Así como se oye.
Pasión hasta el extremo.
Compasión hasta el extremo.
Libertad hasta el extremo.
Amor hasta el extremo.
La Cruz del Crucificado preside el Viernes Santo.
La Cruz, signo del amor extremo de Dios.
La Cruz, trofeo inagotable de esperanza.
Levantemos los ojos y miremos el árbol de la Cruz,
donde sigue clavado el Salvador del mundo.
¡Vengan y adoremos!
Hoy es Viernes Santo.
Es la estación de estaciones del amor misericordioso de Dios.
“Tanto amó Dios al mundo…” es realidad de realidades.
¡Adoremos y abracemos!
La cabeza en alto para mirar compasivo a todos.
Los brazos abiertos de amor infinito para abrazar a muchos.
¡Salve, Señor de la misericordia!
Te adoramos, Redentor, y te bendecimos.
Hoy contemplamos y nos dejamos amar.
Su misericordia no tiene fin.
Basta aceptar ser perdonados.
El mañana de la misericordia es plenitud.
El amor de Dios hasta el extremo infinito.
El nuestro, ¿dónde anda?