Luis Moya, Zac.- “Las Marías”, se anuncia afuera de unpuestecito de gorditas en el municipio de Luis Moya. Dentro dellugar, una mujer menudita, de estatura baja, de mirada dulce y unpoco huraña, se afana en atender a las personas que acuden aprobar lo que muchos consideran un manjar.
Se trata de un pequeño local, en donde lo primero que se alcanza a ver es un altar dedicado avarios santos, con algunas flores ya marchitas, en un ambientedonde el olor a chile rojo y masa son una constante que se combinancon el aroma de los diferentes guisos que se cocinan para elaborarlas gorditas.
Doña María de la Luz Bustos es una de las Marías. “La otraMaría ya se murió”, manifiesta la mujer con el rostroentristecido cuando recuerda a María Guerrero, aquella que fuerasu vecina y acompañante desde hace casi 30 años.
La mujer agacha la cabeza y se sostiene de uno de los grandescomales en los que elaboran las gorditas y que está desocupado,pues cada vez la clientela es menos. “Antes me traía hasta trestinitas de masa, ahora muy apenas acabo una”, refiere conpesar.
Por ello, doña Maríarecuerda que ella y su vecina llenaban los dos comales congorditas, mientras que ahora sólo se enciende uno y termina devender ya hasta tarde porque hay pocos clientes. “Sí me llega elapoyo de 65 y Más, pero pues no me alcanza y tengo quetrabajar”, refiere.Doña María recuerda que la historiade las gorditas de Luis Moya inició hace alrededor de 35 años enel molino de don Lupe Cortés, quien “ahí anda y ni si haceviejo”, señala entre risas y recuerda que fue ahí a un lado desu local donde se ubicaba dicho lugar y donde se instalaron grandescomales para que quienes quisieran elaborarantortillas.
Íbamos muchas mujeres, ahí hacíamos las mejores tortillas dela región, venía gente de otros municipios, como de Ojocaliente.Yo entregaba en un solo rancho hasta 50 kilos, y pues tambiénmuchas se animaron a elaborar gorditas en los comales.
No obstante, refiere que la tradición en su familia viene desdecon su abuelita que “hacía condoches y pan en el horno. Luego yome enseñé así nomás viendo”, indica doña María, quienrefiere que luego su vecina María le dijo que se animara aelaborar gorditas. Doña María, por más quese le pregunta por su edad no da cuenta de ella. “No sé, la mera verdad nunca veo mis papeles. Muchagente cree que no quiero decir mi edad, pero no, es que yo nunca mehe fijado”, asegura. Mientras la mujerhabla, llega un cliente de otro municipio, pide para llevar unacantidad considerable de gorditas, se las empacan en dos cajas y seretira muy contento. Doña María menciona que así tiene muchosclientes, que de vez en cuando la buscan porque “las gorditas deLuis Moya son muy famosas”.
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