/ miércoles 10 de agosto de 2022

TecnoGob │ Empresas de tecnología: ¿Libertad o libertinaje?

De forma imperceptible las empresas de tecnología han adquirido mayor poder e influencia en la sociedad. Compañías como: Amazon, Alphabet, Meta (Antes Facebook) e incluso Intel, Huawei y otras tantas compañías globales han comenzado a influir en los gobiernos y en las decisiones públicas.

Si observamos con cuidado, veremos a estas empresas como parte primordial de nuestra vida diaria y nuestro trabajo. Tomamos decisiones basados en la información y contenidos que circulan a través de los aparatos vendidos por estas compañías. Esto tiene al menos dos repercusiones, la primera es una total dependencia tecnológica y la segunda, un problema ético. Me explico.

Las empresas como Apple o Microsoft que han desarrollado y vendido millones de computadoras con su sistema operativo, ahora viven de su interacción con esos mercados. No sólo han creado sus propios nichos - como el iPad - sino que han invadido otros mercados (ver el Apple Watch) y transforman mercados como el del entretenimiento: streaming, la música, las películas que ahora venden.

Imagine por un momento que un gobierno tomara la decisión de no aceptar los productos de Microsoft, que todas sus computadoras o sistemas sean desechados y vetados ¿Qué pasaría? ¿Cuántas industrias no colapsarían?

Lejos de una drástica decisión, pensemos que es necesario regular a las empresas de tecnología. ¿Qué gobierno puede enfrentarse a ellas? Ciertamente la dependencia que tenemos de estas empresas porque usamos su tecnología es tan alta que se dan el lujo de cuestionar a los gobiernos, e incluso poner condiciones en algunos casos.

El mayor problema de los gobiernos frente al avance tecnológico es que no han creado un contrapeso tecnológico. Los mismos gobiernos no han sido un contrapeso que garantice las libertades. Han dejado crecer el poder de las empresas tecnológicas en un libertinaje descontrolado.

El gobierno chino, por su propia naturaleza ideológica, ha sido el único que ha impulsado políticas de control que van más allá de la censura a los contenidos, creando procesos y estructuras propias que puede controlar y mantener.

Complementando esta idea, surge el segundo problema: el ético. Ya que las empresas tecnológicas no tienen un contrapeso gubernamental porque los gobiernos dependen de ellas para sus procesos y sus sociedades, entonces las empresas han decidido auto-regularse.

Lo vimos con el caso de Facebook contra Donald Trump. Su propio consejo interno de ética, determinó que la mejor decisión era suspender la cuenta del expresidente. Apple luchó en las cortes norteamericanas para impedir que se abrieran los datos personales de teléfonos propiedad de terroristas argumentando la privacidad como uno de sus principios de negocios. Alphabet-Google ha controlado el desarrollo de sus productos de Inteligencia Artificial, lo acabamos de ver con el despido de Blake Lemond con el escándalo de LaMda.

La auto-regulación se centra en sus principios éticos, su propia visión del mundo que puede cambiar de acuerdo a sus intereses comerciales o ideológicos del momento.

En suma, tanto el problema de la dependencia tecnológica como la auto-regulación ética son temas centrales para el control de las empresas de tecnología que no han sido resueltos y cuyas consecuencias amenazan la democracia y las libertades en muchos países. Tenemos que pensar de qué forma los gobiernos permitan el desarrollo tecnológico pero pongan límites al libertinaje del que gozan las empresas de tecnología.

De forma imperceptible las empresas de tecnología han adquirido mayor poder e influencia en la sociedad. Compañías como: Amazon, Alphabet, Meta (Antes Facebook) e incluso Intel, Huawei y otras tantas compañías globales han comenzado a influir en los gobiernos y en las decisiones públicas.

Si observamos con cuidado, veremos a estas empresas como parte primordial de nuestra vida diaria y nuestro trabajo. Tomamos decisiones basados en la información y contenidos que circulan a través de los aparatos vendidos por estas compañías. Esto tiene al menos dos repercusiones, la primera es una total dependencia tecnológica y la segunda, un problema ético. Me explico.

Las empresas como Apple o Microsoft que han desarrollado y vendido millones de computadoras con su sistema operativo, ahora viven de su interacción con esos mercados. No sólo han creado sus propios nichos - como el iPad - sino que han invadido otros mercados (ver el Apple Watch) y transforman mercados como el del entretenimiento: streaming, la música, las películas que ahora venden.

Imagine por un momento que un gobierno tomara la decisión de no aceptar los productos de Microsoft, que todas sus computadoras o sistemas sean desechados y vetados ¿Qué pasaría? ¿Cuántas industrias no colapsarían?

Lejos de una drástica decisión, pensemos que es necesario regular a las empresas de tecnología. ¿Qué gobierno puede enfrentarse a ellas? Ciertamente la dependencia que tenemos de estas empresas porque usamos su tecnología es tan alta que se dan el lujo de cuestionar a los gobiernos, e incluso poner condiciones en algunos casos.

El mayor problema de los gobiernos frente al avance tecnológico es que no han creado un contrapeso tecnológico. Los mismos gobiernos no han sido un contrapeso que garantice las libertades. Han dejado crecer el poder de las empresas tecnológicas en un libertinaje descontrolado.

El gobierno chino, por su propia naturaleza ideológica, ha sido el único que ha impulsado políticas de control que van más allá de la censura a los contenidos, creando procesos y estructuras propias que puede controlar y mantener.

Complementando esta idea, surge el segundo problema: el ético. Ya que las empresas tecnológicas no tienen un contrapeso gubernamental porque los gobiernos dependen de ellas para sus procesos y sus sociedades, entonces las empresas han decidido auto-regularse.

Lo vimos con el caso de Facebook contra Donald Trump. Su propio consejo interno de ética, determinó que la mejor decisión era suspender la cuenta del expresidente. Apple luchó en las cortes norteamericanas para impedir que se abrieran los datos personales de teléfonos propiedad de terroristas argumentando la privacidad como uno de sus principios de negocios. Alphabet-Google ha controlado el desarrollo de sus productos de Inteligencia Artificial, lo acabamos de ver con el despido de Blake Lemond con el escándalo de LaMda.

La auto-regulación se centra en sus principios éticos, su propia visión del mundo que puede cambiar de acuerdo a sus intereses comerciales o ideológicos del momento.

En suma, tanto el problema de la dependencia tecnológica como la auto-regulación ética son temas centrales para el control de las empresas de tecnología que no han sido resueltos y cuyas consecuencias amenazan la democracia y las libertades en muchos países. Tenemos que pensar de qué forma los gobiernos permitan el desarrollo tecnológico pero pongan límites al libertinaje del que gozan las empresas de tecnología.