/ viernes 1 de diciembre de 2017

El anillo de La Virgen de Guadalupe

Bella, reluciente, y con un mensaje de esperanza y paz quepercibimos al mirarla y venerarla, así es como se encuentranuestra morenita, la Virgen de Guadalupe, reina de México yemperatriz de América y de las islas Filipinas, advocación de laVirgen de la que, hoy celebramos sus apariciones a San Juan Diegoen el Cerro del Tepeyac en 1531.

Su culto, es uno de los más arraigados en nuestro país, quenos da identidad como mexicanos. En Zacatecas la conmemoración aeste hallazgo histórico se festeja desde 1676 todos los 12 dediciembre en el Templo de Nuestra Señora de Guadalupe, tambiénconocido como El Convento, en la cabecera municipal deGuadalupe.

La estampa de la Virgen es similar en todos los recintosreligiosos, pero la particularidad de la que se encuentra en ElConvento, resulta ser majestuosa, porque a la guadalupana se leagregó un anillo de oro que la convierte en una imagen única enel mundo.

La pintura de la guadalupana llega aZacatecas

La historia nos remonta a 1650, cuando se construyó la Capillaa la Virgen del Carmen, en el sitio donde hoy es el ConventoFranciscano. En aquel tiempo se llamaba “Huerta de Melgar” puesel propietario del terreno era Don Diego de Melgar, su esposa,Jerónima de Castilla, donó la ermita para su construcción entre1674 y 1677.

Fray Antonio Margil de Jesús llegó a la Nueva Españaproveniente de Valencia, España en 1683 y, con 23 frailes fundóen Querétaro -el 13 de agosto de 1683- el primer ColegioApostólico de Misioneros que venían a evangelizar; luego fundaronuno más en Guatemala en 1701.

Fue hasta el día 27 de enero de 1704 cuando el rey de España,Felipe V expidió la cédula real que se logró el permiso delPapa, la concesión del ministro general de los franciscanos.Además del permiso del ministro de los franciscanos de América,para la fundación de un Colegio Apostólico en Zacatecas.

Para el 12 de diciembre de 1707 ya estaba la imagen de la Virgenen el santuario –pintura que realizó el artista Juan Correa,según informa el cronista de Guadalupe Bernardo del Hoyo- fueentonces cuando simbólicamente entró el padre Margil al templo yla nombró la prelada.

El anillo de oro de la Virgen, una historia de amor ydevoción

En 1844, el Padre Franciscano Bernardino de Jesús Pérez,recibió cartas de las Monjas Venerables de la Orden Franciscana deGuanajuato, que decían que la Virgen estaba descontenta con laconducta de los frailes y quería que se corrigieran por que leesperaba al convento “un trago muy amargo”, según relata FrayOctavio de la Cruz en entrevista.

Una de las madres, profetizó y le mando un mensaje diciéndoleque la estatua de San Pascual Bailón que estaba en el altar, sevendría abajo el día de su fiesta y que no le pasaría nada,asimismo anunció que una parte del Colegio Apostólico que seconstruía, se vendría abajo. Poco después se cumplió lapredicción de la monja, fue ahí cuando los frailes creyeron en loque informaban las madres.

“La virgen había pedido que los frailes del conventorealizaran un matrimonio espiritual con ella, y que quería portarun anillo en su imagen, a la par ella les brindaría otro anillo,por ello, Bernardino mandó hacer el anillo de oro”, relató dela Cruz.

El anillo de oro, en el centro tiene un corazón en relieve y ensu alrededor dice “Te ofrecemos todos nuestros corazones ynuestro amor, siendo todo de María”.

El 14 de agosto de 1844, en una ceremonia en el coro delconvento hicieron una confesión de sus culpas cada uno de losfrailes; un acto que consiste en que el superior le dice adeterminado fraile que pase a decir la culpa al comedor y, derodillas con la frente en el suelo pide perdón y unapenitencia.

La tradición cuenta que corearon cantos dedicados a la Virgen;la Tota Pulchra, la Salve Regina y un responsorio denominado OGloriosa Domina, luego bajaron del coro al presbiterio y fue ahícuando el Padre Pérez, le puso el anillo con dos abrazaderas quese encajaron en la pintura. Bernardino de Jesús les dijo: “asícomo mi hijo tiene sus delicias en estar con los hijos de loshombres, si yo los tengo con los hijos de Francisco, este colegiolo conservaré hasta que tenga un fin glorioso”.

Después el “trago amargo” sucedió, pues el 1 de agosto de1859, un batallón se presentó en el colegio y expulsó a losfrailes del convento.

El anillo de cabello

Cuando los frailes fueron expulsados se trasladaron a la Ciudadde México y el Padre Bernardino se fue a casa de sus parientes enTepotzotlán -un pueblo distante a siete leguas donde había unColegio de Ordenados erigido por los jesuitas- ahí recordó que laVirgen había prometido que ella brindaría también un anillo, porel compromiso contraído.

Estando enfermo el franciscano Pérez -de esto dio testimoniouna mujer que se llamaba Maura, declaró Fray Octavio- que unafémina de cabellera muy larga entró al cuarto donde estabaBernardino y se quitó un mechón de cabello y se lo dio alpadre.

“Bernardino -le dijo a Fray Salvador Carrillo-: este cabellome lo trajo la Inmaculada Concepción, devuélveselo”.

El padre murió, y después de algún tiempo el cabello fue adar a una familia de apellido Berumen en Jerez, Zacatecas –sedice que eran amistades de Bernardino- una mujer de ese parentescopermaneció con el pelo de la Virgen en un relicario que colgó ensu pecho durante 30 años.

Después, en 1955, llegó ese relicario al convento, y secelebró una misa por aquel suceso.

“Una vez que yo vine encontré el relicario quebrado yarrumbado en la sacristía”, dijo Fray de la Cruz, quien llegóal convento en 1953. “El relicario yo lo tengo, siempre tiene luzardiente por que así lo pidió Fray Bernardino”, apuntó.

El collar y pulseras de la Virgen

La imagen de Nuestra Santísima Madre María de Guadalupe,cuando se le colocó el famoso anillo de oro, también se leagregó una pulsera y collar de perlas, “con el paso de los añosesos accesorios se deshicieron”. Y para el 2004, los frailesbajaron el cuadro de la virgen y le pusieron pulseras de oro y otrocollar de perlas.

Así, la Virgen de Guadalupe luce, hermosa por el cariño nosolo de los frailes –sucesores de aquellos primeros franciscanosen tierras zacatecanas-, sino también por la devoción y amor quecada uno de los feligreses se acercan buscando consuelo, ánimo ycariño.

Bella, reluciente, y con un mensaje de esperanza y paz quepercibimos al mirarla y venerarla, así es como se encuentranuestra morenita, la Virgen de Guadalupe, reina de México yemperatriz de América y de las islas Filipinas, advocación de laVirgen de la que, hoy celebramos sus apariciones a San Juan Diegoen el Cerro del Tepeyac en 1531.

Su culto, es uno de los más arraigados en nuestro país, quenos da identidad como mexicanos. En Zacatecas la conmemoración aeste hallazgo histórico se festeja desde 1676 todos los 12 dediciembre en el Templo de Nuestra Señora de Guadalupe, tambiénconocido como El Convento, en la cabecera municipal deGuadalupe.

La estampa de la Virgen es similar en todos los recintosreligiosos, pero la particularidad de la que se encuentra en ElConvento, resulta ser majestuosa, porque a la guadalupana se leagregó un anillo de oro que la convierte en una imagen única enel mundo.

La pintura de la guadalupana llega aZacatecas

La historia nos remonta a 1650, cuando se construyó la Capillaa la Virgen del Carmen, en el sitio donde hoy es el ConventoFranciscano. En aquel tiempo se llamaba “Huerta de Melgar” puesel propietario del terreno era Don Diego de Melgar, su esposa,Jerónima de Castilla, donó la ermita para su construcción entre1674 y 1677.

Fray Antonio Margil de Jesús llegó a la Nueva Españaproveniente de Valencia, España en 1683 y, con 23 frailes fundóen Querétaro -el 13 de agosto de 1683- el primer ColegioApostólico de Misioneros que venían a evangelizar; luego fundaronuno más en Guatemala en 1701.

Fue hasta el día 27 de enero de 1704 cuando el rey de España,Felipe V expidió la cédula real que se logró el permiso delPapa, la concesión del ministro general de los franciscanos.Además del permiso del ministro de los franciscanos de América,para la fundación de un Colegio Apostólico en Zacatecas.

Para el 12 de diciembre de 1707 ya estaba la imagen de la Virgenen el santuario –pintura que realizó el artista Juan Correa,según informa el cronista de Guadalupe Bernardo del Hoyo- fueentonces cuando simbólicamente entró el padre Margil al templo yla nombró la prelada.

El anillo de oro de la Virgen, una historia de amor ydevoción

En 1844, el Padre Franciscano Bernardino de Jesús Pérez,recibió cartas de las Monjas Venerables de la Orden Franciscana deGuanajuato, que decían que la Virgen estaba descontenta con laconducta de los frailes y quería que se corrigieran por que leesperaba al convento “un trago muy amargo”, según relata FrayOctavio de la Cruz en entrevista.

Una de las madres, profetizó y le mando un mensaje diciéndoleque la estatua de San Pascual Bailón que estaba en el altar, sevendría abajo el día de su fiesta y que no le pasaría nada,asimismo anunció que una parte del Colegio Apostólico que seconstruía, se vendría abajo. Poco después se cumplió lapredicción de la monja, fue ahí cuando los frailes creyeron en loque informaban las madres.

“La virgen había pedido que los frailes del conventorealizaran un matrimonio espiritual con ella, y que quería portarun anillo en su imagen, a la par ella les brindaría otro anillo,por ello, Bernardino mandó hacer el anillo de oro”, relató dela Cruz.

El anillo de oro, en el centro tiene un corazón en relieve y ensu alrededor dice “Te ofrecemos todos nuestros corazones ynuestro amor, siendo todo de María”.

El 14 de agosto de 1844, en una ceremonia en el coro delconvento hicieron una confesión de sus culpas cada uno de losfrailes; un acto que consiste en que el superior le dice adeterminado fraile que pase a decir la culpa al comedor y, derodillas con la frente en el suelo pide perdón y unapenitencia.

La tradición cuenta que corearon cantos dedicados a la Virgen;la Tota Pulchra, la Salve Regina y un responsorio denominado OGloriosa Domina, luego bajaron del coro al presbiterio y fue ahícuando el Padre Pérez, le puso el anillo con dos abrazaderas quese encajaron en la pintura. Bernardino de Jesús les dijo: “asícomo mi hijo tiene sus delicias en estar con los hijos de loshombres, si yo los tengo con los hijos de Francisco, este colegiolo conservaré hasta que tenga un fin glorioso”.

Después el “trago amargo” sucedió, pues el 1 de agosto de1859, un batallón se presentó en el colegio y expulsó a losfrailes del convento.

El anillo de cabello

Cuando los frailes fueron expulsados se trasladaron a la Ciudadde México y el Padre Bernardino se fue a casa de sus parientes enTepotzotlán -un pueblo distante a siete leguas donde había unColegio de Ordenados erigido por los jesuitas- ahí recordó que laVirgen había prometido que ella brindaría también un anillo, porel compromiso contraído.

Estando enfermo el franciscano Pérez -de esto dio testimoniouna mujer que se llamaba Maura, declaró Fray Octavio- que unafémina de cabellera muy larga entró al cuarto donde estabaBernardino y se quitó un mechón de cabello y se lo dio alpadre.

“Bernardino -le dijo a Fray Salvador Carrillo-: este cabellome lo trajo la Inmaculada Concepción, devuélveselo”.

El padre murió, y después de algún tiempo el cabello fue adar a una familia de apellido Berumen en Jerez, Zacatecas –sedice que eran amistades de Bernardino- una mujer de ese parentescopermaneció con el pelo de la Virgen en un relicario que colgó ensu pecho durante 30 años.

Después, en 1955, llegó ese relicario al convento, y secelebró una misa por aquel suceso.

“Una vez que yo vine encontré el relicario quebrado yarrumbado en la sacristía”, dijo Fray de la Cruz, quien llegóal convento en 1953. “El relicario yo lo tengo, siempre tiene luzardiente por que así lo pidió Fray Bernardino”, apuntó.

El collar y pulseras de la Virgen

La imagen de Nuestra Santísima Madre María de Guadalupe,cuando se le colocó el famoso anillo de oro, también se leagregó una pulsera y collar de perlas, “con el paso de los añosesos accesorios se deshicieron”. Y para el 2004, los frailesbajaron el cuadro de la virgen y le pusieron pulseras de oro y otrocollar de perlas.

Así, la Virgen de Guadalupe luce, hermosa por el cariño nosolo de los frailes –sucesores de aquellos primeros franciscanosen tierras zacatecanas-, sino también por la devoción y amor quecada uno de los feligreses se acercan buscando consuelo, ánimo ycariño.

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