/ domingo 5 de abril de 2020

Solidaridad ante la pandemia

Decía Séneca que ante el miedo debe uno elegir siempre la esperanza. Y es así como debemos asumirnos frente a esta pandemia que nos azora como humanidad. De hecho, tenemos la imperiosa necesidad de repensar nuestra forma de convivencia, cuando hayamos logrado dejar atrás esta crisis. En la ayuda, la solidaridad, la empatía. Desde una vertiente más integral, donde los seres sintientes y el ambiente sean incluidos y protegidos. No podemos seguir siendo el virus del planeta; antes bien, visualizarnos como seres de cambio y resiliencia.

Debemos, bajo un principio categórico de humanidad, tratar de ayudar en la medida de lo posible. El gobierno, atento a la salud de todas las personas, ha realizado una suerte de estrategias de prevención con el propósito de poder detener esta pandemia. No queremos llegar a situaciones tan delicadas y difíciles como las que están viviendo países como Italia, España o Estados Unidos. Y frenarla nos involucra a todas y todos los mexicanos. La sociedad ha sabido responder, quedándose en casa. Unidad nacional frente a esta emergencia sanitaria. Somos un pueblo consciente y solidario que ante este tipo de eventualidades coopera y se une. Bastará ver la ayuda en los sismos de 1985 o 2017 para entenderlo.

Me preocupa sobremanera la situación tan delicada que estamos viviendo. Estoy consciente que más de la mitad de la población en México vive al día. Se encuentran en una incertidumbre atroz. No pueden dejar de trabajar porque eso significaría dejar sin alimento a sus familias. Qué terrible disyuntiva. Por eso mismo quise poner mi granito de arena: decidí donar tres meses de mi salario como legisladora para ayudar a combatir las terribles consecuencias de esta pandemia, que repercute en la salud y economía del pueblo mexicano. Lo canalizo por medio del gobierno de Zacatecas; de su gobernador Alejandro Tello Cristerna, hombre honesto y comprometido con las causas sociales, del cual, lo sé, por su conducto, llegará a las personas más vulnerables e indefensas de nuestro estado. Juntos, codo a codo, somos mucho más que dos. No debemos olvidarlo.

La solidaridad y empatía de nuestra gente se propaga más rápido que incluso el Covid-19 y estoy en lo cierto que será la barrera que logre contenerlo. Son tiempos de ayuda y de cambio. La humanidad deberá aprender nuevas formas de interacción con su otredad. Las estrategias de los gobiernos tendrán sustento y apoyo en esta sociedad consciente y evolutiva, brindando siempre la información veraz, confiable y oportuna. En coordinación saldremos avante. La ayuda es el camino.

Decía Séneca que ante el miedo debe uno elegir siempre la esperanza. Y es así como debemos asumirnos frente a esta pandemia que nos azora como humanidad. De hecho, tenemos la imperiosa necesidad de repensar nuestra forma de convivencia, cuando hayamos logrado dejar atrás esta crisis. En la ayuda, la solidaridad, la empatía. Desde una vertiente más integral, donde los seres sintientes y el ambiente sean incluidos y protegidos. No podemos seguir siendo el virus del planeta; antes bien, visualizarnos como seres de cambio y resiliencia.

Debemos, bajo un principio categórico de humanidad, tratar de ayudar en la medida de lo posible. El gobierno, atento a la salud de todas las personas, ha realizado una suerte de estrategias de prevención con el propósito de poder detener esta pandemia. No queremos llegar a situaciones tan delicadas y difíciles como las que están viviendo países como Italia, España o Estados Unidos. Y frenarla nos involucra a todas y todos los mexicanos. La sociedad ha sabido responder, quedándose en casa. Unidad nacional frente a esta emergencia sanitaria. Somos un pueblo consciente y solidario que ante este tipo de eventualidades coopera y se une. Bastará ver la ayuda en los sismos de 1985 o 2017 para entenderlo.

Me preocupa sobremanera la situación tan delicada que estamos viviendo. Estoy consciente que más de la mitad de la población en México vive al día. Se encuentran en una incertidumbre atroz. No pueden dejar de trabajar porque eso significaría dejar sin alimento a sus familias. Qué terrible disyuntiva. Por eso mismo quise poner mi granito de arena: decidí donar tres meses de mi salario como legisladora para ayudar a combatir las terribles consecuencias de esta pandemia, que repercute en la salud y economía del pueblo mexicano. Lo canalizo por medio del gobierno de Zacatecas; de su gobernador Alejandro Tello Cristerna, hombre honesto y comprometido con las causas sociales, del cual, lo sé, por su conducto, llegará a las personas más vulnerables e indefensas de nuestro estado. Juntos, codo a codo, somos mucho más que dos. No debemos olvidarlo.

La solidaridad y empatía de nuestra gente se propaga más rápido que incluso el Covid-19 y estoy en lo cierto que será la barrera que logre contenerlo. Son tiempos de ayuda y de cambio. La humanidad deberá aprender nuevas formas de interacción con su otredad. Las estrategias de los gobiernos tendrán sustento y apoyo en esta sociedad consciente y evolutiva, brindando siempre la información veraz, confiable y oportuna. En coordinación saldremos avante. La ayuda es el camino.