/ domingo 29 de noviembre de 2020

Cambio climático amenaza el cultivo milenario de los olivos

También las temperaturas cada vez más altas y las olas de calor afectan a la floración de los olivos

En el medio de su campo de olivos en Chipre, Elena Sampson echa un vistazo a los árboles estériles y promete hacer cambios para enfrentar el cambio climático tras un nuevo año sofocante.

La primera de varias olas de calor en 2020 acabó en mayo, la estación de la floración de sus 2 mil 500 olivos y árboles frutales, la mayoría cítricos, en Akaki, una localidad situada a una veintena de kilómetros de Nicosia, la capital de esta isla mediterránea.

"Este año, la ola de calor golpeó en el momento exacto en que estaban floreciendo los olivos, y no duró precisamente dos días", rememora esta griegochipriota de 38 años.

"Los regamos, pero no logramos salvar las flores", agrega. "Este año, quizá 40 (de sus 1.200 olivos) dieron aceitunas. ¡Nada, absolutamente nada!", lamenta.

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Las aceitunas, que durante milenios se han cultivado en Chipre son una parte fundamental de la cultura local y los olivos cubren ahora unas 11 mil hectáreas del territorio, según la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

En 2018, el país produjo más de 19 mil toneladas de aceite de oliva.

Pero el aceite de oliva y otros sectores de la agricultura chipriota se enfrentan al cambio climático, recuerda a la AFP Adriana Bruggeman, profesora asociada del Instituto de Chipre.

"No solo las sequías, sino también las temperaturas cada vez más altas y las olas de calor afectan a la floración, los frutos y la maduración de las cosechas", dice.

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Aunque los olivos son bastante resistentes a la sequía, necesitan agua durante la floración en primavera.

Pero Bruggeman advierte de que algunas zonas semiáridas de la isla corren el riesgo de convertirse en totalmente áridas para 2050 debido al calentamiento global.

Datos oficiales muestran que la media anual de lluvias pasó de 540 milímetros entre 1902 y 1970 a 470 mm a partir de 1971.

Además, las olas de calor son cada vez más frecuentes y han reducido la duración de la primavera.

Este año, el termómetro superó los 42 grados Celsius el 17 de mayo y la isla registró las temperaturas más altas desde que hay registro en julio, agosto y septiembre.

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La primera de varias olas de calor en 2020 acabó en mayo, la estación de la floración de sus 2 mil 500 olivos y árboles frutales, la mayoría cítricos, en Akaki, una localidad situada a una veintena de kilómetros de Nicosia, la capital de esta isla mediterránea.

"Este año, la ola de calor golpeó en el momento exacto en que estaban floreciendo los olivos, y no duró precisamente dos días", rememora esta griegochipriota de 38 años.

"Los regamos, pero no logramos salvar las flores", agrega. "Este año, quizá 40 (de sus 1.200 olivos) dieron aceitunas. ¡Nada, absolutamente nada!", lamenta.

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Las aceitunas, que durante milenios se han cultivado en Chipre son una parte fundamental de la cultura local y los olivos cubren ahora unas 11 mil hectáreas del territorio, según la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

En 2018, el país produjo más de 19 mil toneladas de aceite de oliva.

Pero el aceite de oliva y otros sectores de la agricultura chipriota se enfrentan al cambio climático, recuerda a la AFP Adriana Bruggeman, profesora asociada del Instituto de Chipre.

"No solo las sequías, sino también las temperaturas cada vez más altas y las olas de calor afectan a la floración, los frutos y la maduración de las cosechas", dice.

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Aunque los olivos son bastante resistentes a la sequía, necesitan agua durante la floración en primavera.

Pero Bruggeman advierte de que algunas zonas semiáridas de la isla corren el riesgo de convertirse en totalmente áridas para 2050 debido al calentamiento global.

Datos oficiales muestran que la media anual de lluvias pasó de 540 milímetros entre 1902 y 1970 a 470 mm a partir de 1971.

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