/ miércoles 31 de enero de 2024

El Espectador | Los planes de Colosio

Luis Donaldo Colosio dijo que sería audaz en sus iniciativas, que México necesitaba sangre nueva y que promovería un cambio generacional completo. Un cable diplomático de la Embajada de los Estados Unidos en México, fechado el 12 de enero de 1994, clasificado como CONFIDENCIAL en su momento, describe conversaciones separadas entre el embajador James R. Jones (1993-1997) y el congresista Bill Richardson con el candidato presidencial. Estas conversaciones se centraron en la situación en Chiapas, los planes de campaña del candidato del PRI, y sus ideas políticas y económicas en caso de ganar la presidencia.

El Embajador Jones le dijo que aunque esto era admirable, parecía que la Vieja Guardia y sus viejas formas de hacer política todavía eran una fuerza a tener en cuenta y podría no ser tan fácil deshacerse de ellos. Colosio admitió que esto era verdad.

Richardson le dijo que dada la gran popularidad y estatura del presidente Carlos Salinas de Gortari, no habría nada de malo en que se apoyara en él durante la campaña. Colosio respondió que, aunque era tradición que alguien en la posición de Salinas se mantuviera fuera de la política, él continuaría confiando en el Presidente para obtener ayuda y consejos. Dijo que eran muy buenos amigos y que dependía de Salinas decidir qué quería hacer con respecto a la campaña y después.

Richardson le comentó que la percepción de Colosio en Estados Unidos era positiva, que estaba haciendo un buen trabajo reconciliando la continuidad económica de Salinas con un mayor énfasis social. El candidato presidencial del PRI le aseguró que eso que decía se mantendría. Pero además, le confió que su presidencia sería una de mayor democratización y pluralismo. Como Presidente, enfatizaría la democracia política y mejora social mientras mantenía el rumbo macroeconómico trazado por Carlos Salinas. México no podría ni debería volver a los enormes déficits y deudas externas. Pero agregó que pretendía enfatizar el abordaje de las necesidades sociales en general y la educación de los mexicanos en particular.

Eso surgió porque Colosio le dijo a Richardson que estaba ansioso por saber cómo era percibido en Estados Unidos y también deseoso de conocer al presidente Bill Clinton. Dijo que conocía bien a Gore, el vicepresidente, y que reconocía el tremendo esfuerzo que representó para ellos la ratificación del Tratado de Libre Comercio. Desde el punto de vista de las relaciones bilaterales, les comentó que hubiera sido una catástrofe y un golpe al prestigio de Salinas y el PRI, que el TLCAN hubiera sido frenado.

A ambos representantes de Estados Unidos, que claramente llegaron a interrogarlo para conocer sus inclinaciones en caso de llegar al poder, les dijo que tenía muy buen equipo. Elogió particularmente a Ernesto Zedillo, su coordinador de campaña. Y les pidió reunirse pronto con él, pues compartían las mismas opiniones y juicios, y características generacionales.

Durante la semana del 9 de enero de 1994, le dijo al embajador Jones que planeaba comenzar su campaña en los estados de Querétaro, Hidalgo y San Luis Potosí, que sus planes eran pasar los primeros tres meses visitando las principales ciudades de los 31 estados en autobús. Dijo que el doble propósito de estos viajes era acercarse a la gente y renovar vínculos personales con las organizaciones de liderazgo del PRI.

Pretendía trabajar más y hacer una campaña más fuerte que los otros candidatos. Le dijo a Richardson que había recorrido el país innumerables veces como secretario de Desarrollo Social y como presidente del PRI, y que conocía México mejor que ninguno de sus oponentes. Sobre Chiapas, dijo que no tenía inteligencia operativa para Salinas. Que los ataques fueron planeados, coordinados y ejecutados profesionalmente. Que conocía bien Chiapas y a su gente, por lo que el liderazgo y control del movimiento venía de fuera. Sin dar muchos detalles, creía que había participación europea en la operación del EZLN.

Luis Donaldo Colosio dijo que sería audaz en sus iniciativas, que México necesitaba sangre nueva y que promovería un cambio generacional completo. Un cable diplomático de la Embajada de los Estados Unidos en México, fechado el 12 de enero de 1994, clasificado como CONFIDENCIAL en su momento, describe conversaciones separadas entre el embajador James R. Jones (1993-1997) y el congresista Bill Richardson con el candidato presidencial. Estas conversaciones se centraron en la situación en Chiapas, los planes de campaña del candidato del PRI, y sus ideas políticas y económicas en caso de ganar la presidencia.

El Embajador Jones le dijo que aunque esto era admirable, parecía que la Vieja Guardia y sus viejas formas de hacer política todavía eran una fuerza a tener en cuenta y podría no ser tan fácil deshacerse de ellos. Colosio admitió que esto era verdad.

Richardson le dijo que dada la gran popularidad y estatura del presidente Carlos Salinas de Gortari, no habría nada de malo en que se apoyara en él durante la campaña. Colosio respondió que, aunque era tradición que alguien en la posición de Salinas se mantuviera fuera de la política, él continuaría confiando en el Presidente para obtener ayuda y consejos. Dijo que eran muy buenos amigos y que dependía de Salinas decidir qué quería hacer con respecto a la campaña y después.

Richardson le comentó que la percepción de Colosio en Estados Unidos era positiva, que estaba haciendo un buen trabajo reconciliando la continuidad económica de Salinas con un mayor énfasis social. El candidato presidencial del PRI le aseguró que eso que decía se mantendría. Pero además, le confió que su presidencia sería una de mayor democratización y pluralismo. Como Presidente, enfatizaría la democracia política y mejora social mientras mantenía el rumbo macroeconómico trazado por Carlos Salinas. México no podría ni debería volver a los enormes déficits y deudas externas. Pero agregó que pretendía enfatizar el abordaje de las necesidades sociales en general y la educación de los mexicanos en particular.

Eso surgió porque Colosio le dijo a Richardson que estaba ansioso por saber cómo era percibido en Estados Unidos y también deseoso de conocer al presidente Bill Clinton. Dijo que conocía bien a Gore, el vicepresidente, y que reconocía el tremendo esfuerzo que representó para ellos la ratificación del Tratado de Libre Comercio. Desde el punto de vista de las relaciones bilaterales, les comentó que hubiera sido una catástrofe y un golpe al prestigio de Salinas y el PRI, que el TLCAN hubiera sido frenado.

A ambos representantes de Estados Unidos, que claramente llegaron a interrogarlo para conocer sus inclinaciones en caso de llegar al poder, les dijo que tenía muy buen equipo. Elogió particularmente a Ernesto Zedillo, su coordinador de campaña. Y les pidió reunirse pronto con él, pues compartían las mismas opiniones y juicios, y características generacionales.

Durante la semana del 9 de enero de 1994, le dijo al embajador Jones que planeaba comenzar su campaña en los estados de Querétaro, Hidalgo y San Luis Potosí, que sus planes eran pasar los primeros tres meses visitando las principales ciudades de los 31 estados en autobús. Dijo que el doble propósito de estos viajes era acercarse a la gente y renovar vínculos personales con las organizaciones de liderazgo del PRI.

Pretendía trabajar más y hacer una campaña más fuerte que los otros candidatos. Le dijo a Richardson que había recorrido el país innumerables veces como secretario de Desarrollo Social y como presidente del PRI, y que conocía México mejor que ninguno de sus oponentes. Sobre Chiapas, dijo que no tenía inteligencia operativa para Salinas. Que los ataques fueron planeados, coordinados y ejecutados profesionalmente. Que conocía bien Chiapas y a su gente, por lo que el liderazgo y control del movimiento venía de fuera. Sin dar muchos detalles, creía que había participación europea en la operación del EZLN.