/ lunes 11 de marzo de 2019

Yo ya tomé mi decisión… este es mi destino

No puedo limpiar mi vergüenza como secar mi cara con una toalla. Limpiaré mi vergüenza con humildad, para aceptar que no hice bien las cosas; limpiaré mi vergüenza con valentía por haberme acobardado ante el rival que empezó por retarme y terminó burlándose de mí.

No me importa el rival, ni lo que piense de mí, lo que importa soy yo…Yo soy el que toma la decisión de ser el mejor; lo que importa es lo que yo quiero ser…Hasta donde quiero llegar y lograr…Lo que importa es lo que soy, y lo mejor que quiero para mí.

Si no doy lo mejor que tengo dentro de mí en cada entrenamiento, existirá alguien recogiendo mi debilidad para construirla en su fortaleza y, esta sería mi máximo rival. El tiempo perdido cada día que pasa es letal para mis aspiraciones. Hoy daré todo sin escatimar esfuerzos, por la noche descansaré, reflexionaré y, por la mañana volveré a darlo todo.

Mi propio dolor será como mi mejor esfuerzo, nunca me apartaré de él y será mi máximo aliado en mi lucha diaria; el tiempo será como el aire que empuja mi balsa para bien llegar a mi destino, satisfecho de haber cruzado el ancho mar con todos sus peligros.

No me rendiré aunque vea caer la sangre sobre mi frente y recorra mi cara…No, no me rendiré aunque mi cuerpo lo grite por el dolor; no me rendiré aunque todo esté perdido, pues, si aún estoy vivo, volveré a pelear y triunfaré o moriré… Pero nunca me rendiré.

No seré un “chIngón” ni tampoco el más grande, seré lo que quiero ser y moriré por lo que quiero ser. No puedo ni debo parar mi lucha, aprenderé a luchar sobre mi barca contra viento y marea, sin importar que tan fuerte sean. El fresco amanecer del mar conocerá de mi lucha, pues, me verá salir con aires de fortaleza y valentía, al no saberme rendir en medio de sus aguas. Tal vez pudiera haber terminado ahogado, pero nunca derrotado. Sólo Dios desde el cielo pudo haber parado mi lucha y mi travesía, pero, me permitió terminar, para reconocer su grandeza y convertir mi vida en un acto de gratitud al sacarme del medio del océano y llevarme a tierra firme; mi fe en él me dio la seguridad de retar, luchar y vencer el mar y sus peligros.

El ego y la ira no consumirán en mí, mi fe de creer que seré un ganador, porque conocen lo que guardo en mi interior y mi mente ordena, y mi cuerpo obedece, y de esta manera no siento al llegar el ego y la ira a mi corazón.

En mi lucha, vivir es pelear y morir es terminar cuando aún es tiempo de pelear. Un guerrero no muere para siempre, él renace como una leyenda que será eterna, ya que ellos supieron romper sus límites y nunca dejaron de luchar, fueron grandes en vida y escogidos para la eternidad.

No será tan sólo mi lucha la que venza, sino, la forma de luchar para vencer, la forma de demostrarme que Dios me creo como un ser completo y no un mediocre para vivir de esa manera.

Levantaré mi diestra demostrando la fuerza de mi corazón; alzaré mi vista para que el aire de este mundo bañe mi rostro de alegría…dejaré mi huella para los míos, para ellos que lucharon brazo con brazo en cada una de mis batallas y nunca me dejaron cuando los fuertes vientos amenazaban en destruir mi barca y mi legado.

Hoy tomé mi decisión… Y este es mi destino

No puedo limpiar mi vergüenza como secar mi cara con una toalla. Limpiaré mi vergüenza con humildad, para aceptar que no hice bien las cosas; limpiaré mi vergüenza con valentía por haberme acobardado ante el rival que empezó por retarme y terminó burlándose de mí.

No me importa el rival, ni lo que piense de mí, lo que importa soy yo…Yo soy el que toma la decisión de ser el mejor; lo que importa es lo que yo quiero ser…Hasta donde quiero llegar y lograr…Lo que importa es lo que soy, y lo mejor que quiero para mí.

Si no doy lo mejor que tengo dentro de mí en cada entrenamiento, existirá alguien recogiendo mi debilidad para construirla en su fortaleza y, esta sería mi máximo rival. El tiempo perdido cada día que pasa es letal para mis aspiraciones. Hoy daré todo sin escatimar esfuerzos, por la noche descansaré, reflexionaré y, por la mañana volveré a darlo todo.

Mi propio dolor será como mi mejor esfuerzo, nunca me apartaré de él y será mi máximo aliado en mi lucha diaria; el tiempo será como el aire que empuja mi balsa para bien llegar a mi destino, satisfecho de haber cruzado el ancho mar con todos sus peligros.

No me rendiré aunque vea caer la sangre sobre mi frente y recorra mi cara…No, no me rendiré aunque mi cuerpo lo grite por el dolor; no me rendiré aunque todo esté perdido, pues, si aún estoy vivo, volveré a pelear y triunfaré o moriré… Pero nunca me rendiré.

No seré un “chIngón” ni tampoco el más grande, seré lo que quiero ser y moriré por lo que quiero ser. No puedo ni debo parar mi lucha, aprenderé a luchar sobre mi barca contra viento y marea, sin importar que tan fuerte sean. El fresco amanecer del mar conocerá de mi lucha, pues, me verá salir con aires de fortaleza y valentía, al no saberme rendir en medio de sus aguas. Tal vez pudiera haber terminado ahogado, pero nunca derrotado. Sólo Dios desde el cielo pudo haber parado mi lucha y mi travesía, pero, me permitió terminar, para reconocer su grandeza y convertir mi vida en un acto de gratitud al sacarme del medio del océano y llevarme a tierra firme; mi fe en él me dio la seguridad de retar, luchar y vencer el mar y sus peligros.

El ego y la ira no consumirán en mí, mi fe de creer que seré un ganador, porque conocen lo que guardo en mi interior y mi mente ordena, y mi cuerpo obedece, y de esta manera no siento al llegar el ego y la ira a mi corazón.

En mi lucha, vivir es pelear y morir es terminar cuando aún es tiempo de pelear. Un guerrero no muere para siempre, él renace como una leyenda que será eterna, ya que ellos supieron romper sus límites y nunca dejaron de luchar, fueron grandes en vida y escogidos para la eternidad.

No será tan sólo mi lucha la que venza, sino, la forma de luchar para vencer, la forma de demostrarme que Dios me creo como un ser completo y no un mediocre para vivir de esa manera.

Levantaré mi diestra demostrando la fuerza de mi corazón; alzaré mi vista para que el aire de este mundo bañe mi rostro de alegría…dejaré mi huella para los míos, para ellos que lucharon brazo con brazo en cada una de mis batallas y nunca me dejaron cuando los fuertes vientos amenazaban en destruir mi barca y mi legado.

Hoy tomé mi decisión… Y este es mi destino