Leonardo da Vinci no conocía límites, ni en el arte ni en la vida real. Le interesaban los caballos, así como los cangrejos, las máquinas de guerra, los trajes de buceo y las alas mecánicas. Pintaba, construía y experimentaba sin cesar. Por eso se le consideraba un genio universal.
El 2 de mayo de este año se cumple el 500 aniversario de la muerte del pintor, inventor, músico y filósofo renacentista, y la disputa que han desencadenado los preparativos para celebrar la efeméride no tiene nada de universal. Italia no quiere que nadie le quite a "su genio", y mucho menos que lo haga Francia.
Las relaciones entre Italia y Francia no pasan por sus mejores momentos. El presidente francés Emmanuel Macron y el gobierno italiano están en desacuerdo en temas como la gestión migratoria, Europa y la política presupuestaria. Hace unos días, el viceprimer ministro Luigi di Maio, jefe del populista Movimiento Cinco Estrellas,acusó a París de generar pobreza en África para impulsar una migración masiva hacia Europa.
La disputa sobre Leonardo es un episodio más de los dimes y diretes entre Roma y París. El genio universal nació en Italia y murió en Francia. Está enterrado en la capilla del Castillo Real de Amboise, junto al río Loira. El Castillo de Clos Lucé, la magnífica mansión donde el artista pasó los últimos tres años de su vida, alberga ahora un museo donde se pueden visitar su estudio y las maquetas de sus diseños e invenciones.
Entre los más de 500 eventos organizados en Francia para conmemorar a Leonardo se encuentra una importante muestra sobre el artista en el Louvre que tendrá lugar a partir de octubre. El museo parisino quiere reunir casi todas las pinturas del maestro. Según los expertos son alrededor de 15 las obras que se atribuyen al artista toscano.
Para ello, se habían acordado con Roma importantes préstamos de museos italianos que la secretaria de Estado italiana de Cultura del partido derechista La Liga, Lucia Borgonzoni, quiere renegociar. Leonardo es italiano, en Francia "sólo murió", explicó a los medios de comunicación italianos.
"Me gustaría entender por qué un ministro de la República Italiana decidió regalar a Francia el nombre de Leonardo", dijo Borgonzoni. Obras importantes como el "Hombre de Vitruvio", que se conserva en la Galería de la Academia en Venecia, deben permanecer en casa.
El Louvre posee, según propias declaraciones, 22 dibujos y casi un tercio de las pinturas del maestro, incluida la Mona Lisa. Leonardo vendió la famosa pintura al rey francés Francisco I, para quien trabajó durante tres años.
París había negociado las condiciones del préstamo con el gobierno socialdemócrata anterior de Italia. A cambio, Francia debía ayudar a la Escudería del Quirinal en Roma con préstamos para el 500 aniversario de la muerte de Rafael en 2020.
Según el periódico francés "Le Monde", el Louvre fijó deliberadamente la exposición para el otoño con el fin de dejar que la efeméride pudiera ser aprovechada por los museos italianos que atesoran obras del polifacético florentino. El director del museo, Jean-Luc Martinez, ha guardado silencio desde el comienzo de la disputa.
Italia celebra el aniversario de su genio universal con exposiciones en Turín, Milán, Florencia y en la pequeña ciudad natal de Leonardo, Vinci, en Toscana. La Galería Uffizi de Florencia dio el pistoletazo de salida con una gran exposición sobre el Códice Leicester. La compilación de textos y dibujos realizados por da Vinci es, presumiblemente, el manuscrito más caro de todos los tiempos. En 1994 fue comprado por Bill Gates por 30,8 millones de dólares a través de la casa de subastas Christie’s.
El ministro de Cultura italiano Alberto Bonisoli ha intentado recientemente calmar los ánimos señalando que el acuerdo anterior nunca había entrado en la fase concreta de aplicación y que ahora se está negociando con Francia para encontrar una solución. El 28 de febrero tiene prevista una reunión en Milán con su homólogo francés.
"Las grandes exposiciones por un aniversario siempre generan disputas", dijo Cecilie Hollberg, directora de la Galería de la Academia de Florencia, añadiendo que un evento de este tipo se decide no sólo entre los directores de los museos, sino también entre los Estados. El problema es que, en la actualidad, las relaciones políticas entre Italia y Francia están en sus horas más bajas.
