/ viernes 5 de marzo de 2021

Marisela Becerra, la fortaleza femenina en el campo

Luego de que su esposo fuera víctima de la violencia, tuvo que tomar las riendas de sus tierras

el sol de zacatecas

En la localidad Lomas de Guadalupe, que forma parte de las zonas de producción más importante del municipio de Guadalupe, Zacatecas, cuando se pregunta acerca de una mujer destacada, todos tienen bien claro que es doña Marisela Becerra, a quien definen como una mujer modelo que se encarga de la producción de sus tierras.

A pesar de ser una mujer con liderazgo, a doña Marisela Becerra Becerra, no le gusta que le tomen fotos o que la entrevisten extraños, al principio se muestra huraña, pero luego accede. La mujer con un nudo en la garganta y con ganas de hablar de lo que le acontece, asegura que tomó las riendas de sus propiedades desde hace tres años en que, a consecuencia de la inseguridad su esposo, Atanasio López desapareció cuando fue a cuidar las vacas y de quien no ha vuelto a saber nada, a pesar de que interpuso la denuncia correspondiente.

La agricultora tiene una hija y un hijo que radican en Estados Unidos, quienes pudieran ocuparse de su manutención, pero a pesar de eso, ella decidió dedicarse a sus cultivos y seguir generando empleos en la región, pero, sobre todo, “no ser una carga para ellos, yo me iría con ellos y sí me mantendrían, pero les tengo que dar la oportunidad de que vivan su vida con sus parejas. Les digo que paguen sus gastos, yo estoy bien”.

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La mujer de 56 años, quien forma parte de una sociedad que cuenta con un pozo de riego, aclara: “Mientras de que yo pueda, voy a salir adelante y para mí no ha sido pesado. Por eso a las mujeres que como yo han quedado solas les digo: que le echen ganas, todo se puede, muchas personas me dicen, no Marisela, ya deja ahí, qué andas haciendo, pero el trabajo no se me hace pesado, no debemos ser una carga para nuestros hijos porque nosotros podemos si nos lo proponemos”.

Ya pasa de las seis de la tarde, el sol comienza a bajar y a mostrar una gama de colores que llaman la atención, mientras avanzamos en el vehículo que nos transporta a la milpa de doña Marisela, quien señala que en lugar de dar sus tierras a medias para que otras personas las trabajaran, luego de la desaparición de su marido, decidió tomar las riendas de las mismas y trabajar todo el año en la siembra de frijol, ajo, chile y alfalfa, con lo que se sostiene.

De repente, entre los sembradíos aparecen unas construcciones en forma de conos, de los llamados silos, que por muchos años sirvieron para almacenar los granos que se cosechaban en la región, y ahí, entre ellos se genera un espectáculo de luz del sol que se asoma, mientras doña Marisela refiere que al igual que lo hacía su marido, ella con sus cultivos, genera fuentes de empleo entre las personas de la región.

Hay muchas personas que contratan gente y que dicen que la gente ya no quieren trabajar y sí es cierto, no quieren trabajar con ellos porque les pagan poco, porque los negrean, pero conmigo siempre trabajan y a veces hay hasta más mujeres que hombres que vienen de aquí de los ranchos cercanos o hasta de Tacoaleche

El vehículo se mueve en el pequeño camino entre las tierras de cultivo, la mayoría de ellas que se ven color café, ya que no están sembradas, mientras que a lo lejos se alcanzan a ver los cultivos de doña Marisela, uno de ellos, el que más le genera orgullo es el de ajo, por el trabajo que lleva lograr obtener el fruto de los mismos y por el cual los intermediarios que vienen de Guanajuato y Aguascalientes, se lo pagan a solo 20 o 25 pesos el kilogramo, con , lo cual al menos sale para los gastos.

Pero los precios de los productos a doña Marisela no le desaniman, ella sigue esforzándose diariamente para lograr obtener una buena cosecha. Se levanta a las seis de la mañana, a las siete va a recoger a los trabajadores, a las diez de la mañana es el horario del desayuno y a la una de la tarde se termina la jornada laboral.

Alejandra Jáquez... sobre el proceso de encuadernación artesanal

A pesar de que el recurso no fluye como ella quisiera, doña Marisela está ahorrando para modernizar sus tierras de cultivo, pero lamenta que no pueda acceder a los apoyos y subsidios gubernamentales: “ahorita hay apoyo para cintilla y otros beneficios del gobierno que están llegando, pero yo no entro porque tengo mal mi acta de nacimiento, además de que las tierras aún no son de mi propiedad porque no hay un acta de defunción de mi esposo, por eso estoy haciendo trámites para poder lograr apoyos”.

Doña Marisela no se desamina, afirma que colocará cintilla y hule a sus cultivos de chile y ajo para poder mejorar la producción, para lo cual ya está ahorrando. La mujer no es solamente agricultora, si no también ganadera y aclara: “Lo único que no me gusta hacer es ordeñar, les dejo la leche a los becerros y así crecen más rápido, pero las vacas van y vienen solas, yo me ocupo de darles de cenar”.

Escucha el podcast

el sol de zacatecas

En la localidad Lomas de Guadalupe, que forma parte de las zonas de producción más importante del municipio de Guadalupe, Zacatecas, cuando se pregunta acerca de una mujer destacada, todos tienen bien claro que es doña Marisela Becerra, a quien definen como una mujer modelo que se encarga de la producción de sus tierras.

A pesar de ser una mujer con liderazgo, a doña Marisela Becerra Becerra, no le gusta que le tomen fotos o que la entrevisten extraños, al principio se muestra huraña, pero luego accede. La mujer con un nudo en la garganta y con ganas de hablar de lo que le acontece, asegura que tomó las riendas de sus propiedades desde hace tres años en que, a consecuencia de la inseguridad su esposo, Atanasio López desapareció cuando fue a cuidar las vacas y de quien no ha vuelto a saber nada, a pesar de que interpuso la denuncia correspondiente.

La agricultora tiene una hija y un hijo que radican en Estados Unidos, quienes pudieran ocuparse de su manutención, pero a pesar de eso, ella decidió dedicarse a sus cultivos y seguir generando empleos en la región, pero, sobre todo, “no ser una carga para ellos, yo me iría con ellos y sí me mantendrían, pero les tengo que dar la oportunidad de que vivan su vida con sus parejas. Les digo que paguen sus gastos, yo estoy bien”.

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La mujer de 56 años, quien forma parte de una sociedad que cuenta con un pozo de riego, aclara: “Mientras de que yo pueda, voy a salir adelante y para mí no ha sido pesado. Por eso a las mujeres que como yo han quedado solas les digo: que le echen ganas, todo se puede, muchas personas me dicen, no Marisela, ya deja ahí, qué andas haciendo, pero el trabajo no se me hace pesado, no debemos ser una carga para nuestros hijos porque nosotros podemos si nos lo proponemos”.

Ya pasa de las seis de la tarde, el sol comienza a bajar y a mostrar una gama de colores que llaman la atención, mientras avanzamos en el vehículo que nos transporta a la milpa de doña Marisela, quien señala que en lugar de dar sus tierras a medias para que otras personas las trabajaran, luego de la desaparición de su marido, decidió tomar las riendas de las mismas y trabajar todo el año en la siembra de frijol, ajo, chile y alfalfa, con lo que se sostiene.

De repente, entre los sembradíos aparecen unas construcciones en forma de conos, de los llamados silos, que por muchos años sirvieron para almacenar los granos que se cosechaban en la región, y ahí, entre ellos se genera un espectáculo de luz del sol que se asoma, mientras doña Marisela refiere que al igual que lo hacía su marido, ella con sus cultivos, genera fuentes de empleo entre las personas de la región.

Hay muchas personas que contratan gente y que dicen que la gente ya no quieren trabajar y sí es cierto, no quieren trabajar con ellos porque les pagan poco, porque los negrean, pero conmigo siempre trabajan y a veces hay hasta más mujeres que hombres que vienen de aquí de los ranchos cercanos o hasta de Tacoaleche

El vehículo se mueve en el pequeño camino entre las tierras de cultivo, la mayoría de ellas que se ven color café, ya que no están sembradas, mientras que a lo lejos se alcanzan a ver los cultivos de doña Marisela, uno de ellos, el que más le genera orgullo es el de ajo, por el trabajo que lleva lograr obtener el fruto de los mismos y por el cual los intermediarios que vienen de Guanajuato y Aguascalientes, se lo pagan a solo 20 o 25 pesos el kilogramo, con , lo cual al menos sale para los gastos.

Pero los precios de los productos a doña Marisela no le desaniman, ella sigue esforzándose diariamente para lograr obtener una buena cosecha. Se levanta a las seis de la mañana, a las siete va a recoger a los trabajadores, a las diez de la mañana es el horario del desayuno y a la una de la tarde se termina la jornada laboral.

Alejandra Jáquez... sobre el proceso de encuadernación artesanal

A pesar de que el recurso no fluye como ella quisiera, doña Marisela está ahorrando para modernizar sus tierras de cultivo, pero lamenta que no pueda acceder a los apoyos y subsidios gubernamentales: “ahorita hay apoyo para cintilla y otros beneficios del gobierno que están llegando, pero yo no entro porque tengo mal mi acta de nacimiento, además de que las tierras aún no son de mi propiedad porque no hay un acta de defunción de mi esposo, por eso estoy haciendo trámites para poder lograr apoyos”.

Doña Marisela no se desamina, afirma que colocará cintilla y hule a sus cultivos de chile y ajo para poder mejorar la producción, para lo cual ya está ahorrando. La mujer no es solamente agricultora, si no también ganadera y aclara: “Lo único que no me gusta hacer es ordeñar, les dejo la leche a los becerros y así crecen más rápido, pero las vacas van y vienen solas, yo me ocupo de darles de cenar”.

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