/ lunes 18 de febrero de 2019

Sólo así podré lograrlo

Es entendible, que para superar retos o conquistar nuevos objetivos, tenemos que tener en cuenta varias opciones a escoger y, que para esto se requiere de conocer mejor el trayecto que vallamos a recorrer y si no lo conocemos debemos de estudiar, prepararnos más o buscar la ayuda de quien ha logrado o lo ha intentado; esta ayuda nos hará entender varias situaciones adversas que nos han hecho no lograr el objetivo o simplemente nos ayudarán a tener un apoyo al reunir nuestra experiencia con la ayuda externa, de la cual invitaremos a lograr todo lo planeado.

Primeramente, debemos de estar conscientes que los grandes retos a vencer estarán alimentados de grandes sacrificios, que la lucha será de día o de noche y que el dolor lo asimilaremos mejor al estar conscientes de lo que queremos.

La segunda, la tenacidad o perseverancia de seguir cueste lo que cueste, sin mirar que tan fuerte sea el sacrificio o el dolor. Siempre caminando sin mirar hacia atrás ni a los lados; el trabajo constante será la clave, sin bajar la velocidad ni cambiar el rumbo por tan sólo querer encontrar la línea de confort o comodidad.

La tercera clave es La seguridad de saber en realidad lo que quiero, en pocas palabras, creérselo, saber que eso deseo y que lo lograré algún día o en cualquier momento, estar conscientes que será mío, que nada me vencerá más que la voluntad de Dios quien es el que me permite de creer en lo que voy hacer. Comenzar con una idea y estar seguros que al lograrlo será este el único lugar de descanso. El estar conscientes, creérselo y tener la seguridad de lograrlo, podemos decir que estamos a un segundo de tenerlo en nuestras manos.

La alegría de hacerlo, esto como la cuarta clave para lograrlo. Comenzar con seguridad, estando consiente que se va hacer por un gusto o necesidad que nos hará tener una felicidad interna de estarlo buscando y cuanto más dolor tengamos o más fuerte sea la lucha más nos enamoraremos de nuestro objetivo, mas queremos estar metidos en esa lucha que deberá ser nuestra pasión por lograrlo defendiendo nuestro camino con alegría sin mirar a quien tengamos a un lado como rival en contra de nuestro objetivo.

La humildad, como quinto súper importantísimo que debemos de tener dentro de nuestro subconsciente espiritual, porque tal vez sea que empecemos a ser reconocidos por nuestro trayecto caminado, y luego, comenzamos a perder el suelo y sentirnos los intocables; empezamos a caer en el error de sentirnos superiores por lo logrado, humillando a nuestro rival, simplemente por sentirnos los que todo lo podemos, asumiendo un sentido de superioridad que al principio del objetivo no lo teníamos; olvidamos que comenzamos pidiendo a Dios por su ayuda y poco a poco nos vamos olvidando de esa ayuda divina que nos hizo volar alto sin miedo a caer y morir en el intento no terminado.

Dios nos da oportunidades de volver intentarlo nuevamente, lo demás depende de nosotros, del verdadero deseo de lograrlo. El mundo tiene infinidad de secretos y miles de curiosidades por las obras que hagamos en vida llámese buenas o malas serán probablemente la cosecha que levanten nuestros hijos el día de mañana. Ellos vivirán de nuestros ejemplos, siendo así una cadena hasta llegar a dejar herencia a varias generaciones. Así es que no lo olvides, tú puedes conquistar tu mundo o mejorar el mundo en que vives si te propones en creer en ti, pero, con alegría, y principios divinos.

Es entendible, que para superar retos o conquistar nuevos objetivos, tenemos que tener en cuenta varias opciones a escoger y, que para esto se requiere de conocer mejor el trayecto que vallamos a recorrer y si no lo conocemos debemos de estudiar, prepararnos más o buscar la ayuda de quien ha logrado o lo ha intentado; esta ayuda nos hará entender varias situaciones adversas que nos han hecho no lograr el objetivo o simplemente nos ayudarán a tener un apoyo al reunir nuestra experiencia con la ayuda externa, de la cual invitaremos a lograr todo lo planeado.

Primeramente, debemos de estar conscientes que los grandes retos a vencer estarán alimentados de grandes sacrificios, que la lucha será de día o de noche y que el dolor lo asimilaremos mejor al estar conscientes de lo que queremos.

La segunda, la tenacidad o perseverancia de seguir cueste lo que cueste, sin mirar que tan fuerte sea el sacrificio o el dolor. Siempre caminando sin mirar hacia atrás ni a los lados; el trabajo constante será la clave, sin bajar la velocidad ni cambiar el rumbo por tan sólo querer encontrar la línea de confort o comodidad.

La tercera clave es La seguridad de saber en realidad lo que quiero, en pocas palabras, creérselo, saber que eso deseo y que lo lograré algún día o en cualquier momento, estar conscientes que será mío, que nada me vencerá más que la voluntad de Dios quien es el que me permite de creer en lo que voy hacer. Comenzar con una idea y estar seguros que al lograrlo será este el único lugar de descanso. El estar conscientes, creérselo y tener la seguridad de lograrlo, podemos decir que estamos a un segundo de tenerlo en nuestras manos.

La alegría de hacerlo, esto como la cuarta clave para lograrlo. Comenzar con seguridad, estando consiente que se va hacer por un gusto o necesidad que nos hará tener una felicidad interna de estarlo buscando y cuanto más dolor tengamos o más fuerte sea la lucha más nos enamoraremos de nuestro objetivo, mas queremos estar metidos en esa lucha que deberá ser nuestra pasión por lograrlo defendiendo nuestro camino con alegría sin mirar a quien tengamos a un lado como rival en contra de nuestro objetivo.

La humildad, como quinto súper importantísimo que debemos de tener dentro de nuestro subconsciente espiritual, porque tal vez sea que empecemos a ser reconocidos por nuestro trayecto caminado, y luego, comenzamos a perder el suelo y sentirnos los intocables; empezamos a caer en el error de sentirnos superiores por lo logrado, humillando a nuestro rival, simplemente por sentirnos los que todo lo podemos, asumiendo un sentido de superioridad que al principio del objetivo no lo teníamos; olvidamos que comenzamos pidiendo a Dios por su ayuda y poco a poco nos vamos olvidando de esa ayuda divina que nos hizo volar alto sin miedo a caer y morir en el intento no terminado.

Dios nos da oportunidades de volver intentarlo nuevamente, lo demás depende de nosotros, del verdadero deseo de lograrlo. El mundo tiene infinidad de secretos y miles de curiosidades por las obras que hagamos en vida llámese buenas o malas serán probablemente la cosecha que levanten nuestros hijos el día de mañana. Ellos vivirán de nuestros ejemplos, siendo así una cadena hasta llegar a dejar herencia a varias generaciones. Así es que no lo olvides, tú puedes conquistar tu mundo o mejorar el mundo en que vives si te propones en creer en ti, pero, con alegría, y principios divinos.