/ lunes 10 de abril de 2017

Hijos de madres deportadas nacidos en EU viven cambio drástico

  • Aquellos que se quedan en Estados Unidos crecen conausencias, mientras los que vienen a México resientendesadaptación y carencias

“Yo no soy de aquí, no estoy aquí porque quiero, sino paraestar con mi mamá; extraño mi escuela, mi comida y EstadosUnidos”, es una realidad que se da en niños nacidos en el vecinopaís que acompañan a sus madres deportadas.

Este diálogo fue captado en la barda internacional de Playas deTijuana, uno de esos días en los que se juntan las familias y através de los barrotes que dividen a México y Estados Unidos, seven, se tocan, se lloran los seres queridos divididos.

Familias que son separadas, a veces padres, pero sobre todomadres deportadas que luchan por traer consigo a sus retoños aesta frontera mexicana y que a veces, no todo el tiempo, una vezlograda esta hazaña, se suscita una de las realidades máscomunes.

Las madres regresadas de Estados Unidos no sólo tratan debuscar trabajo aquí, “también tratan de apelar su caso paravolver a reunirse con sus hijos que viven en ese país”, indicóla directora de “Madres y Familias Deportadas en Acción”,María Galleta.

“Es difícil que las madres regresen luego de ser deportadas,algunas tienen años esperando, aún con abogados; entonces,deciden traer a sus hijos, aunque a veces los dejan allá con lospapás y ellos toman la decisión de no dejarlas ver a sushijos”, dijo.

Explicó que en ocasiones aunque la corte estadunidense hayaasignado a los padres a partes iguales la custodia de los hijos,quien se queda a cargo de ellos en Estados Unidos no lo respeta ycon el tiempo se van alargando las ausencias y los hijoscrecen.

La diferencia entre madres deportadas, es que algunas,indocumentadas o no, tienen sus hijos nacidos en el vecino país ysólo a ellas las deportan, mientras que con las madres que seencuentran ilegales junto con sus hijos, son deportados todos.

Entonces, las primeras, comienzan todo un proceso legal,económico y filial ya sea para intentar regresar a Estados Unidos,lo cual es difícil, o atraer hacia México a sus hijos, lo que envarios de los casos es logrado.

Sin embargo, ya con los hijos en México, éstos comienzan asufrir ante la desadaptación al cambio, “son niños que sufrenmuchas privaciones, la comida no es igual, la madre no gana lo queganaba en EU y viven con carencias”.

En el ámbito educacional, son varios los niños que cruzandiariamente a las cinco de la mañana para ir a la escuela en laque se encuentran inscritos en Estados Unidos, “niños que estánaquí y cruzan en la mañana y regresan en la noche yacansados”.

Al día siguiente, se da la misma rutina, “llevan una vida muydifícil, niños tristes que se tienen que levantar muy tempranopara poder cruzar y llegar a tiempo, llegan cansados a hacer latarea y al día siguiente, de nuevo a Estados Unidos”.

Luego, “con los sueldos de la madre aquí en México, no sepuede hacer mucho, aquí ya no tienen lo que tenían allá y lasmamás ven con impotencia que no le pueden dar al niño a lo queestaba acostumbrado en Estados Unidos”.

Esto “es una tristeza, porque ¿qué les estamos enseñando aesos niños, que son el futuro de Estados Unidos y también el deMéxico, si están siendo tratados de esa manera? A lo mejor ya notendrán confianza en las autoridades ante la triste realidad queviven”.

María Galleta explicó que el centro de atención Madres yFamilias Deportadas en Acción “El amor no conoce fronteras”,tiene más de dos años dando apoyo a este sector, y aquí se lesofrece asesoría legal, enseres y orientación psicológica, entreotros servicios.

  • Aquellos que se quedan en Estados Unidos crecen conausencias, mientras los que vienen a México resientendesadaptación y carencias

“Yo no soy de aquí, no estoy aquí porque quiero, sino paraestar con mi mamá; extraño mi escuela, mi comida y EstadosUnidos”, es una realidad que se da en niños nacidos en el vecinopaís que acompañan a sus madres deportadas.

Este diálogo fue captado en la barda internacional de Playas deTijuana, uno de esos días en los que se juntan las familias y através de los barrotes que dividen a México y Estados Unidos, seven, se tocan, se lloran los seres queridos divididos.

Familias que son separadas, a veces padres, pero sobre todomadres deportadas que luchan por traer consigo a sus retoños aesta frontera mexicana y que a veces, no todo el tiempo, una vezlograda esta hazaña, se suscita una de las realidades máscomunes.

Las madres regresadas de Estados Unidos no sólo tratan debuscar trabajo aquí, “también tratan de apelar su caso paravolver a reunirse con sus hijos que viven en ese país”, indicóla directora de “Madres y Familias Deportadas en Acción”,María Galleta.

“Es difícil que las madres regresen luego de ser deportadas,algunas tienen años esperando, aún con abogados; entonces,deciden traer a sus hijos, aunque a veces los dejan allá con lospapás y ellos toman la decisión de no dejarlas ver a sushijos”, dijo.

Explicó que en ocasiones aunque la corte estadunidense hayaasignado a los padres a partes iguales la custodia de los hijos,quien se queda a cargo de ellos en Estados Unidos no lo respeta ycon el tiempo se van alargando las ausencias y los hijoscrecen.

La diferencia entre madres deportadas, es que algunas,indocumentadas o no, tienen sus hijos nacidos en el vecino país ysólo a ellas las deportan, mientras que con las madres que seencuentran ilegales junto con sus hijos, son deportados todos.

Entonces, las primeras, comienzan todo un proceso legal,económico y filial ya sea para intentar regresar a Estados Unidos,lo cual es difícil, o atraer hacia México a sus hijos, lo que envarios de los casos es logrado.

Sin embargo, ya con los hijos en México, éstos comienzan asufrir ante la desadaptación al cambio, “son niños que sufrenmuchas privaciones, la comida no es igual, la madre no gana lo queganaba en EU y viven con carencias”.

En el ámbito educacional, son varios los niños que cruzandiariamente a las cinco de la mañana para ir a la escuela en laque se encuentran inscritos en Estados Unidos, “niños que estánaquí y cruzan en la mañana y regresan en la noche yacansados”.

Al día siguiente, se da la misma rutina, “llevan una vida muydifícil, niños tristes que se tienen que levantar muy tempranopara poder cruzar y llegar a tiempo, llegan cansados a hacer latarea y al día siguiente, de nuevo a Estados Unidos”.

Luego, “con los sueldos de la madre aquí en México, no sepuede hacer mucho, aquí ya no tienen lo que tenían allá y lasmamás ven con impotencia que no le pueden dar al niño a lo queestaba acostumbrado en Estados Unidos”.

Esto “es una tristeza, porque ¿qué les estamos enseñando aesos niños, que son el futuro de Estados Unidos y también el deMéxico, si están siendo tratados de esa manera? A lo mejor ya notendrán confianza en las autoridades ante la triste realidad queviven”.

María Galleta explicó que el centro de atención Madres yFamilias Deportadas en Acción “El amor no conoce fronteras”,tiene más de dos años dando apoyo a este sector, y aquí se lesofrece asesoría legal, enseres y orientación psicológica, entreotros servicios.

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