/ jueves 28 de octubre de 2021

Cofre de Leyendas│Episodios del más allá

Escucha cada una de las leyendas de nuestra playlist "Del más allá". Preparamos para ti una selección especial que te hará sentir el miedo. ¿Estás listo? ¡Dale play a la playlist aquí!

El pozo de las cadenas

En el pueblo de Tecate, ubicado al final de la Rumorosa, en el Estado de Baja California, se cuenta que en tiempos de la Revolución Mexicana, alrededor de 1910, vivía un matrimonio de personas muy pacíficas y trabajadoras.

En aquella época no había mucha gente en los alrededores, pero un día aparecieron dos hombres que cambiaron para siempre la vida de aquel matrimonio.

No se sabe que hicieron con su esposa... El buen hombre busca venganza hasta el día de hoy.


El músico y orquesta que le tocaron al Diablo

Hay muchas historias que rodean las antiguas calles del centro de la ciudad de Durango, calles emblemáticas, y revolucionarias que ocultan grandes misterios que hasta la actualidad pudieran ser aun no descubiertos.

Transcurría los inicios del siglo XX, en esa época tan colonial donde los bailes y eventos eran de gran importancia en la ciudad de Durango y donde solamente la gente distinguida podía asistir.

Arturo Lugo era profesor y director muy famoso de una orquesta, era un grupo musical de deleite en Durango, debido a su gran talento sus servicios como musico no estaban al alcance de todos y por consecuencia era contratado por la gente más rica de la ciudad.

Su agrupación había ganado un certamen en donde se premiaba a la mejor organización musical del norte del país. En esa competencia, habían participado grandes orquestas como Sinaloa, Coahuila y desde luego Durango.


El jinete sin cabeza de Jalostotitlán

Julián era un hombre humilde que estaba desesperado por conseguir un poco de dinero para comprar medicamento para su pequeño hijo que estaba enfermo. No tenía trabajo, y los doctores le decían que su hijo podría morir pronto de no encontrar el medicamento de inmediato.

Se le ocurrió pedir ayuda a sus amigos que eran clientes frecuentes en una famosa cantina. Pero a uno de ellos se le ocurrió divertirse un poco con la desgracia de su amigo, así que le habló sobre el caballo negro de la loma. Le dijo que si conseguía montarlo, el caballo lo llevaría al escondite de su amo lleno de riquezas y tesoros.

Así que Julián salió a la loma en busca del caballo negro que vivía salvajemente con la intención de domarlo. Lo que no sabía era que se trataba de una gran mentira que habían inventado para reírse de él.

Julián subió a un árbol desde donde esperó al caballo para montarlo, justo cuando el caballo se encontró debajo del árbol, se dejó caer sobre él rápidamente. Pero tras el susto que tuvo el caballo relinchó y brincó tanto que la cabeza de Julián quedó atorada en las ramas del árbol y su sangre empapó los ojos del animal. El caballo corrió llevando encima el cuerpo del hombre y al no poder ver se dirigió a una barranca.

El caballo y el hombre fueron devorados por la tierra que comenzó a brotar ríos de sangre. Ninguno de los hombres de la cantina supo más de Julián, hasta la mañana siguiente cuando encontraron fuera de la cantina la marca de una herradura como si hubiera sido quemada. Al caer la noche, todo el pueblo fue testigo de una bola de fuego que se acercaba galopando desde la loma. Todos corrieron a refugiarse a sus casas asustados de lo que veían.

Muchos miraron por sus puertas y ventanas lo que parecía ser un jinete sin cabeza sobre un caballo negro que exhalaba fuego. El jinete se dirigió a la cantina que tenía la marca y salió con seis cabezas en sus manos. Eran las cabezas de los bromistas que habían jugado con su desgracia y de quienes decidió vengarse.

Desde entonces, cualquier persona que en vez de ayudar a una persona en desgracia se burla es castigada por el Jinete sin Cabeza que se encarga de decapitarlos.


Promesa cumplida

En el siglo XIX en el municipio de Jerez, Zacatecas, en el centro norte de México, era admirable la devoción que doña Matilde Villalobos tenía hacia la Virgen de Guadalupe, tanto así que le prometió que siempre estaría en la Capilla del Diezmo -a donde acudía a rezar- para celebrar su fiesta patronal.

Y así lo hizo.

Pero ocurrió que doña Matilde padecía una enfermedad que le costó la vida estando en Europa y, al celebrarse las fiestas de la Virgen de Guadalupe no acudió…

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El pozo de las cadenas

En el pueblo de Tecate, ubicado al final de la Rumorosa, en el Estado de Baja California, se cuenta que en tiempos de la Revolución Mexicana, alrededor de 1910, vivía un matrimonio de personas muy pacíficas y trabajadoras.

En aquella época no había mucha gente en los alrededores, pero un día aparecieron dos hombres que cambiaron para siempre la vida de aquel matrimonio.

No se sabe que hicieron con su esposa... El buen hombre busca venganza hasta el día de hoy.


El músico y orquesta que le tocaron al Diablo

Hay muchas historias que rodean las antiguas calles del centro de la ciudad de Durango, calles emblemáticas, y revolucionarias que ocultan grandes misterios que hasta la actualidad pudieran ser aun no descubiertos.

Transcurría los inicios del siglo XX, en esa época tan colonial donde los bailes y eventos eran de gran importancia en la ciudad de Durango y donde solamente la gente distinguida podía asistir.

Arturo Lugo era profesor y director muy famoso de una orquesta, era un grupo musical de deleite en Durango, debido a su gran talento sus servicios como musico no estaban al alcance de todos y por consecuencia era contratado por la gente más rica de la ciudad.

Su agrupación había ganado un certamen en donde se premiaba a la mejor organización musical del norte del país. En esa competencia, habían participado grandes orquestas como Sinaloa, Coahuila y desde luego Durango.


El jinete sin cabeza de Jalostotitlán

Julián era un hombre humilde que estaba desesperado por conseguir un poco de dinero para comprar medicamento para su pequeño hijo que estaba enfermo. No tenía trabajo, y los doctores le decían que su hijo podría morir pronto de no encontrar el medicamento de inmediato.

Se le ocurrió pedir ayuda a sus amigos que eran clientes frecuentes en una famosa cantina. Pero a uno de ellos se le ocurrió divertirse un poco con la desgracia de su amigo, así que le habló sobre el caballo negro de la loma. Le dijo que si conseguía montarlo, el caballo lo llevaría al escondite de su amo lleno de riquezas y tesoros.

Así que Julián salió a la loma en busca del caballo negro que vivía salvajemente con la intención de domarlo. Lo que no sabía era que se trataba de una gran mentira que habían inventado para reírse de él.

Julián subió a un árbol desde donde esperó al caballo para montarlo, justo cuando el caballo se encontró debajo del árbol, se dejó caer sobre él rápidamente. Pero tras el susto que tuvo el caballo relinchó y brincó tanto que la cabeza de Julián quedó atorada en las ramas del árbol y su sangre empapó los ojos del animal. El caballo corrió llevando encima el cuerpo del hombre y al no poder ver se dirigió a una barranca.

El caballo y el hombre fueron devorados por la tierra que comenzó a brotar ríos de sangre. Ninguno de los hombres de la cantina supo más de Julián, hasta la mañana siguiente cuando encontraron fuera de la cantina la marca de una herradura como si hubiera sido quemada. Al caer la noche, todo el pueblo fue testigo de una bola de fuego que se acercaba galopando desde la loma. Todos corrieron a refugiarse a sus casas asustados de lo que veían.

Muchos miraron por sus puertas y ventanas lo que parecía ser un jinete sin cabeza sobre un caballo negro que exhalaba fuego. El jinete se dirigió a la cantina que tenía la marca y salió con seis cabezas en sus manos. Eran las cabezas de los bromistas que habían jugado con su desgracia y de quienes decidió vengarse.

Desde entonces, cualquier persona que en vez de ayudar a una persona en desgracia se burla es castigada por el Jinete sin Cabeza que se encarga de decapitarlos.


Promesa cumplida

En el siglo XIX en el municipio de Jerez, Zacatecas, en el centro norte de México, era admirable la devoción que doña Matilde Villalobos tenía hacia la Virgen de Guadalupe, tanto así que le prometió que siempre estaría en la Capilla del Diezmo -a donde acudía a rezar- para celebrar su fiesta patronal.

Y así lo hizo.

Pero ocurrió que doña Matilde padecía una enfermedad que le costó la vida estando en Europa y, al celebrarse las fiestas de la Virgen de Guadalupe no acudió…

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