/ miércoles 5 de septiembre de 2018

¿Y si mejor me escuchas?

Remontándome a mi etapa de formación profesional como docente, recordé algunos textos leídos, las frases de mis Maestros que incitaban a la formación de alumnos cuyas habilidades y capacidades a desarrollar les convirtieran en ciudadanos críticos, analíticos y reflexivos.

Así comenzamos a ver en las aulas, Maestros comprometidos con su trabajo, adaptándose a un sistema en donde el alumno tomó el papel principal en el proceso de enseñanza-aprendizaje, fomentando la autonomía de estos como principal acción, para que lograran hacer de las experiencias vividas en la escuela durante la construcción de su propio conocimiento soluciones a sus dificultades como personas responsables.

Además, los niños en la primaria, aprendieron a leer y escribir partiendo de situaciones comunicativas reales propiciadas por sus Maestros, lo que les permitió utilizar los aprendizajes adquiridos para satisfacer sus necesidades en base a sus intereses, mientras que, en el tema de operaciones básicas y otros de matemáticas, se partía de problemas cotidianos que tenían ámplia relación con el contexto en el que se desenvolvían para encontrar soluciones que iban dejándoles aprendizajes para poner en práctica de manera inmediata en su vida.

En teoría, los planes y programas de estudio fueron diseñados para lograr una transformación social; evidentemente el éxito o fracaso de estos, no siempre depende de quiénes los diseñan o quienes lo llevan a la práctica. Además, debemos aceptar y entender que cada que surge un programa de estudio, surgen diferentes estrategias de socialización y que no todas son tan exitosas como se pretende, pues en algunos casos falta recurso económico, en otros recursos humanos y en muchos otros, falta voluntad.

Y lo que definitivamente es inconcebible, es que se culpe a los docentes por los errores de los demás, a ellos les toca hacer el trabajo principal que es, aterrizar lo planeado con los alumnos y generalmente si algo hay en los Maestros, es voluntad, profesionalismo e interés por lograr lo que los planesconcretan.

He querido hacer todo este preámbulo para ser más claro en lo que hoy deseo compartir y que tiene que ver justamente con el sistema de educación que se ha venido implementando en los últimos años. Sé que algunos lectores coincidirán conmigo en que nuestras nuevas generaciones tienen serias dificultades para escuchar. Muchos jóvenes universitarios, estudiantes de bachillerato o educación secundaria, se “comunican” de manera eficiente a través de redes sociales, crean canales en donde pueden mantenerse en contacto con cientos de personas y muchas veces de manera simultánea, sin embargo, creo que ese proceso de comunicación puede cuestionarse.

Comunicarse, va más allá de emitir un mensaje por el medio elegido, es lograr un verdadero canal donde, al tiempo que se emiten mensajes escritos o verbales, se logre la lectura eficaz del mensaje que se recibe y por su puesto escuchar una respuesta de un receptor en el caso del lenguaje oral. Pero, cómo podrá establecerse este canal, si hay un sin número de personas que piensan que oír y escuchar tienen igual significado.

Oír más bien tiene que ver con la cuestión fisiológica, percibir sonidos en mayor o menor medida, percibir vibraciones, etc. Mientras que escuchar es la capacidad de captar, entender e interpretar los mensajes que pretenden enviarnos a través de la comunicación verbal, dicho de otra forma, es deducir, comprender y encontrarle sentido a lo que se oye.

Así entonces, es común en la actualidad escuchar a los chicos decir que no van a cultos religiosos porque se aburren de escuchar a la misma persona durante el evento, en la escuela piden a Maestros que no hablen tanto porque les da sueño y cada vez son menos las personas que acuden a eventos donde se presentan libros, obras artísticas o a las conferencias pues ellos, más bien prefieren hablar y no escuchar.

Es una situación que debemos considerar, nuestras nuevas generaciones deben aprender a escuchar con el corazón y la mente y no solo oír los sonidos que se emiten, cuando logremos esto, entonces estaremos hablando de procesos de enseñanza exitosos y planes y programas de estudio bien diseñados.

Educar seres humanos felices, es tarea de todos.


Remontándome a mi etapa de formación profesional como docente, recordé algunos textos leídos, las frases de mis Maestros que incitaban a la formación de alumnos cuyas habilidades y capacidades a desarrollar les convirtieran en ciudadanos críticos, analíticos y reflexivos.

Así comenzamos a ver en las aulas, Maestros comprometidos con su trabajo, adaptándose a un sistema en donde el alumno tomó el papel principal en el proceso de enseñanza-aprendizaje, fomentando la autonomía de estos como principal acción, para que lograran hacer de las experiencias vividas en la escuela durante la construcción de su propio conocimiento soluciones a sus dificultades como personas responsables.

Además, los niños en la primaria, aprendieron a leer y escribir partiendo de situaciones comunicativas reales propiciadas por sus Maestros, lo que les permitió utilizar los aprendizajes adquiridos para satisfacer sus necesidades en base a sus intereses, mientras que, en el tema de operaciones básicas y otros de matemáticas, se partía de problemas cotidianos que tenían ámplia relación con el contexto en el que se desenvolvían para encontrar soluciones que iban dejándoles aprendizajes para poner en práctica de manera inmediata en su vida.

En teoría, los planes y programas de estudio fueron diseñados para lograr una transformación social; evidentemente el éxito o fracaso de estos, no siempre depende de quiénes los diseñan o quienes lo llevan a la práctica. Además, debemos aceptar y entender que cada que surge un programa de estudio, surgen diferentes estrategias de socialización y que no todas son tan exitosas como se pretende, pues en algunos casos falta recurso económico, en otros recursos humanos y en muchos otros, falta voluntad.

Y lo que definitivamente es inconcebible, es que se culpe a los docentes por los errores de los demás, a ellos les toca hacer el trabajo principal que es, aterrizar lo planeado con los alumnos y generalmente si algo hay en los Maestros, es voluntad, profesionalismo e interés por lograr lo que los planesconcretan.

He querido hacer todo este preámbulo para ser más claro en lo que hoy deseo compartir y que tiene que ver justamente con el sistema de educación que se ha venido implementando en los últimos años. Sé que algunos lectores coincidirán conmigo en que nuestras nuevas generaciones tienen serias dificultades para escuchar. Muchos jóvenes universitarios, estudiantes de bachillerato o educación secundaria, se “comunican” de manera eficiente a través de redes sociales, crean canales en donde pueden mantenerse en contacto con cientos de personas y muchas veces de manera simultánea, sin embargo, creo que ese proceso de comunicación puede cuestionarse.

Comunicarse, va más allá de emitir un mensaje por el medio elegido, es lograr un verdadero canal donde, al tiempo que se emiten mensajes escritos o verbales, se logre la lectura eficaz del mensaje que se recibe y por su puesto escuchar una respuesta de un receptor en el caso del lenguaje oral. Pero, cómo podrá establecerse este canal, si hay un sin número de personas que piensan que oír y escuchar tienen igual significado.

Oír más bien tiene que ver con la cuestión fisiológica, percibir sonidos en mayor o menor medida, percibir vibraciones, etc. Mientras que escuchar es la capacidad de captar, entender e interpretar los mensajes que pretenden enviarnos a través de la comunicación verbal, dicho de otra forma, es deducir, comprender y encontrarle sentido a lo que se oye.

Así entonces, es común en la actualidad escuchar a los chicos decir que no van a cultos religiosos porque se aburren de escuchar a la misma persona durante el evento, en la escuela piden a Maestros que no hablen tanto porque les da sueño y cada vez son menos las personas que acuden a eventos donde se presentan libros, obras artísticas o a las conferencias pues ellos, más bien prefieren hablar y no escuchar.

Es una situación que debemos considerar, nuestras nuevas generaciones deben aprender a escuchar con el corazón y la mente y no solo oír los sonidos que se emiten, cuando logremos esto, entonces estaremos hablando de procesos de enseñanza exitosos y planes y programas de estudio bien diseñados.

Educar seres humanos felices, es tarea de todos.


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