/ miércoles 8 de mayo de 2024

Crónica del poder / Los que sí y los que no, bien gozan del poder electoral

En los escenarios federal y local desde ya los actores y candidatos son atravesados por una línea divisoria, unos pocos o los menos, alineados hacia la victoria y los muchos o los más, enfilados hacia la derrota, pero mientras se desarrollan las campañas y transcurre la competencia por las zonas urbanas y rurales, en los debates políticos, en la lucha mediática y las batallas propagandísticas o publicitarias, todas y todos gozan de la igualdad, equidad y de los equilibrios en las cimas o los abismos de las encuestas, de la imparcialidad y preferencias de la gente noble o como diría López Obrador, el pueblo bueno y sabio, que los recibe sin distinción y muy a parte de las hordas o grupos de lambisconería y adulaciones que nunca faltan.

Los candidatos a senadores y diputaciones federales, de hecho viven 90 días de gloria antes de la realidad del triunfo y la derrota; de pronto asumen un liderazgo que no tenían y que ahora exhiben, algunos racionalmente y respetuosos y otros u otras, ese efímero poder lo ejercen con prepotencia y soberbia ambición, e incapaces de moderar sus actitudes o comportamientos, pierden el rumbo, se ostentan anticipadamente triunfalistas y de plano se ciegan de poder o se les oscurece la realidad que quieren cambiar. Desde Saúl Monreal Ávila hasta Tomás Torres Torres, cada uno en abismales diferencias, hacen acercamiento con los ciudadanos y promueven el sufragio a su favor. Desde Claudia Anaya Mota hasta María Teresa Villegas, hacen bien en proyectar cualidades académicas; como Amalia García Medina y Verónica Díaz Robles, se contrastan en experiencia gubernamental y empirismo legislativo. Son la exaltación del poder político partidista.

El mismo fenómeno de entronización ocurre entre los y las aspirantes a la diputación federal o local, conforman equipos o comités de campaña para elevarse por sobre sus integrantes y fieles seguidores, algunas figuras hasta madrugan para dar lecciones de laboriosidad y entusiasmo tempranero; lanzan consignas y ostentan conocimiento del terreno sin haberlo recorrido nunca jamás, vierten los discursos con lenguajes coloquial o superficiales para según ellos o ellas, darse a entender ante ciudadanos de los que ni siquiera saben o entienden que están bien informados y son críticos del sistema, de los gobiernos o de los candidatos y diputados que nunca regresaron a representarlos.

De Soledad Luévano Cantú, ahora por Fresnillo, a Julia Olguín Serna por Jerez y los cañones de Tlaltenango y Juchipila, a cual más apasionadas de la cuarta transformación, se mueven como sirenas en aguas desconocidas; de Raymundo Moreno Gallardo a Elvira Quintero Fernández, él panista y ella anaranjada de Movimiento Ciudadano, son muy distantes ideológicamente; de la priista Carolina Dávila Ramírez a la morenista Ana Luis del Muro y el joven Gerardo García Ramírez, del Movimiento Ciudadano, la postulada por la coalición Fuerza y Corazón por México y Zacatecas, va tras la reelección y el otro par, son rostros frescos en la vida política estatal. 90 días tienen para vivir en la cumbre del poder electoral y como ya se vio, Ulises Mejía Haro apenas le quedan tres semanas de poder electoral y está justamente en el rumbo trazado por Alfredo Femat Bañuelos, hacia la victoria. Así se ven antes de llegar al domingo 2 de junio, la fecha de los comicios.

En los escenarios federal y local desde ya los actores y candidatos son atravesados por una línea divisoria, unos pocos o los menos, alineados hacia la victoria y los muchos o los más, enfilados hacia la derrota, pero mientras se desarrollan las campañas y transcurre la competencia por las zonas urbanas y rurales, en los debates políticos, en la lucha mediática y las batallas propagandísticas o publicitarias, todas y todos gozan de la igualdad, equidad y de los equilibrios en las cimas o los abismos de las encuestas, de la imparcialidad y preferencias de la gente noble o como diría López Obrador, el pueblo bueno y sabio, que los recibe sin distinción y muy a parte de las hordas o grupos de lambisconería y adulaciones que nunca faltan.

Los candidatos a senadores y diputaciones federales, de hecho viven 90 días de gloria antes de la realidad del triunfo y la derrota; de pronto asumen un liderazgo que no tenían y que ahora exhiben, algunos racionalmente y respetuosos y otros u otras, ese efímero poder lo ejercen con prepotencia y soberbia ambición, e incapaces de moderar sus actitudes o comportamientos, pierden el rumbo, se ostentan anticipadamente triunfalistas y de plano se ciegan de poder o se les oscurece la realidad que quieren cambiar. Desde Saúl Monreal Ávila hasta Tomás Torres Torres, cada uno en abismales diferencias, hacen acercamiento con los ciudadanos y promueven el sufragio a su favor. Desde Claudia Anaya Mota hasta María Teresa Villegas, hacen bien en proyectar cualidades académicas; como Amalia García Medina y Verónica Díaz Robles, se contrastan en experiencia gubernamental y empirismo legislativo. Son la exaltación del poder político partidista.

El mismo fenómeno de entronización ocurre entre los y las aspirantes a la diputación federal o local, conforman equipos o comités de campaña para elevarse por sobre sus integrantes y fieles seguidores, algunas figuras hasta madrugan para dar lecciones de laboriosidad y entusiasmo tempranero; lanzan consignas y ostentan conocimiento del terreno sin haberlo recorrido nunca jamás, vierten los discursos con lenguajes coloquial o superficiales para según ellos o ellas, darse a entender ante ciudadanos de los que ni siquiera saben o entienden que están bien informados y son críticos del sistema, de los gobiernos o de los candidatos y diputados que nunca regresaron a representarlos.

De Soledad Luévano Cantú, ahora por Fresnillo, a Julia Olguín Serna por Jerez y los cañones de Tlaltenango y Juchipila, a cual más apasionadas de la cuarta transformación, se mueven como sirenas en aguas desconocidas; de Raymundo Moreno Gallardo a Elvira Quintero Fernández, él panista y ella anaranjada de Movimiento Ciudadano, son muy distantes ideológicamente; de la priista Carolina Dávila Ramírez a la morenista Ana Luis del Muro y el joven Gerardo García Ramírez, del Movimiento Ciudadano, la postulada por la coalición Fuerza y Corazón por México y Zacatecas, va tras la reelección y el otro par, son rostros frescos en la vida política estatal. 90 días tienen para vivir en la cumbre del poder electoral y como ya se vio, Ulises Mejía Haro apenas le quedan tres semanas de poder electoral y está justamente en el rumbo trazado por Alfredo Femat Bañuelos, hacia la victoria. Así se ven antes de llegar al domingo 2 de junio, la fecha de los comicios.