/ lunes 29 de junio de 2020

[Podcast] Cofre de leyendas │ La saurina de El Zacatón o la niña vidente de El Triunfo

Leyenda de Baja California Sur, que cuenta la historia de una niña vidente

Escucha el podcast aquí↓

Es una leyenda ampliamente conocida en Baja California Sur.

La primera vez que se le dio forma escrita a todos estos testimonios fue en 1979 por el reconocido escritor Carlos Domínguez Tapia, con el cual ganó el primer lugar en los Juegos Florales celebrados en Mulegé ese mismo año.

La pequeña Irenea había nacido dos meses antes de lo previsto. Fue en 1934. Hija de un Licenciado en Armas y una mujer de avanzada edad, estas circunstancias habían sido causa de muchos comentarios negativos de la comunidad. Mientras Gregorio era un joven de unos 20 años, doña Ramona era una señora muy grande, con hijos ya mayores, y tenía varios años que había perdido a su segundo esposo en las batallas revolucionarias. Incluso este tipo de comentarios se dieron durante la misma boda en la iglesia de El Triunfo, donde se escuchaban los murmullos: “Se casó con ella sólo por su dinero y animales”. “Sólo agarre confianza, le quitará el dinero y se irá, entre otros”.

Luego, Ramona dio a luz una niña muy blanca de ojos verdes y cabello rubio, lo cual alteró mucho a la comadrona o partera ya que eran características físicas muy diferentes a sus padres.

Irenea siempre fue una niña muy avanzada e inteligente, quien a la edad de un año actuaba como si tuviera cinco; además, sus ojos verdes y cabello rubio contrastaban mucho con el color de piel de sus padres y hermanos, ya que ellos eran de cabello negro y piel morena. La superstición no se hizo esperar, incluso al médico de la localidad le daba curiosidad tal caso, y debido a la falta de información de la época, los habitantes del pueblo llegaron a pensar que hasta podría ser hija del mismo demonio.

En el mismo templo de El Triunfo se dio el primer indicio de las habilidades de clarividencia de la pequeña niña, cuando un 12 de diciembre, mientras se celebraban las festividades del santo patrono de la localidad, Irenea tomó de las faldas a su madre y llena de terror le dice que todo se iba a caer. Gracias a esa advertencia, doña Ramona alcanzó a salir, pero desgraciadamente más de veinte personas murieron aplastadas por la caída de parte del techo de la iglesia.

Al ser ellas las únicas en salir bien de esa desgracia, aumentó el temor por la condición de la niña.

Al día siguiente en el cementerio, durante el entierro de las víctimas, Ramona reveló con gusto que ella y su familia se habían salvado por un milagro de la virgen, pero la muchedumbre furiosa y temerosa comenzó a culpar a la niña extraña del suceso, afirmando que era el mismísimo diablo. Así, tuvieron que huir ante los insultos y agresiones de la gente, y al ver el peligro la familia decidió llevar a la pequeña Irenea con su abuela al rancho Arroyo Hondo donde estaría más segura.

A pesar de que en pueblo el sacerdote llamó a la cordura y evitar especulaciones respecto a la desgracia, asegurando que él mismo había advertido del peligro del techo hace tiempo, y que fue una coincidencia que la niña se encontrara en el lugar del accidente ese día, el pueblo no dejaba de acusar a la pequeña, y planearon ir al rancho El Zacatón donde asesinaron y quemaron a los padres y hermanastras de la niña, logrando sobrevivir dos hermanos que huyeron. La turba, al quemar todo el rancho, dio por hecho que la niña estaba dentro durmiendo, y las autoridades no pudieron culpar a nadie de tan horrible masacre.

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La primera vez que se le dio forma escrita a todos estos testimonios fue en 1979 por el reconocido escritor Carlos Domínguez Tapia, con el cual ganó el primer lugar en los Juegos Florales celebrados en Mulegé ese mismo año.

La pequeña Irenea había nacido dos meses antes de lo previsto. Fue en 1934. Hija de un Licenciado en Armas y una mujer de avanzada edad, estas circunstancias habían sido causa de muchos comentarios negativos de la comunidad. Mientras Gregorio era un joven de unos 20 años, doña Ramona era una señora muy grande, con hijos ya mayores, y tenía varios años que había perdido a su segundo esposo en las batallas revolucionarias. Incluso este tipo de comentarios se dieron durante la misma boda en la iglesia de El Triunfo, donde se escuchaban los murmullos: “Se casó con ella sólo por su dinero y animales”. “Sólo agarre confianza, le quitará el dinero y se irá, entre otros”.

Luego, Ramona dio a luz una niña muy blanca de ojos verdes y cabello rubio, lo cual alteró mucho a la comadrona o partera ya que eran características físicas muy diferentes a sus padres.

Irenea siempre fue una niña muy avanzada e inteligente, quien a la edad de un año actuaba como si tuviera cinco; además, sus ojos verdes y cabello rubio contrastaban mucho con el color de piel de sus padres y hermanos, ya que ellos eran de cabello negro y piel morena. La superstición no se hizo esperar, incluso al médico de la localidad le daba curiosidad tal caso, y debido a la falta de información de la época, los habitantes del pueblo llegaron a pensar que hasta podría ser hija del mismo demonio.

En el mismo templo de El Triunfo se dio el primer indicio de las habilidades de clarividencia de la pequeña niña, cuando un 12 de diciembre, mientras se celebraban las festividades del santo patrono de la localidad, Irenea tomó de las faldas a su madre y llena de terror le dice que todo se iba a caer. Gracias a esa advertencia, doña Ramona alcanzó a salir, pero desgraciadamente más de veinte personas murieron aplastadas por la caída de parte del techo de la iglesia.

Al ser ellas las únicas en salir bien de esa desgracia, aumentó el temor por la condición de la niña.

Al día siguiente en el cementerio, durante el entierro de las víctimas, Ramona reveló con gusto que ella y su familia se habían salvado por un milagro de la virgen, pero la muchedumbre furiosa y temerosa comenzó a culpar a la niña extraña del suceso, afirmando que era el mismísimo diablo. Así, tuvieron que huir ante los insultos y agresiones de la gente, y al ver el peligro la familia decidió llevar a la pequeña Irenea con su abuela al rancho Arroyo Hondo donde estaría más segura.

A pesar de que en pueblo el sacerdote llamó a la cordura y evitar especulaciones respecto a la desgracia, asegurando que él mismo había advertido del peligro del techo hace tiempo, y que fue una coincidencia que la niña se encontrara en el lugar del accidente ese día, el pueblo no dejaba de acusar a la pequeña, y planearon ir al rancho El Zacatón donde asesinaron y quemaron a los padres y hermanastras de la niña, logrando sobrevivir dos hermanos que huyeron. La turba, al quemar todo el rancho, dio por hecho que la niña estaba dentro durmiendo, y las autoridades no pudieron culpar a nadie de tan horrible masacre.

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