Este año se cumple el 30 aniversario de la caída del Muro de Berlín y, aunque una generación de alemanes creció sin convivir con esta división, las dos mitades del país aún se encuentran separadas por su historia.
Los estados federados que alguna vez conformaron la República Democrática Alemana (RDA) y la República Federal de Alemania (RFA) aún muestran diferencias significativas, que también afectan el comportamiento de los votantes.
Treinta años después del final del comunismo, la brecha económica se ha reducido, gracias a los billones de euros en inversiones que fluyeron hacia la ex RDA.
Sin embargo, el Producto Interior Bruto (PIB) per cápita en el este estuvo estancado durante años en un 70 por ciento del de occidente.
Además, el desempleo en el este aún es más elevado y no hay ni una empresa representada en el índice Dax de la Bolsa de Fráncfort que tenga sede en esa zona de Alemania.
Desde la caída del Muro de Berlín, más de dos millones de personas en el este partieron en busca de mejores oportunidades profesionales al oeste del país.
La denominada "fuga de cerebros" se detuvo en 2017, pero actualmente solo un sexto de toda la población alemana reside en la parte oriental del país, escasamente habitada. Y como partieron tantos jóvenes, la población del este alemán está envejeciendo más rápidamente que en el oeste.
Según el Instituto Allensbach para la Investigación de la Opinión Pública, existe un sentimiento creciente entre la población oriental germana de que ha sido dejada de lado. Sin embargo, sus vecinos occidentales contemplan la situación en el este como mucho más positiva, según el estudio de Allensbach.
Pero la división también implica que la gente se identifica de forma diferente en ambas partes del país.
En el oeste, el 71 por ciento de la población se considera principalmente como alemana y no como alemana occidental. En cambio, muchos alemanes del este aún se identifican con la extinta RDA, a la vez que el 47 por ciento de los encuestados se califican sobre todo como alemanes del este.