Zacatecas, Zac.- Ser charro es vestirse de México, las destrezas y habilidades de quien practica el deporte llamado “el más mexicano”, son una amalgama de los valores, la cultura y la historia que representan a todo mexicano. El honor, la honradez, perseverancia, disciplina y valor a su práctica, son características particulares de la charrería.
La charrería no es un deporte exclusivo de los hombres, pues durante la historia del deporte más mexicano por excelencia, han figurado varias mujeres de gran valor, a quienes se les dio el título de Adelitas.
Como deportista, el charro debe ser capaz de dominar las artes del floreo de reata, equitación y el dominio de las nueve suertes, que reciben estas últimas dicha designación, debido a que sin importar la experiencia de jinete, o bien, del caballo, en muchas ocasiones, poseen un futuro impredecible.
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De esta manera, las nueve suertes que componen la charrería son: cala, piales en el lienzo, colas, jinete de toro, terna en el ruedo, jineteo de yegua, manganas a pie, manganas a caballo, y paso de la muerte.
La cala es considerada la más importante de las suertes, pero también la más castigada por el jurado, pues en esta faena se demuestra la relación entre charro y caballo. Frente a los jueces, el jinete debe demostrar la buena educación, mansedumbre, y rienda del caballo.
La suerte de los piales en el lienzo consiste en detener a una yegua, que sale del partidero, a toda velocidad hacia el ruedo; el objetivo es lazarla exclusivamente de sus cuartos traseros por el jinete en turno. Cada charro posee tres oportunidades.
En las colas, el charro toma al toro por la cola y se lo amarra en la pierna para poder derribarlo a una distancia de 60 metros como máximo.
La calificación se otorga con base a la distancia y calidad de caída del toro en turno. En esta suerte, son tres charros por equipo y tres oportunidades a cada uno, las que se otorgan.
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Para el jineteo de jineteo de toro, el charro lo monta hasta que éste deja de reparar. Los puntos se adquieren según la dificultad que se presente durante el reparo.
También se encuentra la terna en el ruedo, en la que un equipo de tres charros deberá lazar al un toro y derribarlo. Ésta deberá realizarse en un máximo de siete minutos, con tres oportunidades en la misma.
Posteriormente, llega el jineteo de yegua, una suerte de alto riesgo en la que un charro monta una yegua o caballo bruto hasta que deje de reparar. Al igual que en el jineteo de toro, la calificación se presenta según la dificultad del reparo.
Consideradas por muchos como las suertes más espectaculares, se encuentran las manganas, que se desarrollan en primer término a pie, y después a caballo; en ésta el charro se coloca a una distancia de cuatro metros sobre la barda perimetral (ruedo) para después, realizar su floreo de soga e intentar lazar a un equino de los cuartos delanteros.
Para finalizar las nueve suertes, llega la suerte denominada paso de la muerte, debido al riesgo que representa para el charro llevarla a cabo de manera correcta. En ella, el jinete en turno realiza un salto desde su caballo manso a pelo (sin montura), a un caballo o yegua bruta en el ruedo, mientras es ayudado por tres charros que fungen como arreadores.
Mientras tanto, la aparición de las escaramuzas se presenta después del coleadero y previo al jineteo de toro.
Ellas se encuentran conformadas por un equipo de ocho integrantes llamadas Adelitas, para realizar sus propias suertes durante la charreada, en la que ejecutan ejercicios como el abanico, la coladera, la escalera y la flor, además de sus respectivas combinaciones.
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