/ domingo 24 de febrero de 2019

Ser o no ser… actriz

La afortunada irrupción en el mundo cinematográfico de Yalitza Aparicio con la cinta Roma, de Alfonso Cuarón, ha sido centro de debates sobre si ella se interpretó así misma o creó un personaje, al final de cuentas hoy tiene el reconocimiento internacional y una nominación al Oscar como Mejor Actriz

Yalitza Aparicio es, sin lugar a duda, la actriz revelación del año. Al final del día, la actuación no es otra cosa que el contar una historia a través de la representación que un actor o actriz, hace del personaje que adopta.

“Actuar bien” es un asunto multifactorial, que involucra imaginación, emocionalidad, expresividad, proyección, observación, emulación, y un largo etcétera de otros factores técnicos.

Y “actuar bien” en cine, es, además, un trabajo colaborativo. Ni el mejor actor es capaz de salir avante sin un buen guion, una buena dirección, fotografía, edición, maquillaje, y otro complejo etcétera. Así que sí, la afortunada presencia de Yalitza en Roma es un cúmulo de gratas coincidencias, de múltiples talentos y de un amplio set de habilidades.

Las voces que dicen que Yalitza no hizo más que interpretarse a ella misma, pecan de un simplismo reduccionista que más tiene que ver con su racismo que con la crítica actoral.

Reto a cualquiera de esas voces a que “se interprete a sí mismo”, en la sala de un quirófano dando a luz o salvando las vidas de dos niños en el mar. Que además lo haga ante una cámara, que todo lo modifica, que dosifiquen su interpretación según el plano, y que lo hagan “bien”, con verdad, que generen emociones en quien los observa, que construyan empatía y que desborden naturalidad.

Sobran ejemplos de actores no profesionales (me niego a mal llamarlos “no actores”), que hicieron su debut en cine gracias a un director visionario, y que hicieron carrera a partir de esa oportunidad.

Será cuestión de Yalitza continuar actuando, formarse como actriz en la academia, o en el set, o en los escenarios, o quedarse con la experiencia y regresar a ser maestra en Oaxaca. Lo que sea que decida, estará bien. Lo que hizo hecho está, y no hay comentario o envidia que les reste a los éxitos que ella y Roma, ya han conseguido.

En dado caso y bajo cierta lectura, decir que Yalitza se interpretó a sí misma, tal vez sea el mayor elogio que una actriz puede recibir. Parafraseando: la actuación de Yalitza parece sencilla, su tono naturalista embona a la perfección con el tono de la película, la mujer flota de una escena a otra sin esfuerzo. Pareciera que afortunadamente Cuarón estaba ahí, con una cámara, para acompañarla y documentar lo que le pasaba. La actuación de Yalitza no parece una actuación, y al final, eso es todo lo que una buena actuación debe aspirar a ser.

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Cleo Photo by @carlossomonte @romacuaron #ROMACuarón

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Yalitza Aparicio es, sin lugar a duda, la actriz revelación del año. Al final del día, la actuación no es otra cosa que el contar una historia a través de la representación que un actor o actriz, hace del personaje que adopta.

“Actuar bien” es un asunto multifactorial, que involucra imaginación, emocionalidad, expresividad, proyección, observación, emulación, y un largo etcétera de otros factores técnicos.

Y “actuar bien” en cine, es, además, un trabajo colaborativo. Ni el mejor actor es capaz de salir avante sin un buen guion, una buena dirección, fotografía, edición, maquillaje, y otro complejo etcétera. Así que sí, la afortunada presencia de Yalitza en Roma es un cúmulo de gratas coincidencias, de múltiples talentos y de un amplio set de habilidades.

Las voces que dicen que Yalitza no hizo más que interpretarse a ella misma, pecan de un simplismo reduccionista que más tiene que ver con su racismo que con la crítica actoral.

Reto a cualquiera de esas voces a que “se interprete a sí mismo”, en la sala de un quirófano dando a luz o salvando las vidas de dos niños en el mar. Que además lo haga ante una cámara, que todo lo modifica, que dosifiquen su interpretación según el plano, y que lo hagan “bien”, con verdad, que generen emociones en quien los observa, que construyan empatía y que desborden naturalidad.

Sobran ejemplos de actores no profesionales (me niego a mal llamarlos “no actores”), que hicieron su debut en cine gracias a un director visionario, y que hicieron carrera a partir de esa oportunidad.

Será cuestión de Yalitza continuar actuando, formarse como actriz en la academia, o en el set, o en los escenarios, o quedarse con la experiencia y regresar a ser maestra en Oaxaca. Lo que sea que decida, estará bien. Lo que hizo hecho está, y no hay comentario o envidia que les reste a los éxitos que ella y Roma, ya han conseguido.

En dado caso y bajo cierta lectura, decir que Yalitza se interpretó a sí misma, tal vez sea el mayor elogio que una actriz puede recibir. Parafraseando: la actuación de Yalitza parece sencilla, su tono naturalista embona a la perfección con el tono de la película, la mujer flota de una escena a otra sin esfuerzo. Pareciera que afortunadamente Cuarón estaba ahí, con una cámara, para acompañarla y documentar lo que le pasaba. La actuación de Yalitza no parece una actuación, y al final, eso es todo lo que una buena actuación debe aspirar a ser.

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