/ viernes 30 de agosto de 2019

Bordando las morismas; vistiendo a Moros y Cristianos

Misael Espinoza ha elaborado los trajes de esta festividad por más de una década

Para Misael Espinoza las Morismas de Bracho son un asunto de familia, cada año por más de una década él y su familia se han dedicado a la elaboración de los trajes tradicionales de las Morismas.

Son días agitados para todos a medida de que la festividad se acerca, la jornada comienza desde las ocho de la mañana y finaliza cerca de la medianoche, para surtir los pedidos que ya desde mayo comenzaron a llegar, pues en esta fecha es cuando inician los ensayos y por ello, comienza la fabricación de la vestimenta que se ha convertido en la máxima característica de esta celebración.

VISTIENDO A MOROS Y CRISTIANOS

Los dos trajes típicos son elaborados por los miembros de la familia Espinoza, Barbón (Cristiano) y Suavo (Moros), ademas de hacer bajo pedido las vestimentas del Rey Moro.

En el caso del traje de Barbón, lleva mayor tiempo de elaboración y de accesorios, razón por la cual su precio es mas elevados, mil 800 pesos para adulto y para niño mil pesos, el calzado es elemento mas costoso, mientras que en el caso de los Suavos, el costo es de setecientos, para adulto y quinientos para niño.

Muchos de los detalles o accesorios de cada traje es adquirido fuera del estado ya que el costo es menos elevado, mientras que la materia prima (tela, hilo, etcétera) se adquiere localmente.

CUESTIÓN DE FE

Misael aprendió el oficio de su padre, don Leonardo Espinoza, quien ocasionalmente le ayuda en la pequeña tienda, a ambos les emociona saber que cada año son más los participantes, pero no sólo por el negocio, para ellos y para toda la familia es una cuestión de fe.

Cada pieza creada lleva una parte de ellos mismos y de las tradiciones que siempre les rodearon, es por eso que todos participan, incluso los más pequeños ayudan a bordar con paciencia y delicadeza, las medias lunas que llevaran en sus fajas los moros.

La joven esposa de Misael, borda los penachos de los barbones, cuya estructura esta hecha de un bote de plástico (de algún comestible) al cual se va dando la forma correcta, dependiendo de quién lo usará. La calle en donde se encuentra el negocio de la familia Espinoza, cobra un aire distinto en estos días, la tranquilidad se interrumpe por el paso del transporte urbano combinado con uno o dos moros, que acompañados de sus amigos cristianos terminan los ensayos y se retiran a sus casas en espera de la máxima representación que este año será el 1ero. de septiembre.

Es en estos días en los que las calles de la parte más vieja de nuestra ciudad, resuenan con la historia, la tradición y la pólvora que evoca a tiempos pasados, bordados por manos zacatecanas, llenas de fe y de tradición.

Para Misael Espinoza las Morismas de Bracho son un asunto de familia, cada año por más de una década él y su familia se han dedicado a la elaboración de los trajes tradicionales de las Morismas.

Son días agitados para todos a medida de que la festividad se acerca, la jornada comienza desde las ocho de la mañana y finaliza cerca de la medianoche, para surtir los pedidos que ya desde mayo comenzaron a llegar, pues en esta fecha es cuando inician los ensayos y por ello, comienza la fabricación de la vestimenta que se ha convertido en la máxima característica de esta celebración.

VISTIENDO A MOROS Y CRISTIANOS

Los dos trajes típicos son elaborados por los miembros de la familia Espinoza, Barbón (Cristiano) y Suavo (Moros), ademas de hacer bajo pedido las vestimentas del Rey Moro.

En el caso del traje de Barbón, lleva mayor tiempo de elaboración y de accesorios, razón por la cual su precio es mas elevados, mil 800 pesos para adulto y para niño mil pesos, el calzado es elemento mas costoso, mientras que en el caso de los Suavos, el costo es de setecientos, para adulto y quinientos para niño.

Muchos de los detalles o accesorios de cada traje es adquirido fuera del estado ya que el costo es menos elevado, mientras que la materia prima (tela, hilo, etcétera) se adquiere localmente.

CUESTIÓN DE FE

Misael aprendió el oficio de su padre, don Leonardo Espinoza, quien ocasionalmente le ayuda en la pequeña tienda, a ambos les emociona saber que cada año son más los participantes, pero no sólo por el negocio, para ellos y para toda la familia es una cuestión de fe.

Cada pieza creada lleva una parte de ellos mismos y de las tradiciones que siempre les rodearon, es por eso que todos participan, incluso los más pequeños ayudan a bordar con paciencia y delicadeza, las medias lunas que llevaran en sus fajas los moros.

La joven esposa de Misael, borda los penachos de los barbones, cuya estructura esta hecha de un bote de plástico (de algún comestible) al cual se va dando la forma correcta, dependiendo de quién lo usará. La calle en donde se encuentra el negocio de la familia Espinoza, cobra un aire distinto en estos días, la tranquilidad se interrumpe por el paso del transporte urbano combinado con uno o dos moros, que acompañados de sus amigos cristianos terminan los ensayos y se retiran a sus casas en espera de la máxima representación que este año será el 1ero. de septiembre.

Es en estos días en los que las calles de la parte más vieja de nuestra ciudad, resuenan con la historia, la tradición y la pólvora que evoca a tiempos pasados, bordados por manos zacatecanas, llenas de fe y de tradición.

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