/ domingo 1 de diciembre de 2019

Somos mujeres, #NiUnaMás

La violencia hacia las mujeres se incrementa día con día. Es un monstruo que nos devora por el solo hecho de nuestra condición de género y que tiene, además, mil caras. Muchas de ellas se encuentran en casa, donde se supone estamos seguras. Para nosotras, como mujeres, ya no hay lugar seguro. En la calle, en la casa, en el transporte, en la escuela, en los juzgados; con nuestra pareja, nuestros familiares, los policías y jueces, por desgracia, hasta con el propio Estado.

La justicia anhelada se encuentra muy lejana. La igualdad tangible apenas la percibimos. La paridad es un principio que ya regula nuestra Constitución y sin embargo apenas estamos ganando espacios. Por eso mismo es digno de reconocer un Congreso paritario, donde dos mujeres presiden ambas Cámaras y nos muestra que la lucha rinde frutos. Ante este contexto debemos seguir las enseñanzas de Rosa Parks o Elvia Carrillo Puerto.

El pasado martes, el Senado de la República realizó un acto por demás necesario: visibilizó a niñas y mujeres que por desgracia perecieron por los feminicidios que se suscitan todos los días en nuestro país. Víctimas que no debemos olvidar si lo que pretendemos es justicia. Muertes crueles, inhumanas. Violaciones sexuales recurrentes. Abusos y torturas. Cifra tan alarmante: 9 mujeres en nuestro país son asesinadas cada día.

Debemos reconocerlo para tratar de enmendar la situación, México es un país machista y altamente violento. Casos como el de Campo Algodonero así lo indican, normalizamos la violencia y el patriarcado. Minimizamos conductas nocivas en contra de las mujeres. Vemos de manera cotidiana la violencia física, psicológica, de género, política. Incluso, las redes sociales se han convertido en una herramienta para denigrar, discriminar, amenazar y atacar de manera cobarde a cientos mujeres.

Apostar por cambios estructurales y sistémicos. La educación como eje transversal no debe fallar. Revertir esta cultura machista nos involucra a todas las personas. La salud mental y su tratamiento deben también visibilizarse para no llegar a crímenes tan atroces como cuando una mujer es asesinada en manos de su pareja. La justicia debe atenderse con perspectiva de género y con la mayor sensibilidad. Las víctimas deben encontrar en las instituciones ayuda y no el camino tortuoso que termina por alejarlas, estigmatizándolas. Generar acciones afirmativas para que en espacios públicos nos sintamos seguras. Cambiar conciencias para que las mujeres, sin prejuicios sobre su vestimenta o lugar donde se encuentren, estén libres de toda violencia.

La violencia hacia las mujeres se incrementa día con día. Es un monstruo que nos devora por el solo hecho de nuestra condición de género y que tiene, además, mil caras. Muchas de ellas se encuentran en casa, donde se supone estamos seguras. Para nosotras, como mujeres, ya no hay lugar seguro. En la calle, en la casa, en el transporte, en la escuela, en los juzgados; con nuestra pareja, nuestros familiares, los policías y jueces, por desgracia, hasta con el propio Estado.

La justicia anhelada se encuentra muy lejana. La igualdad tangible apenas la percibimos. La paridad es un principio que ya regula nuestra Constitución y sin embargo apenas estamos ganando espacios. Por eso mismo es digno de reconocer un Congreso paritario, donde dos mujeres presiden ambas Cámaras y nos muestra que la lucha rinde frutos. Ante este contexto debemos seguir las enseñanzas de Rosa Parks o Elvia Carrillo Puerto.

El pasado martes, el Senado de la República realizó un acto por demás necesario: visibilizó a niñas y mujeres que por desgracia perecieron por los feminicidios que se suscitan todos los días en nuestro país. Víctimas que no debemos olvidar si lo que pretendemos es justicia. Muertes crueles, inhumanas. Violaciones sexuales recurrentes. Abusos y torturas. Cifra tan alarmante: 9 mujeres en nuestro país son asesinadas cada día.

Debemos reconocerlo para tratar de enmendar la situación, México es un país machista y altamente violento. Casos como el de Campo Algodonero así lo indican, normalizamos la violencia y el patriarcado. Minimizamos conductas nocivas en contra de las mujeres. Vemos de manera cotidiana la violencia física, psicológica, de género, política. Incluso, las redes sociales se han convertido en una herramienta para denigrar, discriminar, amenazar y atacar de manera cobarde a cientos mujeres.

Apostar por cambios estructurales y sistémicos. La educación como eje transversal no debe fallar. Revertir esta cultura machista nos involucra a todas las personas. La salud mental y su tratamiento deben también visibilizarse para no llegar a crímenes tan atroces como cuando una mujer es asesinada en manos de su pareja. La justicia debe atenderse con perspectiva de género y con la mayor sensibilidad. Las víctimas deben encontrar en las instituciones ayuda y no el camino tortuoso que termina por alejarlas, estigmatizándolas. Generar acciones afirmativas para que en espacios públicos nos sintamos seguras. Cambiar conciencias para que las mujeres, sin prejuicios sobre su vestimenta o lugar donde se encuentren, estén libres de toda violencia.