/ lunes 15 de abril de 2019

Voluntad forjada en hierro

Cuando entrenaba fuerte y mi mente se debilitaba por el cansancio mi cuerpo pedía algo de tregua; recordaba rápidamente el momento en que decidí lograr grandes metas personales y mis fuerzas internas aumentaban como las de un tren de carga.

Al principio, tuve dudas cuando tenía que enfrentarme a rivales más fuertes que yo; sabía que mi lucha sería difícil y podría terminar en un descalabro. El gimnasio me dio a conocer lo fuerte que puede llegar a ser mi cuerpo; la vida me mostró lo poderosa que puede llegar a ser mi mente.

Fracasar no es el terminar sin lograr, fracasar es el seguir adelante, es tener una nueva oportunidad de vivir y conseguir tus sueños. Ayer luché por conseguir el triunfo, hoy lo encontré, y mañana lo guardaré por siempre dentro de mí, pues, de ahí nació y ahí debe morir.

Los recuerdos con el tiempo se borran y las historias ganadas con valor se escribirán para siempre y ahí se quedarán… Para la eternidad.

Comprendí, que la vida está hecha de retos de diferentes tamaños, pequeños, que son para los que no quieren ganar cosas grandes. También me di cuenta que la competencia tiene retos grandiosos para lograr, y que el que venza será más grande que los llamado retos imposibles de vencer.

Levantaré el puño cerrado, en señal de victoria y, dar las gracias a Dios, no por haber ganado esa fuerte competencia, sino, por haber logrado lo que una vez en mi mente fue un solo un deseo, del cual de mí no salió como un simple gusto, sino, de mi voluntad forjada en hierro.

Recorrí todo mi trayecto con alegría, sin pasar por encima de nadie e hice escuchar mi voz; fui ejemplo de perseverancia para el que falla y de lealtad para el que da la espala en tiempos difíciles.

Cuando entrenaba fuerte y mi mente se debilitaba por el cansancio mi cuerpo pedía algo de tregua; recordaba rápidamente el momento en que decidí lograr grandes metas personales y mis fuerzas internas aumentaban como las de un tren de carga.

Al principio, tuve dudas cuando tenía que enfrentarme a rivales más fuertes que yo; sabía que mi lucha sería difícil y podría terminar en un descalabro. El gimnasio me dio a conocer lo fuerte que puede llegar a ser mi cuerpo; la vida me mostró lo poderosa que puede llegar a ser mi mente.

Fracasar no es el terminar sin lograr, fracasar es el seguir adelante, es tener una nueva oportunidad de vivir y conseguir tus sueños. Ayer luché por conseguir el triunfo, hoy lo encontré, y mañana lo guardaré por siempre dentro de mí, pues, de ahí nació y ahí debe morir.

Los recuerdos con el tiempo se borran y las historias ganadas con valor se escribirán para siempre y ahí se quedarán… Para la eternidad.

Comprendí, que la vida está hecha de retos de diferentes tamaños, pequeños, que son para los que no quieren ganar cosas grandes. También me di cuenta que la competencia tiene retos grandiosos para lograr, y que el que venza será más grande que los llamado retos imposibles de vencer.

Levantaré el puño cerrado, en señal de victoria y, dar las gracias a Dios, no por haber ganado esa fuerte competencia, sino, por haber logrado lo que una vez en mi mente fue un solo un deseo, del cual de mí no salió como un simple gusto, sino, de mi voluntad forjada en hierro.

Recorrí todo mi trayecto con alegría, sin pasar por encima de nadie e hice escuchar mi voz; fui ejemplo de perseverancia para el que falla y de lealtad para el que da la espala en tiempos difíciles.