Acosta Leija; una familia con tradición e historia

Tres generaciones de la familia Acosta Leija han participado en la banda de Guerra del Segundo Batallón Turco en las Morismas de Bracho.

Manjuamad Sachiñas

  · viernes 17 de agosto de 2018

Este año la banda de guerra cumple 40 años. / Manjuamad Sachiñas

Zacatecas, Zac.- La familia Acosta Leija hace presencia no solo en su participación anual dentro de las Morismas de Bracho, sino ahora también con los lectores de El Sol de Zacatecas, pues nuestro personaje social nos relató el inicio de una tradición que ha pasado ya por dos generaciones estando ahora él a cargo de la tercera generación y con la enorme responsabilidad de compartirla con los que vienen en camino.

Sus participaciones en la Banda de Guerra del Segundo Batallón Turco iniciaron con su abuelo, el señor José Guadalupe Acosta, y continuaron con su padre Roberto Acosta Ríos y en la cadena él es el eslabón que continua para dirigir este gran batallón que desde meses atrás comenzaron la preparación para su presentación.

Dentro de los integrantes en esta banda de guerra en su mayoría son familiares, los participantes lo hacen por herencia de sus padres y religión, pues festejan el nacimiento y muerte de San Juan Bautista.

Luis, explicó durante la entrevista que lo necesario para pertenecer a estas festividades es tener devoción y ganas de participar, porque es algo que no se puede explicar sino sentir, y es lo que hace que año tras año se transmite con las personas que viven esta experiencia con ellos.

Un proceso de preparación

Como banda de guerra, inician a ensayar desde el primer domingo de mayo cada ocho días, pues es necesario la organización, la planeación del proceso y sobre todo tener en cuenta a cada participante.

Comienzan a ensayar con anticipación, y también es importante que las personas que participan en a esta festividad tomen en cuenta lo grande e importante que es celebrar año tras año esta batalla.

Manjuamad Sachiñas

Durante la entrevista, Luis dijo que ha conocido personas que un año acuden como espectadores y al quedar encantados con la majestuosa representación de las Morismas al año siguiente llegan con la devoción y las ganas de participar para vivir esta experiencia; puesto que todos los participantes coinciden en que es casi imposible relatar tantos sentimientos que se transmiten entre participantes, sino que es una experiencia que se tiene que vivir para así entender las actuaciones, diálogos y en sí, la representación en general.