Pues así terminamos nuestra visita y estancia en Neuquén, Argentina (puerta de entrada a la Pampa). De ahí, la siguiente parada sería al gran Buenos Aires, sin duda la ciudad más europea de Sudamérica. En cuanto llegamos al hotel, pregunté sobre el monumento ecuestre al General José de San Martín, libertador de Argentina y Chile, junto con otros próceres, mismo que conmemora la independencia del país.
Este monumento de bronce y granito rojo, que yo había visto en algunas imágenes; en mi parecer es uno de los más espectaculares de América Latina; así que no quise perder la oportunidad de visitarlo y tomas algunas fotografías (afortunadamente no estaba lejos del hotel).
En Buenos Aires estuvimos un día y medio, antes de enlazar hacia Brasil. Realmente nuestra estancia solo fue de descanso, pero tuvimos oportunidad de conocer algo de esta capital; por ejemplo, el famoso barrio de La Boca, recorrimos la avenida 9 de Julio; y al final nos reunimos para hacer un resumen de cómo íbamos hasta esta parte del viaje (experiencias, vivencias, observaciones, temas frutícolas de interés que pudieran aplicarse).
De Buenos Aires nos trasladamos a Brasil, a la ciudad de Curitiva, misma que es capital del Estado de Paraná, en el sur del país. Es una ciudad ecológica, bien planificada, muy limpia, con espaciosas vías de comunicación, amplios camellones, bella jardinería. Esta ciudad es orgullo de sus ciudadanos ¡Y LA CUIDAN!
Por su ubicación en el sur de Brasil, la región de Curitiva es de clima templado, y por tanto, cultiva plantas y frutales adaptados a tal clima: Manzano, Durazno, Nectarino, Ciruelo, Peral.
Al llegar ahí se formaron dos grupos: Uno interesado en ir a visitar las cataratas de Iguazú, que se encuentran en las fronteras de Brasil, Argentina y Paraguay. El otro grupo (yo entre él) fuimos a visitar con técnicos brasileños (hablan Portuñol) las plantaciones de frutales en las cercanías. De antemano les digo que vimos una tecnología muy parecida a la observada en Chile y Neuquén. De manera que todavía me arrepiento, quizá debí ir a conocer las Cataratas; pero ni modo.
Pues ya terminaba nuestro viaje por Sudamérica, pero tuvimos la “necesidad” de hacer un enlace que nos llevó a Rio de Janeiro, con su esplendorosa Bahía, la Playa de Ipanema, las guapas “garotas” (muchachas) brasileñas, y el Cristo del Corcovado.
Río de Janeiro es la ciudad de la diversión, de su fastuoso Carnaval; de manera que los habitantes de Sao Paulo (la ciudad de trabajo), dicen que cuando los “cariocas” se pongan a trabajar, entonces el Cristo les va a aplaudir desde la montaña.