/ domingo 2 de agosto de 2020

Vamos por el parlamento abierto

México tiene una deuda histórica que atender. Una que vulnera y margina a muchas personas en sus derechos y calidad de vida: la salud mental. La pandemia del COVID-19 –el problema más grave en la historia de la humanidad– acentuó la urgencia de legislar sobre la materia. Por eso mismo, preocupada por un tema que trasciende a la salud pública y que debe visualizarse de manera transdisciplinaria, me di a la tarea de realizar una propuesta de Ley General de Salud Mental respaldada por un nutrido grupo de expertos en el rubro, legisladores, defensores de derechos humanos y asesores. En el pasado periodo extraordinario, con la voluntad de los demás grupos parlamentarios, el cauce legal sería la de su discusión y aprobación. No hay duda.

Sin embargo, voces disidentes de la sociedad civil se dejaron escuchar. Yo, que ante todo privilegio la diversidad de ideas, el diálogo constructivo y los consensos, escuché de manera respetuosa y oportuna todas sus inquietudes. Por eso mismo fue que decidí retirar mi iniciativa del periodo extraordinario. Una ley por demás necesaria fue estigmatizada mediáticamente. Se desinformó sobre su contenido, generando falsos debates. No se vulneran derechos humanos, como se esbozó una y otra vez. Por el contrario, siempre he sido una férrea defensora de éstos. Mi agenda política lo demuestra. No hay duda que el país avanza mientras las personas puedan ejercer de manera universal y progresiva sus derechos humanos.

De ser un asunto relegado, impregnado de tabúes y estigmas, ahora se encuentra ubicado en el debate público nacional. Los medios de comunicación y las redes sociales hablan al respecto. Comienzan a visibilizarse los trastornos mentales y discapacidades psicosociales, y con ello la imperiosa necesidad de legislar y generar políticas públicas al respecto. Lo celebramos.

La legislación de salud mental debe seguir enriqueciéndose. Soy una mujer con vocación democrática y plural, por eso mismo convoco a un parlamento abierto. Como nunca en la historia del país, debe tomar su verdadero significado. Son los derechos humanos y la rex publica lo que nos atañe y con agrado escucharemos todas las voces. En una democracia de avanzada como la nuestra tenemos que privilegiar los procesos dialógicos y el debate de las ideas que aporten y beneficien. México es un país megadiverso en su naturaleza, cultura y en sus opiniones. Legitimaremos ante la sociedad este noble e incluyente proyecto. Enhorabuena.

México tiene una deuda histórica que atender. Una que vulnera y margina a muchas personas en sus derechos y calidad de vida: la salud mental. La pandemia del COVID-19 –el problema más grave en la historia de la humanidad– acentuó la urgencia de legislar sobre la materia. Por eso mismo, preocupada por un tema que trasciende a la salud pública y que debe visualizarse de manera transdisciplinaria, me di a la tarea de realizar una propuesta de Ley General de Salud Mental respaldada por un nutrido grupo de expertos en el rubro, legisladores, defensores de derechos humanos y asesores. En el pasado periodo extraordinario, con la voluntad de los demás grupos parlamentarios, el cauce legal sería la de su discusión y aprobación. No hay duda.

Sin embargo, voces disidentes de la sociedad civil se dejaron escuchar. Yo, que ante todo privilegio la diversidad de ideas, el diálogo constructivo y los consensos, escuché de manera respetuosa y oportuna todas sus inquietudes. Por eso mismo fue que decidí retirar mi iniciativa del periodo extraordinario. Una ley por demás necesaria fue estigmatizada mediáticamente. Se desinformó sobre su contenido, generando falsos debates. No se vulneran derechos humanos, como se esbozó una y otra vez. Por el contrario, siempre he sido una férrea defensora de éstos. Mi agenda política lo demuestra. No hay duda que el país avanza mientras las personas puedan ejercer de manera universal y progresiva sus derechos humanos.

De ser un asunto relegado, impregnado de tabúes y estigmas, ahora se encuentra ubicado en el debate público nacional. Los medios de comunicación y las redes sociales hablan al respecto. Comienzan a visibilizarse los trastornos mentales y discapacidades psicosociales, y con ello la imperiosa necesidad de legislar y generar políticas públicas al respecto. Lo celebramos.

La legislación de salud mental debe seguir enriqueciéndose. Soy una mujer con vocación democrática y plural, por eso mismo convoco a un parlamento abierto. Como nunca en la historia del país, debe tomar su verdadero significado. Son los derechos humanos y la rex publica lo que nos atañe y con agrado escucharemos todas las voces. En una democracia de avanzada como la nuestra tenemos que privilegiar los procesos dialógicos y el debate de las ideas que aporten y beneficien. México es un país megadiverso en su naturaleza, cultura y en sus opiniones. Legitimaremos ante la sociedad este noble e incluyente proyecto. Enhorabuena.