/ viernes 9 de agosto de 2024

Desde depresión a trastornos alimenticios: cómo influyen las redes sociales en la niñas

El profesor Carlos Javier González Serrano dijo en entrevista para El Sol de México que entre los 15 y los 18 años son comunes los trastornos de conducta alimentaria

La exigencia por tener un cuerpo deseable y difundirlo en redes sociales hace que niñas y adolescentes se encuentren enfrascadas en trastorno alimenticios como la bulimia nerviosa y anorexia, pero también en trastornos mentales como la depresión y comportamientos suicidas.

Así lo advirtió Carlos Javier González Serrano, profesor de filosofía y psicología en secundarias, bachilleratos y universidades de España, donde el experto convive con menores de 15, 16, 17 y 18 años, algunos inmersos en estos problemas.

En entrevista para El Sol de México sostuvo que en estas edades los trastornos de conducta alimentaria son comunes por dos razones: una, por las exigencias sociales heteronormativas, que se refiere a la forma de ver el mundo a partir de dos sexos, dos géneros y legitimando a la heterosexualidad como la única orientación sexual aceptada social y culturalmente, lo que muchas menores de edad se imponen a través de cánones sociales y la segunda por las comparaciones que se hacen entre ellas.

Nuestro cuerpo se ha convertido no solo en un objeto de deseo sino en un objeto de consumo y consumido por todas estas estrategias de mercadotecnia, que han convertido nuestro cuerpo en un objeto no solo de deseos sino también, como te decía antes, de sacarle provecho en todos los órdenes”, expuso en entrevista telefónica.

Agregó que la población infantojuvenil y cada vez más la población adulta, está expuesta a la sociedad fit, donde se busca sacar productividad, utilidad y mercantilizar los bienes corporales y desde las redes sociales se expone permanentemente que si tenemos un cuerpo fibrado, un cuerpo delgado, vamos a ser aceptados y nos va a ir mejor en la vida, en términos laborales, económicos y sociales.

“Lo que está sucediendo hoy es que con tanta hipersexualización, los cuerpos están mucho más expuestos y esa exposición tiene que estar a su vez sujeta a ciertos cánones hiperproductivos de belleza, a ciertos cánones que también tienen que ver con el heteropatriarcado muchas veces, que es el hombre el que pone los límites y los cánones para cómo tiene que ser deseada la mujer”, enfatizó.

Explicó que la insatisfacción con nuestra imagen corporal es el punto perfecto para la mercadotecnia, que siempre tiene un nuevo producto de proteínas o la diversidad de entrenadores y coaches que hay para marcar el cuerpo.

Señaló que en la población joven existe una incapacidad para responder a las exigencias de la sociedad, de los padres, las madres o incluso de los profesores que les exigen ser los mejores y además deben tener un buen cuerpo. Los jóvenes tienen que responder a las expectativas de la abuela, del abuelo, del padre y de la madre, lo que genera insatisfacciones y frustraciones permanentes.

González Serrano comentó que además de los trastornos de la conducta alimentaria, la ansiedad y la depresión, también detecta que los adolescentes sufren anhedonia, una falta de disfrute por cualquier tipo de actividad, porque su deseo siempre está activado. Entonces, siempre desean una cosa y otra y otra y otra y cuando parece que ya están satisfechos, pues de repente surge otro deseo y así entran en una cadena de la frustración que los lleva a no tener ganas de hacer nada.

Recomendó la importancia de dar voz a las adolescentes porque muchas veces lo que demandan, lo que piden, lo que desean es tener un adulto, una figura de referencia en la que se puedan apoyar y con la que se puedan desahogar. Los profesionales de la enseñanza y de la psicología infantil y juvenil tienen que prestar oído y dejarles hablar.

“Estamos ante una sociedad indiferente ante el sufrimiento de la persona que tenemos a nuestro alrededor, a las más cercanas y aquí las redes sociales tienen mucho que ver porque la gente parece que está muy cerca, pero no está tan cerca como parece. Solamente vemos ese escaparate que las personas ponen a disposición para que vean lo fantástica que es su vida, los viajes que hacen, las copas que se toman o las comidas que consumen en cualquier bar de lujo o que esté de moda”,

Pero claro, expresó, eso que estamos haciendo es para separarnos de la voz real, de la mirada de la persona y hoy tenemos que importancia a la mirada, al encuentro físico entre personas, porque las personas tenemos un olor característico, tenemos maneras determinadas de gesticular, de expresarnos y todo eso se está diluyendo.

“Hay vídeos absolutamente estúpidos, insulsos, vacíos de TikTok, de Instagram, de Twitter. En los que la gente lo único que aparece es bailando, haciendo absolutas estupideces. Muchas veces que está muy bien bailar, no voy a condenar el baile, está muy bien bailar, pero son actividades absolutamente insulsas que no me hablan de cómo está la otra persona”.

El especialista llamó a las autoridades gubernamentales a escuchar al personal sanitario que están en los centros de salud mental y a los docentes que todos los días conviven en las aulas con los jóvenes.

Si tú tienes 35 o 40 alumnos en una clase no puedes hacerte cargo de la diversidad. Entonces creo que es muy importante primero que haya menos alumnos por clase y en segundo lugar que haya más profesorado. Me da igual en la enseñanza pública, privada y concertada, me da igual, pero que se pongan más medios para que haya más profesorado y menos alumnos”, pidió.

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Lamentó que en los centros escolares los profesores está tan agobiados y asediados por obligaciones, no solo docentes sino también administrativas, y además deben tener un mínimo de formación asistencial para apoyar a las alumnas en términos psicológicos y emocionales.

La exigencia por tener un cuerpo deseable y difundirlo en redes sociales hace que niñas y adolescentes se encuentren enfrascadas en trastorno alimenticios como la bulimia nerviosa y anorexia, pero también en trastornos mentales como la depresión y comportamientos suicidas.

Así lo advirtió Carlos Javier González Serrano, profesor de filosofía y psicología en secundarias, bachilleratos y universidades de España, donde el experto convive con menores de 15, 16, 17 y 18 años, algunos inmersos en estos problemas.

En entrevista para El Sol de México sostuvo que en estas edades los trastornos de conducta alimentaria son comunes por dos razones: una, por las exigencias sociales heteronormativas, que se refiere a la forma de ver el mundo a partir de dos sexos, dos géneros y legitimando a la heterosexualidad como la única orientación sexual aceptada social y culturalmente, lo que muchas menores de edad se imponen a través de cánones sociales y la segunda por las comparaciones que se hacen entre ellas.

Nuestro cuerpo se ha convertido no solo en un objeto de deseo sino en un objeto de consumo y consumido por todas estas estrategias de mercadotecnia, que han convertido nuestro cuerpo en un objeto no solo de deseos sino también, como te decía antes, de sacarle provecho en todos los órdenes”, expuso en entrevista telefónica.

Agregó que la población infantojuvenil y cada vez más la población adulta, está expuesta a la sociedad fit, donde se busca sacar productividad, utilidad y mercantilizar los bienes corporales y desde las redes sociales se expone permanentemente que si tenemos un cuerpo fibrado, un cuerpo delgado, vamos a ser aceptados y nos va a ir mejor en la vida, en términos laborales, económicos y sociales.

“Lo que está sucediendo hoy es que con tanta hipersexualización, los cuerpos están mucho más expuestos y esa exposición tiene que estar a su vez sujeta a ciertos cánones hiperproductivos de belleza, a ciertos cánones que también tienen que ver con el heteropatriarcado muchas veces, que es el hombre el que pone los límites y los cánones para cómo tiene que ser deseada la mujer”, enfatizó.

Explicó que la insatisfacción con nuestra imagen corporal es el punto perfecto para la mercadotecnia, que siempre tiene un nuevo producto de proteínas o la diversidad de entrenadores y coaches que hay para marcar el cuerpo.

Señaló que en la población joven existe una incapacidad para responder a las exigencias de la sociedad, de los padres, las madres o incluso de los profesores que les exigen ser los mejores y además deben tener un buen cuerpo. Los jóvenes tienen que responder a las expectativas de la abuela, del abuelo, del padre y de la madre, lo que genera insatisfacciones y frustraciones permanentes.

González Serrano comentó que además de los trastornos de la conducta alimentaria, la ansiedad y la depresión, también detecta que los adolescentes sufren anhedonia, una falta de disfrute por cualquier tipo de actividad, porque su deseo siempre está activado. Entonces, siempre desean una cosa y otra y otra y otra y cuando parece que ya están satisfechos, pues de repente surge otro deseo y así entran en una cadena de la frustración que los lleva a no tener ganas de hacer nada.

Recomendó la importancia de dar voz a las adolescentes porque muchas veces lo que demandan, lo que piden, lo que desean es tener un adulto, una figura de referencia en la que se puedan apoyar y con la que se puedan desahogar. Los profesionales de la enseñanza y de la psicología infantil y juvenil tienen que prestar oído y dejarles hablar.

“Estamos ante una sociedad indiferente ante el sufrimiento de la persona que tenemos a nuestro alrededor, a las más cercanas y aquí las redes sociales tienen mucho que ver porque la gente parece que está muy cerca, pero no está tan cerca como parece. Solamente vemos ese escaparate que las personas ponen a disposición para que vean lo fantástica que es su vida, los viajes que hacen, las copas que se toman o las comidas que consumen en cualquier bar de lujo o que esté de moda”,

Pero claro, expresó, eso que estamos haciendo es para separarnos de la voz real, de la mirada de la persona y hoy tenemos que importancia a la mirada, al encuentro físico entre personas, porque las personas tenemos un olor característico, tenemos maneras determinadas de gesticular, de expresarnos y todo eso se está diluyendo.

“Hay vídeos absolutamente estúpidos, insulsos, vacíos de TikTok, de Instagram, de Twitter. En los que la gente lo único que aparece es bailando, haciendo absolutas estupideces. Muchas veces que está muy bien bailar, no voy a condenar el baile, está muy bien bailar, pero son actividades absolutamente insulsas que no me hablan de cómo está la otra persona”.

El especialista llamó a las autoridades gubernamentales a escuchar al personal sanitario que están en los centros de salud mental y a los docentes que todos los días conviven en las aulas con los jóvenes.

Si tú tienes 35 o 40 alumnos en una clase no puedes hacerte cargo de la diversidad. Entonces creo que es muy importante primero que haya menos alumnos por clase y en segundo lugar que haya más profesorado. Me da igual en la enseñanza pública, privada y concertada, me da igual, pero que se pongan más medios para que haya más profesorado y menos alumnos”, pidió.

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Lamentó que en los centros escolares los profesores está tan agobiados y asediados por obligaciones, no solo docentes sino también administrativas, y además deben tener un mínimo de formación asistencial para apoyar a las alumnas en términos psicológicos y emocionales.

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