/ domingo 15 de diciembre de 2019

Vicios desde la oscuridad

El embajador de México en Argentina, Óscar Ricardo Valero Blanco ha sido blanco de severas críticas por el presunto hurto del libro biográfico de Giacomo Casanova escrito por Guy Chaussinand-Nogaret.

El bochornoso episodio nos lleva a cavilar que cualquier acto de corrupción, por pequeño que sea, es condenable. Los efectos mediáticos y de las redes, suelen ser demoledores. Caso contrario con aquellos corruptores que no se han visto expuestos al escrutinio público.

Peter Eigen, fundador de Transparencia Internacional sostiene que la corrupción “prospera en la oscuridad”. Efectivamente, muchos excesos de impunidad no han sido visibles como aquellos gobernantes que estuvieron protegidos por el manto de impunidad. A ellos, les alcanza el axioma de Séneca: “Al comienzo fueron vicios, hoy son costumbres”.

Como ejemplo tenemos al exgobernador zacatecano, Miguel Alonso Reyes. Dejó el cargo en septiembre de 2016 y a la fecha están abiertas 120 carpetas de la Auditoría Superior de la Federación por el posible desfalco de más de 3 mil millones de pesos, además, pesan en su contra cinco denuncias penales por múltiples irregularidades que no han prosperado. El fiscal Especializado en Combate a la Corrupción, Salvador Eduardo Villa Almaraz, ha prometido dar seguimiento a las denuncias.

El pasado 9 de diciembre se conmemoró el Día Mundial contra la Corrupción. México se encuentra entre los 10 países con mayor índice de corrupción de todo el continente americano de acuerdo con el Barómetro de la Corrupción de América Latina.

La organización Transparencia Internacional, nos coloca en el segundo lugar como el más corrupto de las naciones que integran la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico y el G-20.

En 2018, cerca de 7 mil servidores públicos fueron sancionados. El 70% de los imputados se concentran en cinco entidades: Ciudad de México, Estado de México, Chiapas, Oaxaca y Sonora. A la fecha hay más de 20 mil investigaciones en contra de servidores públicos, de acuerdo con el Inegi.

La opacidad es otra forma de corrupción. Los gobiernos estatales llevan 10 años sin acatar la Ley General de Contabilidad Gubernamental. Dicha normatividad ordena informar sobre el manejo y destino de los recursos públicos, alerta el Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco).

El reporte Índice de Información del Ejercicio del Gasto 2019, revela que las administraciones estatales incumplen en un 33% en la contabilidad gubernamental, es decir, ocultan información financiera.

Los datos anteriores no tuvieron tanto impacto mediático como la sustracción de un libro, sin embargo, no se debe bajar la guardia para inhibir los vicios de la corrupción, pues “engendra más corrupción y fomenta una cultura destructiva de impunidad” como lo afirma el secretario General de la ONU António Guterres.

El embajador de México en Argentina, Óscar Ricardo Valero Blanco ha sido blanco de severas críticas por el presunto hurto del libro biográfico de Giacomo Casanova escrito por Guy Chaussinand-Nogaret.

El bochornoso episodio nos lleva a cavilar que cualquier acto de corrupción, por pequeño que sea, es condenable. Los efectos mediáticos y de las redes, suelen ser demoledores. Caso contrario con aquellos corruptores que no se han visto expuestos al escrutinio público.

Peter Eigen, fundador de Transparencia Internacional sostiene que la corrupción “prospera en la oscuridad”. Efectivamente, muchos excesos de impunidad no han sido visibles como aquellos gobernantes que estuvieron protegidos por el manto de impunidad. A ellos, les alcanza el axioma de Séneca: “Al comienzo fueron vicios, hoy son costumbres”.

Como ejemplo tenemos al exgobernador zacatecano, Miguel Alonso Reyes. Dejó el cargo en septiembre de 2016 y a la fecha están abiertas 120 carpetas de la Auditoría Superior de la Federación por el posible desfalco de más de 3 mil millones de pesos, además, pesan en su contra cinco denuncias penales por múltiples irregularidades que no han prosperado. El fiscal Especializado en Combate a la Corrupción, Salvador Eduardo Villa Almaraz, ha prometido dar seguimiento a las denuncias.

El pasado 9 de diciembre se conmemoró el Día Mundial contra la Corrupción. México se encuentra entre los 10 países con mayor índice de corrupción de todo el continente americano de acuerdo con el Barómetro de la Corrupción de América Latina.

La organización Transparencia Internacional, nos coloca en el segundo lugar como el más corrupto de las naciones que integran la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico y el G-20.

En 2018, cerca de 7 mil servidores públicos fueron sancionados. El 70% de los imputados se concentran en cinco entidades: Ciudad de México, Estado de México, Chiapas, Oaxaca y Sonora. A la fecha hay más de 20 mil investigaciones en contra de servidores públicos, de acuerdo con el Inegi.

La opacidad es otra forma de corrupción. Los gobiernos estatales llevan 10 años sin acatar la Ley General de Contabilidad Gubernamental. Dicha normatividad ordena informar sobre el manejo y destino de los recursos públicos, alerta el Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco).

El reporte Índice de Información del Ejercicio del Gasto 2019, revela que las administraciones estatales incumplen en un 33% en la contabilidad gubernamental, es decir, ocultan información financiera.

Los datos anteriores no tuvieron tanto impacto mediático como la sustracción de un libro, sin embargo, no se debe bajar la guardia para inhibir los vicios de la corrupción, pues “engendra más corrupción y fomenta una cultura destructiva de impunidad” como lo afirma el secretario General de la ONU António Guterres.