/ domingo 28 de febrero de 2021

Viento austral

El pasado martes el Senado de la República recibió la honorable visita del presidente de Argentina, Alberto Ángel Fernández. Grata alegría, plagada de esperanza, escuchar su pensamiento. Es un viento favorable que viene del sur y que se armoniza con los ideales transformadores de la cuarta transformación que encabeza el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. Una acción integradora.

Los graves problemas que acontecen en Latinoamérica -sea México en el norte o Argentina hasta el sur- nos deben unir. Estrechar lazos de fraternidad para poder enfrentar los cánceres sociales juntos. En la diversidad debemos construir mejores sociedades, donde principios como la igualdad, libertad, justicia, no discriminación sea la constante en el discurrir de los días. La pandemia del COVID-19, lamentablemente, sacó a relucir el sistema tan injusto en donde estamos cimentados y que se vuelve, ahora, insostenible.

No podemos seguir manteniendo las profundas desigualdades que nos asedian y que vulneran a la mayoría de la población en sus derechos humanos. Un sistema injusto que golpea con mayor fuerza a naciones y personas empobrecidas, que daña a la naturaleza en razón del dinero y consumo voraz. Recordemos que la suerte del planeta y los demás seres vivos es la suerte de nosotros.

Es menester, me incluyo desde mi trinchera que la he dispuesto para tratar de subsanar el gran daño que nos dejaron los gobiernos de antaño, ocuparnos de la redistribución del ingreso porque no podemos permitir que la riqueza y el privilegio se concentren en unos cuantos y la pobreza entre millones. Que los derechos humanos y la justicia sean una realidad para cualquier persona, independientemente de su género, ingreso, nacionalidad o condición migratoria. Que los principios de política exterior como la igualdad soberana o la solidaridad y cooperación internacional sea un eje medular que genere beneficio para los más necesitados.

Por eso comparto el sueño del presidente de Argentina. Una sociedad más justa conlleva alzar la voz. Que la América resuene unida. Que el contenido esencial de la vacuna se produzca en el país austral y que se termine de elaborar en tierras mexicanas donde aflora el maíz y que, desde aquí, llegue a cada rincón, a cada persona empobrecida de nuestra América Latina. La salud es un derecho universal. Juntos combatiremos la pandemia del COVID-19. Es nuestro tiempo.

Justicia social, es una imperiosa necesidad.

¡Somos, con profundo orgullo, el Sur!

El pasado martes el Senado de la República recibió la honorable visita del presidente de Argentina, Alberto Ángel Fernández. Grata alegría, plagada de esperanza, escuchar su pensamiento. Es un viento favorable que viene del sur y que se armoniza con los ideales transformadores de la cuarta transformación que encabeza el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. Una acción integradora.

Los graves problemas que acontecen en Latinoamérica -sea México en el norte o Argentina hasta el sur- nos deben unir. Estrechar lazos de fraternidad para poder enfrentar los cánceres sociales juntos. En la diversidad debemos construir mejores sociedades, donde principios como la igualdad, libertad, justicia, no discriminación sea la constante en el discurrir de los días. La pandemia del COVID-19, lamentablemente, sacó a relucir el sistema tan injusto en donde estamos cimentados y que se vuelve, ahora, insostenible.

No podemos seguir manteniendo las profundas desigualdades que nos asedian y que vulneran a la mayoría de la población en sus derechos humanos. Un sistema injusto que golpea con mayor fuerza a naciones y personas empobrecidas, que daña a la naturaleza en razón del dinero y consumo voraz. Recordemos que la suerte del planeta y los demás seres vivos es la suerte de nosotros.

Es menester, me incluyo desde mi trinchera que la he dispuesto para tratar de subsanar el gran daño que nos dejaron los gobiernos de antaño, ocuparnos de la redistribución del ingreso porque no podemos permitir que la riqueza y el privilegio se concentren en unos cuantos y la pobreza entre millones. Que los derechos humanos y la justicia sean una realidad para cualquier persona, independientemente de su género, ingreso, nacionalidad o condición migratoria. Que los principios de política exterior como la igualdad soberana o la solidaridad y cooperación internacional sea un eje medular que genere beneficio para los más necesitados.

Por eso comparto el sueño del presidente de Argentina. Una sociedad más justa conlleva alzar la voz. Que la América resuene unida. Que el contenido esencial de la vacuna se produzca en el país austral y que se termine de elaborar en tierras mexicanas donde aflora el maíz y que, desde aquí, llegue a cada rincón, a cada persona empobrecida de nuestra América Latina. La salud es un derecho universal. Juntos combatiremos la pandemia del COVID-19. Es nuestro tiempo.

Justicia social, es una imperiosa necesidad.

¡Somos, con profundo orgullo, el Sur!