“La enfermedad más grande de nuestros tiempos es la falta de amor”, dijo el obispo Sigifredo Noriega Barceló, quien recomendó a la gente conservar las medidas de prevención contra la pandemia, seguirse cuidando y cuidar a los demás, “no echemos las campanas al vuelo todavía porque nos pueden regresar, nos pueden decir vaya regresas a tu casa, ya no salgas, sigamos cuidándonos, es importante, porque un pequeño descuido nos puede atrasar mucho en todos los campos”.
Informó que en la presente semana serán ordenados tres nuevos sacerdotes, dos el día 29 de junio en la Santa Basílica Catedral y uno el día primero de julio en Guadalupe, lo cual definió como una gran noticia.
Señaló que hay dos realidades que más lastiman al ser humano, y que por eso mismo nos hacen pensar, la realidad de la enfermedad y la realidad de la muerte.
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"La palabra ilumina a estas realidades que tanto nos preocupan, que tanto nos acongojan, que tanto nos desesperan en ciertos momentos, que tanto nos hacen llorar".
Indicó que en la explicación que dio el Papa Francisco en el Ángelus en Roma. se preguntaba cuál es la enfermedad más grave que podemos tener, será el cáncer, será la tuberculosis, será la neumonía, serán enfermedades cardíacas, no, dice el Papa, la enfermedad más grande es la falta de amor.
La enfermedad existe, la falta de amor existe, también la muerte, la muerte espiritual existe, no solamente la muerte física y vaya que hemos experimentado todo esto al transcurrir ya prácticamente año y medio de la pandemia.
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“Cómo nos ha hecho pensar la fragilidad humana, la enfermedad, la muerte, lo que más nos ha dolido, quizá, es no podernos despedir de las personas amadas”.
Reflexionó sobre el dolor que causa el hecho de no poderse despedir de los familiares, de los seres amados, debido a la pandemia: “Pero quizás espiritualmente más nos ha podido y nos ha dolido la dificultad que tenemos para ser curados, para ser sanados, no hay remedio, la falta de amor, pero también, por otro lado, la solidaridad”.
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