitucionalmente, a favor de la gente más desfavorecida o en su caso de las élites, son cambios estructurales y no de situación. Focalizando más aún puede hablarse de grupos políticos insertos en partidos, si alguno de éstos es desplazado por otro entonces para sus miembros será un cambio estructural, mas no así para el concierto político-económico nacional, por tanto para quienes somos simples ciudadanos podemos hablar que en el actual proceso electoral 2018 bien puede haber una transición entre grupos de la clase política o un proceso evolutivo histórico para el bienestar de los mexicanos como cita Wallerstein. Cambio o transformación muy diferente si al modificar la estructura económica, política y legislativa de la nación impacta en los intereses de grupos hegemónicos. El último evento de esta naturaleza fue la reforma a la estructura del Estado-Nación que propiciaron los liberales con Benito Juárez a la cabeza en las décadas de 1850 y 1860.

Los cambios estructurales son los que generan crisis-transformación como bien lo señala Wallerstein, aunque quizá sea lo deseable para lograr el anhelado bienestar. Este es el actual dilema del mexicano respecto al sistema político-económico.

El prestigiado pensador Immanuel Wallerstein en su libro “Impensar las ciencias sociales” escribe respecto a crisis de un sistema derivado la polarización de intereses entre grupos que buscan el poder económico y político “El resultado ha sido el surgimiento gradual y un tanto espectacular de movimientos contrarios al sistema” (pág. 29).

El proceso electoral de este 2018 se repite el mismo mecanismo donde cada partido o grupos de gran poder coaligados se ponen de acuerdo para designar candidatos a puestos clave, pero por resultados gubernamentales la visión de crecimiento político-electoral y la interacción entre clase política con el electorado vemos no es la misma en campo y ciudad que en elegantes oficinas gubernamentales o empresariales. El problema para el ciudadano común es que la visión de desarrollo regional o político no es la misma de las élites del poder real y ello genera crisis de legitimación electoral ante población pues la disparidad de intereses políticos y económicos entre la élite y clase gobernante respecto a la ciudadanía no tienen el mismo horizonte de llegada ni los mismos tiempos, por ejemplo la política económica de inversión privada extranjera en extracción de recursos naturales no renovables (petróleo, minería o agua) o que el pueblo de México desmantele el modelo económico neoliberal que nos genera tanta pobreza material e inmaterial para en su lugar se implantar otro modelo económico alternativo basado en el verdadero bienestar de la gente y en lo local.

El desplazamiento de un grupo político de las instancias gubernamentales y sobre todo realizar cambios substanciales, de fondo y constitucionalmente, a favor de la gente más desfavorecida o en su caso de las élites, son cambios estructurales y no de situación. Focalizando más aún puede hablarse de grupos políticos insertos en partidos, si alguno de éstos es desplazado por otro entonces para sus miembros será un cambio estructural, mas no así para el concierto político-económico nacional, por tanto para quienes somos simples ciudadanos podemos hablar que en el actual proceso electoral 2018 bien puede haber una transición entre grupos de la clase política o un proceso evolutivo histórico para el bienestar de los mexicanos como cita Wallerstein. Cambio o transformación muy diferente si al modificar la estructura económica, política y legislativa de la nación impacta en los intereses de grupos hegemónicos. El último evento de esta naturaleza fue la reforma a la estructura del Estado-Nación que propiciaron los liberales con Benito Juárez a la cabeza en las décadas de 1850 y 1860.

Los cambios estructurales son los que generan crisis-transformación como bien lo señala Wallerstein, aunque quizá sea lo deseable para lograr el anhelado bienestar. Este es el actual dilema del mexicano respecto al sistema político-económico.