/ lunes 24 de septiembre de 2018

¿Vuelve el sindicalismo?

El proyecto económico que ganó con el triunfo electoral de López Obrador está creando las condiciones favorables para fortalecer el mercado interno y equilibrarlo con un mercado externo en funciones. En el primero se organiza la producción para facilitar la participación de empresarios nacionales en ella, como sucede ahora en el infonavit; al mismo tiempo se eleva el poder adquisitivo de los trabajadores tanto en las empresas nacionales como en las extrajeras.

En los años próximos recientes se distinguió la Coparmex por ser la organización patronal que se pronunció públicamente por diferentes medios, a favor del aumento del salario de los trabajadores; aunado a esto, los negociadores norteamericanos del Tratado de Libre Comercio, desde su inicio, incorporaron la exigencia de un aumento salarial a los trabajadores de México, porque el tiempo que llevaba aplicándose en este país un proyecto exportador, se desestimaba demasiado el mercado interno, aunque los dos sexenios pasados lo mencionaron de vez en cuando. Los bajos salarios por cerca de tres décadas fueron una causa muy fuerte para que aumentara la migración a Estados Unidos.

Hasta ahora, los trabajadores asalariados no han hecho pública su intención de luchar por un aumento salarial, porque las organizaciones obreras que eran controladas por la C.T.M. quedaron vacías de obreros y de espíritu de lucha, los unos y el otro, se disolvieron al mismo tiempo que, en esa relación capital-trabajo, se dio un cambio brusco en favor del capital. Este cambio ha sido la causa de fondo de la disminución del poder adquisitivo de los asalariados en un 70% en los cerca de 30 años de vigencia de ese proyecto exportador y ese fortalecimiento extraordinario del capital. Todavía hace unos tres o cuatro días, un informe bancario hacía notar el debilitamiento del trabajo.

No tenemos ninguna duda de que todo lo anterior va a cambiar. El pasado jueves 20 de septiembre el senado ratificó por unanimidad, después de la salida de la fracción panista y a solicitud del poder ejecutivo, el Convenio 98 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Este convenio va a propiciar una nueva organización sindical que potencie la lucha por mejores condiciones de vida y de trabajo de todos los asalariados mexicanos. La misma organización sindical hará su contribución para salir poco a poco de esta horrorosa descomposición social, originada por ese cambio drástico a favor del capital y que duró cerca de treinta años como ya lo dijimos arriba.

Estas organizaciones y luchas serán las genuinas interesadas en defenderse de unos empresarios que pudieron utilizar el desempleo en provecho propio, cuando presiona a los empleados para que acepten bajos salarios y nulas prestaciones en sus centros de trabajo, porque pueden perder el empleo en beneficio del patrón si este decide remplazarlos por los desocupados por el mismo salario.

Con estas organizaciones sindicales se empezará a revertir la tendencia, a disminuir el poder adquisitivo y, al mismo tiempo, a valorar más el trabajo en relación con el capital; se ha abierto la coyuntura para que las luchas de los trabajadores asalariados logren sus propósitos. En estas condiciones los trabajadores de diferentes municipios del Estado, que tienen la amenaza de ser despedidos y otros que ya lo están, tienen posibilidades reales de ganar y mantener sus puestos de trabajo en la medida que luchen desde un sólo sindicato. El sindicato independiente que los organiza para que unidos se defiendan, se va a fortalecer y a legitimar ante sus agremiados y ante otros que aún pertenecen a otro sindicato. No tenemos la menor duda, el sindicalismo viene de regreso a ocupar el lugar que le corresponde en esta sociedad.


El proyecto económico que ganó con el triunfo electoral de López Obrador está creando las condiciones favorables para fortalecer el mercado interno y equilibrarlo con un mercado externo en funciones. En el primero se organiza la producción para facilitar la participación de empresarios nacionales en ella, como sucede ahora en el infonavit; al mismo tiempo se eleva el poder adquisitivo de los trabajadores tanto en las empresas nacionales como en las extrajeras.

En los años próximos recientes se distinguió la Coparmex por ser la organización patronal que se pronunció públicamente por diferentes medios, a favor del aumento del salario de los trabajadores; aunado a esto, los negociadores norteamericanos del Tratado de Libre Comercio, desde su inicio, incorporaron la exigencia de un aumento salarial a los trabajadores de México, porque el tiempo que llevaba aplicándose en este país un proyecto exportador, se desestimaba demasiado el mercado interno, aunque los dos sexenios pasados lo mencionaron de vez en cuando. Los bajos salarios por cerca de tres décadas fueron una causa muy fuerte para que aumentara la migración a Estados Unidos.

Hasta ahora, los trabajadores asalariados no han hecho pública su intención de luchar por un aumento salarial, porque las organizaciones obreras que eran controladas por la C.T.M. quedaron vacías de obreros y de espíritu de lucha, los unos y el otro, se disolvieron al mismo tiempo que, en esa relación capital-trabajo, se dio un cambio brusco en favor del capital. Este cambio ha sido la causa de fondo de la disminución del poder adquisitivo de los asalariados en un 70% en los cerca de 30 años de vigencia de ese proyecto exportador y ese fortalecimiento extraordinario del capital. Todavía hace unos tres o cuatro días, un informe bancario hacía notar el debilitamiento del trabajo.

No tenemos ninguna duda de que todo lo anterior va a cambiar. El pasado jueves 20 de septiembre el senado ratificó por unanimidad, después de la salida de la fracción panista y a solicitud del poder ejecutivo, el Convenio 98 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Este convenio va a propiciar una nueva organización sindical que potencie la lucha por mejores condiciones de vida y de trabajo de todos los asalariados mexicanos. La misma organización sindical hará su contribución para salir poco a poco de esta horrorosa descomposición social, originada por ese cambio drástico a favor del capital y que duró cerca de treinta años como ya lo dijimos arriba.

Estas organizaciones y luchas serán las genuinas interesadas en defenderse de unos empresarios que pudieron utilizar el desempleo en provecho propio, cuando presiona a los empleados para que acepten bajos salarios y nulas prestaciones en sus centros de trabajo, porque pueden perder el empleo en beneficio del patrón si este decide remplazarlos por los desocupados por el mismo salario.

Con estas organizaciones sindicales se empezará a revertir la tendencia, a disminuir el poder adquisitivo y, al mismo tiempo, a valorar más el trabajo en relación con el capital; se ha abierto la coyuntura para que las luchas de los trabajadores asalariados logren sus propósitos. En estas condiciones los trabajadores de diferentes municipios del Estado, que tienen la amenaza de ser despedidos y otros que ya lo están, tienen posibilidades reales de ganar y mantener sus puestos de trabajo en la medida que luchen desde un sólo sindicato. El sindicato independiente que los organiza para que unidos se defiendan, se va a fortalecer y a legitimar ante sus agremiados y ante otros que aún pertenecen a otro sindicato. No tenemos la menor duda, el sindicalismo viene de regreso a ocupar el lugar que le corresponde en esta sociedad.