/ martes 23 de marzo de 2021

Sólo habrá un(a) gobernador(a). La lucha lo decide

En la competencia deportiva como el futbol, básquetbol, box, etcétera, cada equipo o peleador quiere el triunfo, pero se lo tiene que ganar en su propio campo de lucha siempre adversa. Cada equipo o boxeador individual necesita de una conducción profesionalizada y reducir los errores al mínimo, aunque también los haya. La conducción profesionalizada, tal y como yo lo veo, necesita la parte técnica, o si se vale decir la parte teórica, como la propia experiencia adquirida en los campos de la lucha que pretende conducir. No es fácil, nunca lo ha sido, encontrar la dirección apropiada para llevar a sus dirigidos al triunfo que se han propuesto.

La lucha política electoral tiene sus similitudes y diferencias con la competencia deportiva. No las pretendo abordar exhaustivamente, tanto por mis limitaciones personales, como por el espacio asignado en este medio. Los que conducen una campaña electoral, con frecuencia son organizadores y por lo mismo conocen los principios organizativos de su partido, han tenido experiencias en otros estados y, en general, se dan cuenta que existen personalidades políticas muy parecidas allá y acá, aunque entre ellos no se conozcan; esto sucede no solo por la misma condición humana, sino también porque se han formado al amparo de la misma política partidaria.

Conocen bien lo general y requieren apoyarse en personajes que les ayuden a conocer las particularidades políticas del Estado, los partidos políticos con los que habrá de contender, las características personales de sus candidatos y el sello personal que le imprimen a su propia campaña; sus experiencias anteriores les ayudarán a manejar mejor la presente contienda electoral: saber cómo neutralizar, mediatizar, a personajes que les impidan avanzar y todo esto sin transgredir la legalidad propia para estas campañas electorales.

No me imagino a un partido con una dirección política electoral improvisada, porque sus propias candidatas y candidatos no lo son, todos fueron elegidos, seleccionados, por cualidades que tienen aunque no se los hubiéramos conocido; no es requisito conocerlas para que existan.

Los que dirigen una campaña electoral sabrán ubicar a grupos o individuos en la organización de la lucha para que unos y otros tengan como resultado atraer voluntades a favor de la candidata o candidato y lo hagan ganador; en todos los partidos es frecuente que entre muchos logren un consenso para que tal personalidad sea su candidato o candidata, pero no todos los que consensaron se convierten miembros activos en la campaña, pero eso importa menos porque muchos de ellos sólo podrán votar por la candidata o candidato y con el voto es suficiente, porque este tipo de contiendas se gana con votos.

En la competencia deportiva como el futbol, básquetbol, box, etcétera, cada equipo o peleador quiere el triunfo, pero se lo tiene que ganar en su propio campo de lucha siempre adversa. Cada equipo o boxeador individual necesita de una conducción profesionalizada y reducir los errores al mínimo, aunque también los haya. La conducción profesionalizada, tal y como yo lo veo, necesita la parte técnica, o si se vale decir la parte teórica, como la propia experiencia adquirida en los campos de la lucha que pretende conducir. No es fácil, nunca lo ha sido, encontrar la dirección apropiada para llevar a sus dirigidos al triunfo que se han propuesto.

La lucha política electoral tiene sus similitudes y diferencias con la competencia deportiva. No las pretendo abordar exhaustivamente, tanto por mis limitaciones personales, como por el espacio asignado en este medio. Los que conducen una campaña electoral, con frecuencia son organizadores y por lo mismo conocen los principios organizativos de su partido, han tenido experiencias en otros estados y, en general, se dan cuenta que existen personalidades políticas muy parecidas allá y acá, aunque entre ellos no se conozcan; esto sucede no solo por la misma condición humana, sino también porque se han formado al amparo de la misma política partidaria.

Conocen bien lo general y requieren apoyarse en personajes que les ayuden a conocer las particularidades políticas del Estado, los partidos políticos con los que habrá de contender, las características personales de sus candidatos y el sello personal que le imprimen a su propia campaña; sus experiencias anteriores les ayudarán a manejar mejor la presente contienda electoral: saber cómo neutralizar, mediatizar, a personajes que les impidan avanzar y todo esto sin transgredir la legalidad propia para estas campañas electorales.

No me imagino a un partido con una dirección política electoral improvisada, porque sus propias candidatas y candidatos no lo son, todos fueron elegidos, seleccionados, por cualidades que tienen aunque no se los hubiéramos conocido; no es requisito conocerlas para que existan.

Los que dirigen una campaña electoral sabrán ubicar a grupos o individuos en la organización de la lucha para que unos y otros tengan como resultado atraer voluntades a favor de la candidata o candidato y lo hagan ganador; en todos los partidos es frecuente que entre muchos logren un consenso para que tal personalidad sea su candidato o candidata, pero no todos los que consensaron se convierten miembros activos en la campaña, pero eso importa menos porque muchos de ellos sólo podrán votar por la candidata o candidato y con el voto es suficiente, porque este tipo de contiendas se gana con votos.